Xavier Coscojuela
Editorial Tal Cual
Nicolás Maduro repite
una y otra vez que la “revolución” está soportando los embates de una
“guerra económica”, desatada por la “derecha fascista, la burguesía
apátrida y el imperialismo”. Hay un hecho concreto que nos dice que el
propio Presidente no se cree sus palabras. Se ha autoproclamado jefe del
“estado mayor” que enfrentará los mencionados ataques, pero no
conocemos de ningún jefe sometido a una “guerra” que pase la mayor parte
de su tiempo fuera del campo de batalla. En lo que va de enero, el
“heredero” ha abandonado a sus tropas en 20 de los 29 días.
En lugar de comportarse como un general al frente de sus soldados, Maduro parece más bien un oficial que huye del campo sin presentarse a la batalla.
Se inventó un periplo para convencer a ciertos países de la necesidad
de buscar mecanismos que mejoraran el precio del petróleo.
Fracaso total. Después la muerte del rey de Arabia Saudí le sirvió de
excusa para viajar otra vez, y ahora se fue a la cumbre de la Celac en
Costa Rica, a pesar de haber denunciado planes para atentar contra su
vida, planes que los ticos dicen desconocer.
El primer combatiente aseguró el martes, ante sus partidarios, que su
gobierno enfrentaba una guerra de verdad verdad. En una circunstancia
como esa, ningún jefe de Estado que está bajo “fuego enemigo”, puede
dejar su puesto de combate.
Tiene que mantenerse al pie del cañón.
Guardando las distancias, es como si Stalin, para nombrar un
personaje del agrado de los camaradas, cuando las tropas de Hitler
cercaban Stalingrado en 1941, se hubiera ido a pasear por el Caribe.
El cuento de la “guerra económica” queda desnudo también en la Gaceta Oficial del martes 27 de enero.
En ella el presidente Maduro decreta una simplificación de trámites
para agilizar la importación de todo lo que los venezolanos no logran
comprar en los mercados y de los insumos médicos que no hay en farmacias
y hospitales.
Si fuera cierta la referida guerra, los alimentos e insumos médicos
estarían en el país, pero los malvados derechistas los tendrían
escondidos para sabotear las bondades de la “revolución”. La verdad
verdadera es que no hay suficiente cantidad ni de alimentos ni de
medicinas. Las afirmaciones del ministro Osorio, según las cuales hay
comida para dos meses y medio por lo que nadie debería preocuparse,
quedan como poco serias ante el referido decreto.
Mientras, el país sigue sin conocer cuáles son las medidas económicas
que enderezarán los entuertos económicos que se viven, producto de las
pésimas políticas económicas puestas en práctica desde 1999. La
inflación, el desabastecimiento y la escasez tienen en esas políticas
sus causas. Los ¡exprópiese!, las nacionalizaciones sin ton ni son, las
amenazas y ataques a la empresa privada, están pasando factura.
Maduro no quiere asumir los costos que los ajustes tendrán. Su popularidad es más escasa que los productos que más requieren los venezolanos,
y las pocas simpatías que todavía genera entre los venezolanos sufrirán
un tremendo golpe cuando se conozca la verdadera dimensión de la
devaluación del bolívar que anunció el pasado miércoles 21. Este es un
dato capital para cualquier ciudadano, pues será determinante en buena
parte del devenir económico del 2015.
Las elecciones legislativas que deben celebrarse este año lo tienen
muy preocupado. Sabe que los candidatos del PSUV van a pagar las
consecuencias de sus errores. Las encuestas lo vienen anunciando. Una
abrumadora mayoría de venezolanos no comparte, al contrario, rechaza
como se vienen haciendo las cosas desde el Ejecutivo. Maduro luce como
un general desconcertado, sin plan ni estrategia ganadora. No se le ocurre otra cosa que viajar y viajar.
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