Hay señales de recuperación pero el peso de las fallas estructurales es alto
Tras dos años de recesión la economía recibe el beneficio de la escalada del petróleo y comienza a emitir señales de movimiento, no obstante, problemas estructurales y el recrudecimiento de las fallas en la generación de energía se traducirían en una recuperación moderada, sin mayor velocidad.
El ministro de Energía, Alí Rodríguez Araque, reconoció la semana pasada que la demanda de electricidad ha aumentado por el crecimiento de la economía, que el Gobierno proyecta en torno a 4%, y el incremento en el uso de aire acondicionado tras el alza de la temperatura, pero no hay suficiente oferta para abastecer el ascenso de la demanda.
El Ejecutivo calcula que el consumo de energía eléctrica tendrá una ampliación en el orden de 6% a nivel nacional y Alí Rodríguez admite que "si se mantiene el ritmo de incremento de la demanda de 6%, se tendría que instalar, solamente para satisfacer ese incremento, 2 mil megavatios (anuales) y se nos plantearía una nueva crisis".
Organismos multilaterales como la Cepal, el Banco Mundial y firmas especializadas como Ecoanalítica pronosticaron antes de que la fragilidad energética reapareciera en el tablero que la economía venezolana saldrá de la recesión de los últimos dos años y en 2011 crecerá entre 1% y 2%.
Ya hay señales de recuperación, principalmente, porque el barril de petróleo se ha cotizado en lo que va de año en el precio cumbre de 91,14 dólares y el Gobierno obtiene recursos para aumentar el gasto.
En los dos primeros meses de este año el gasto público, sin incluir las erogaciones relacionadas al pago de deuda, se incrementa 23% respecto al mismo lapso del año pasado aun después de ajustar por la inflación.
Así, lo previsible es que el Gobierno mantenga la expansión del gasto y por esa vía le transmita combustible al tren de la economía.
Al mismo tiempo, la recaudación de impuestos en el primer bimestre también crece en términos reales.
Con poca luz
Junto a la muestras de recuperación surgen evidencias de que no hay mayor vigor en el avance. El termómetro bancario registra que si bien la caída es menor la tendencia negativa se mantiene y después de limpiar el efecto de la inflación el total de préstamos cae 4% en febrero respecto al mismo mes del año pasado.
Fuentes financieras indican que las solicitudes de créditos para nuevas inversiones son bajas y por tanto los bancos tienen exceso de bolívares en sus bóvedas.
La venta de automóviles, un indicador que tradicionalmente acompaña el crecimiento de la economía aun no reacciona y en el primer bimestre declina 8,2%.
En materia de inflación, una variable clave porque desgasta el salario y obliga a las familias a disminuir el consumo y endeudarse menos, tampoco hay motivos para celebrar.
En los dos primeros meses de 2011 la inflación acumula un salto de 4,5%, el más elevado de los últimos tres años, en un entorno donde la devaluación de la moneda encarece las importaciones y la oferta nacional, en sectores clave como alimentos, no es capaz de satisfacer la demanda de la población.
La creación de puestos de trabajo no reacciona y el desempleo, si bien no ha aumentado de forma significativa no deja de crecer y en febrero avanzó 0,2 puntos porcentuales para ubicarse en 8,8%.
La mezcla de evidencias de que el camino de la recuperación no está asfaltado también incluye declive de la producción petrolera según la OPEP, mientras que el desvío de los petrodólares hacia fondos manejados por el Ejecutivo determina que las reservas internacionales desciendan al nivel más bajo en ocho meses.
La pared
Más allá de los eventos coyunturales todo indica que el país no ha logrado superar las causas que de acuerdo con autores como Ricardo Hausmann y Francisco Rodríguez (Venezuela: anatomía de un colapso), le impiden crecer de forma sostenida desde la década de los 80.
Básicamente se trata de caída de la producción de crudo, descenso de la productividad en las actividades no petroleras y la incapacidad de la economía para dirigir recursos hacia industrias alternativas como respuesta al declive de la renta que provee el barril.
A este cuadro se ha añadido un entorno de controles y hostilidad hacia el sector privado que no ha permitido que la inversión, variable que garantiza el crecimiento futuro, tome aliento, de hecho, acumula una caída de 15% en tres años.
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