miércoles, 6 de abril de 2011

Resistencia libia

Américo Martín

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Además de genocida, Gadafi es un hombre de los que aquí llaman “templaos”. Cabe preguntar si no se rinde por sentirse protector de Libia o para negociar la apertura de la puerta de salida. ¿Espera alguna escondida señal que le permita salir bien librado del siniestro engranaje donde está atrapado? ¿Quiere inmolarse como pide la literatura más que la historia?

Gadafi sabe que se acerca su hora, pero también sabe que su dispositivo militar sigue siendo inmensamente superior al de los rebeldes. Mientras se mantenga la resolución del Consejo de Seguridad no habrá –afortunadamente- desembarcos aliados, y sin guerra en tierra la victoria resulta cuesta arriba.

Gadafi puede causar daño pero su destino está escrito: saldrá de grado o por fuerza. Tal vez confía en la conexión de tragedia y negociación. Es un cálculo de jugador de póker, con buenos precedentes. Duvalier, el babe Doc caribeño,salió al exilio parisino con parte del dinero que se robó. Nunca lo hubiera logrado sin un acuerdo entre Washington y París. Dejarlo que se fuera, incluso para la hermosa tierra de Camus y Brigitte Bardot, les pareció, no sin razón, menos oneroso que tolerar la canibalización de Haití.

A eso quizá apuesta Gadafi. Posee valor físico condimentado con una completa falta de escrúpulos, y sabe jugar a la realpolitik.

2

Bismarck acuñó el resobado concepto de realpolitik que funda la estrategia sobre el interés pragmático y no sobre la ética. Pero en Libia, la real politik no se aleja del todo de los valores morales. Si la inestabilidad de la región perjudica gravemente a las potencias industriales, detener un genocidio en desarrollo es un imperativo moral. Si ante la escandalosa exhibición de la masacre el universo es paralizado por una No Intervención al modo de la propiedad quiritaria romana, entonces moriría el Derecho Internacional Humanitario.

La No Intervención es un escudo protector de la soberanía; sin embargo, la ampliación del ámbito de los derechos humanos condujo a una esfera supraestatal basada en la humanización de las relaciones internacionales. La No Intervención no puede encubrir dictadores que aplastan a sus compatriotas. No podía esperarse que se vertiera la sangre del último disidente. Por eso nadie vetó la resolución de la ONU.

Libia ha convivido amablemente con las transnacionales, de modo que no se sostiene el argumento de la agresión “para despojarla de su petróleo” La guerra impulsa al alza la cotización de crudos y derivados, y eso sí golpea en el pecho a las economías capitalistas. Fenómeno pernicioso, agravado porque la solución queda en manos de la OPEP. El recurso obvio de elevar la producción para bajar precios contó con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, pero Irán y Venezuela se opusieron fieramente. EEUU piensa reducir las importaciones de hidrocarburos. Se demuestra que en lo económico los industrializados pierden cuando se mueve el cotarro bélico. La realpolitik más bien les aconsejaría ser prudentes, como lo han sido con reyezuelos y dictadores, revolucionarios o no,dispersos por el mundo.

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El mundo ha cambiado pero Chávez no. Condena el Destino Manifiesto y se indigna con la carga de los Roughs Riders de Teodoro Roosevelt en Cuba, de la que se enteró esta mañana. Se dice que los batallones enviados contra la frontera colombiana serán redireccionados hacia México donde ayudarán a Carranza, Obregón, Villa y Zapata a resistir a los “gringos patones”. “Oye tú”, dice y repite, contagiado de expresiones cubanas que le escucha a Fidel.

En la tragedia libia ve una resistencia antimperialista, y no un genocidio. La mayoría del atormentado pueblo se levantó inerme contra un homicida superarmado, que ordenó el bombardeo de pueblos inocentes. ¿Las víctimas eran invasores foráneos? La ironía quiere que los únicos invasores fueran los mercenarios contratados por Gadafi para destruir a sus compatriotas.

La ceguera del hombre es inaudita. Se ha quedado ignominiosamente solo. El mundo árabe condena a Gadafi y en algún caso se hace el sueco, pero sin ofrecerle ayuda. Ahmadinejad se desmarca nítidamente, Fidel anticipó algo y no insistió mientras Raúl no dijo esta boca es mía. El astuto Evo no se desvió de los problemas que lo acosan en Bolivia. Correa no le paró, Cristina tampoco y Rousseff muchísimo menos. ¿Y qué decir del héroe de los sombreros tejanos? Para él Gadafi no existe, nada existe, fuera de su amargura porque Chávez no le pagó su sueldo.


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