HENRY RAMOS ALLUP
Si en algún caso el disparatorio gubernamental ha sido capaz de superar lo imaginable, es en materia cambiaria, responsabilidad de la que el régimen no puede deslastrarse arrojando sus culpas a terceros. Se ha perdido la cuenta de los sistemas de control de cambio inventados en 16 años de gobierno chavista, cada uno más corrupto e ineficiente que el precedente. La moneda nacional convertida en basura, con valor inferior al del papel sobre el cual se halla impresa o del metal donde está acuñada, no puede repararse a punta de inventar sistemas cambiarios. El problema es que este país está arruinado porque su economía ha sido destruida por saqueos, confiscaciones, persecuciones, invasiones, quiebra de unidades productivas y por eso obligada a importar el 70% de todo cuanto consumimos, trátese de bienes de capital, insumos diversos, alimentos, medicinas y hasta papel tualé. Cuanto más crezcan las importaciones mayor será la demanda de divisas, y si el Estado no las provee porque el gobierno las malbarató, se las robó o permitió que se las robaran, las que aparezcan serán negociadas al precio que fije el vendedor y el que esté dispuesto a pagar el comprador que las necesite. Así de simple.
Memorable la intervención de Chávez hace unos cuatro años en una sesión de la AN (el video rueda por las redes sociales) en la que se mofó de “los tontos que compran dólares”, cuando según él estaba clarísimo que gracias a la portentosa economía chavista, la paridad en cuestión de semanas sería de 4,30 bolívares por dólar y cuidado si de uno-a-uno después que el prodigio de su genialidad nos convirtiera en país-potencia. Los atronadores aplausos de los embelesados diputados, estimulaban las inagotables fanfarronadas y dislates: que el dólar era una pobre moneda devaluada, sin reserva ni respaldo, signo de un país con una impagable deuda externa, quebrado económicamente, que había perdido internacionalmente fuerza frente al euro, el yuan, el yen y el rublo, que había que pensar en cambiar nuestras reservas internacionales a otras monedas. Al paso, tuvo el arrojo de calificar al bolívar como “fuerte” para enfatizar su dureza. También se refirió al “sucre” que se utilizaría en la Alba y de cuyo paradero nadie tiene noticia.
En estos aciagos días, padecemos las consecuencias de aquellas baladronadas. Cuando escribo estas líneas, se requieren alrededor de 400 bolívares “fuertes” para adquirir uno solo de los despreciables dólares. Según el gobierno, resulta que los culpables de la devaluación que en estos 16 años de economía chavista alcanza el “ene” por ciento, son los editores del portal Dolar Today que registra diariamente la paridad cambiaria bolívar-dólar-euro, denunciados ante la Fiscalía General de la República como traidores a la patria, conspiradores contra el salario de los trabajadores, desestabilizadores del bolívar y un montón de sandeces más, por un fumoso “frente nacional de defensa del bolívar”, cuando los demandados han debido ser los del gobierno que pulverizaron la moneda.
La historia de las monedas envilecidas es larga y antigua. Cuando, como en nuestro caso, la gente pierde la confianza en su signo monetario, huye hacia cualquier cosa que conserve o acreciente su valor mientras la moneda se desploma, sean divisas extranjeras, valores, inmuebles, metales preciosos, artefactos, incluso sobre comprando bienes inmediatamente consumibles. El que tenga ojos que vea.
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