ALBERTO BARRERA TYSZKA
Si hace un mes alguna de las
fértiles encuestadoras que hay en el país hubiera realizado un sondeo
preguntando en la calle por Los Cinco de Cuba, creo que los resultados
hubieran podido ser más o menos así: 37% dice que no sabe o simplemente
no contesta; 26% piensa que es un conjunto de baloncesto que vendrá de
gira al país; 19% cree que es un viejo conjunto de son, la continuación
del Bella Vista Social Club; 8% asegura que trata de cinco médicos
voluntarios que huyeron por Colombia hacia Miami el año pasado; 6%
sospecha que así le dicen a una banda de secuestradores que funciona en
el oriente del país, y 4% dice que se trata de unos camaradas
revolucionarios que tenían un rollo raro con la justicia en Estados
Unidos.
Tal vez, todavía hoy, aun
después del inmenso tour de esta semana, muchísimos venezolanos sigan
sin saber realmente quiénes son este quinteto que con tanta bulla y
tanta gloria se paseó por el país. ¿Por qué están aquí? ¿Qué hicieron
realmente? ¿Cuál es su heroísmo?
El
gobierno dilapida los conflictos con la misma velocidad que dilapida
los dólares. Ningún recurso le dura suficiente. Tampoco las guerras. Ni
las invasiones, ni los magnicidios, ni los saboteos ni las
conspiraciones. Ni siquiera saben administrar el falso suspenso. “Ahí
viene el revolcón” es una mala segunda parte de aquella pésima “Voy a
dar un sacudón”. La política oficial comienza a parecer una rockola
llena de fracasos.
Por
eso ahora estamos importando, incluso, hasta las guerras ajenas. Como
se gastaron rápidamente la pelea con Obama, y ya parecen incapaces de
producir un nuevo enfrentamiento propio, en este momento requieren
traerse de afuera cualquier otro conflicto similar o al menos
aparentemente parecido: es necesario que no decaiga el consumo de
antimperialismo en el país.
Aquí
están Los Cinco de Cuba. Mírenlos. Escúchenlos. Apláudanlos. Lucharon
contra los gringos y los vencieron. Como nosotros. Por eso les damos las
llaves de las ciudades. Por eso los honramos con la Orden Libertadores y
Libertadoras de Venezuela. Por eso los llevamos a Charallave y volvimos
a condecorarlos. Por eso fuimos todos juntos a llevar una ofrenda a
Bolívar. Para eso los trajimos. Para ponerles muchas bandas en el pecho y
decir que ellos son nuestros y que nosotros somos de ellos. Todos
guerreros. Todos revolucionarios. Chávez vive si el espectáculo sigue.
No
deja de ser insólito el proceso que viven ahora Cuba y Venezuela. Es un
extraño, y nunca visto, intercambio de pasados. Cuba avanza hacia el
capitalismo, hacia la flexibilización de los controles, hacia una
sociedad de mayores libertades de mercado, hacia nuestro pasado tan
capitalista y Cuarta República. Como contraparte, nosotros avanzamos
hacia su pasado. Hacia la estatización de la economía. Hacia el dominio
hegemónico de una élite. Hacia la confiscación de las libertades. Hacia
el “Período Especial” de racionamiento y pobreza socialista.
Los
Cinco de Cuba fueron detenidos en Estados Unidos, acusados de supuesto
espionaje, de supuesta conspiración, de supuestos planes de asesinato.
Son “fervientes patriotas” que “han construido una historia inmensamente
heroica”. Eso dijo Nicolás Maduro. Son una “demostración de lealtad,
solidaridad y desprendimiento por la patria”, afirmó Elías Jaua. Son
“ejemplo de dignidad para el mundo”, aseguró Diosdado Cabello.
No
repararon, sin embargo, en la enorme contradicción que, nuevamente y de
manera involuntaria, estaban practicando. Por las mismas razones, este
gobierno mantiene a gran cantidad de gente tras las rejas. Algunos
políticos venezolanos, muchos estudiantes venezolanos, incluso varios
tuiteros venezolanos… se encuentran ahora detenidos y encerrados. Sin
evidencias. Sin respeto al debido proceso. Sin justicia. Acusados de
supuesto sabotaje, de supuesta rebelión, de supuestos intentos de
homicidio.
La revolución es un absurdo permanente. El show de Los Cinco de Cuba es otra manera de escupir para arriba sin darse cuenta.
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