sábado, 9 de mayo de 2015

HOLA, DIOSDADO

EDITORIAL TALCUAL

Pues sí señor: aquí estamos otra vez. No nos da la gana de desaparecer. Nos has vuelto a demandar, pero nosotros estamos aquí. Nos acusas por dar tratamiento a una noticia que, de cualquier manera, las redes sociales ya habían hecho de conocimiento general.


Por reproducir una información internacional en la que has resultado aludido. Que perfectamente habrías podido aclarar, de haberlo deseado en realidad, en estas mismas páginas...
Presentas una querella contra nosotros por una noticia que no nos pertenece. Nosotros no decimos que las cosas son verdad.
Eso es lo que intentan ustedes. Aquí se practica la réplica, porque nosotros creemos en la libertad de conciencia. Nosotros damos noticias y las analizamos. No es la primera vez que nos pones en un tribunal. A lo mejor no será la última. En realidad, te buscaste una excusa para demandarnos.
Lo lamentamos profundamente. Podríamos estar empleando el tiempo en cosas menos inútiles. Sobre todo tú, que estás en el poder. Venezuela no está nada bien, Diosdado. No te escondas en la Misión Transporte. Venezuela es un desastre. Te invitamos a que veas con serenidad el panorama completo.
Camina sólo por las calles. Anda a hacer mercado. Anda a darle la cola a un amigo de madrugada, sólo, luego de salir de una fiesta. Inflación exponencial, muertos todos los días, colas con empujones, soldados en los automercados, ausencia de tratamientos para el cáncer, secuestros, profesores con salarios de mendigo, dos productos por persona. No es lo normal.
No es tan difícil verlo. No es así como se debe vivir. Ustedes, los chavistas, han administrado un volumen de recursos único en la historia del país. Podrían tener la humildad de asumir aunque sea parte de su responsabilidad de esta tragedia que te niegas a ver.
Ustedes controlan los precios, los puertos, la rotación de las mercancías, las divisas extranjeras, la Asamblea Nacional y los demás poderes públicos. Controlan PDVSA, las minas, el oro, entre otras muchas cosas. Las cosas en Venezuela están como están, Diosdado, como consecuencia de una forma equivocada de ejercer el poder. Equivocada y perversa.
Hay gente que piensa que a ti nada de esto te importa, que tú te ríes de estos argumentos, que es una ingenuidad planteártelos porque lo único que te interesa es el poder. Nosotros no creemos eso. Estamos seguros de que en el fondo te importa. No te creemos tan tonto.
Eres un político, y sabes que si todo se hace mal, las cosas salen mal. La revolución no está caminando y el país se volvió un infierno. Lo sabes. Todo el mundo lo sabe.
Aunque sea verdad que pocas veces, probablemente nunca, te hayamos oído hablar de otra cosa que no sea conspiraciones en marcha, lealtad y unidades de batalla endógena. Te gusta hacerte un poco el loco.
Deberías ser un poco más humilde, Diosdado. Tú y todos tus compañeros. A este proyecto lo está hundiendo la soberbia, la ceguera, la falta de integridad, la improbidad, la impunidad, la religión convertida en política. Deberías dejar de escudarte en denuncias y amenazas y bajar a debatir.
Venezuela se hunde, Diosdado.
Acá nos despedimos, cordialmente, esperando que no nos vayas a volver a demandar ahora por tomarnos el atrevimiento de saludarte con este texto. Porque nosotros seguimos aquí.

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