EDITORIAL TALCUAL
Pues sí señor: aquí estamos otra vez. No
nos da la gana de desaparecer. Nos has vuelto a demandar, pero nosotros
estamos aquí. Nos acusas por dar tratamiento a una noticia que, de
cualquier manera, las redes sociales ya habían hecho de conocimiento
general.
Por reproducir una información
internacional en la que has resultado aludido. Que perfectamente habrías
podido aclarar, de haberlo deseado en realidad, en estas mismas
páginas...
Presentas una querella contra nosotros por una noticia que no nos pertenece. Nosotros no decimos que las cosas son verdad.
Eso es lo que intentan ustedes. Aquí se
practica la réplica, porque nosotros creemos en la libertad de
conciencia. Nosotros damos noticias y las analizamos. No es la primera
vez que nos pones en un tribunal. A lo mejor no será la última. En
realidad, te buscaste una excusa para demandarnos.
Lo lamentamos profundamente. Podríamos
estar empleando el tiempo en cosas menos inútiles. Sobre todo tú, que
estás en el poder. Venezuela no está nada bien, Diosdado. No te escondas
en la Misión Transporte. Venezuela es un desastre. Te invitamos a que
veas con serenidad el panorama completo.
Camina sólo por las calles. Anda a hacer
mercado. Anda a darle la cola a un amigo de madrugada, sólo, luego de
salir de una fiesta. Inflación exponencial, muertos todos los días,
colas con empujones, soldados en los automercados, ausencia de
tratamientos para el cáncer, secuestros, profesores con salarios de
mendigo, dos productos por persona. No es lo normal.
No es tan difícil verlo. No es así como
se debe vivir. Ustedes, los chavistas, han administrado un volumen de
recursos único en la historia del país. Podrían tener la humildad de
asumir aunque sea parte de su responsabilidad de esta tragedia que te
niegas a ver.
Ustedes controlan los precios, los
puertos, la rotación de las mercancías, las divisas extranjeras, la
Asamblea Nacional y los demás poderes públicos. Controlan PDVSA, las
minas, el oro, entre otras muchas cosas. Las cosas en Venezuela están
como están, Diosdado, como consecuencia de una forma equivocada de
ejercer el poder. Equivocada y perversa.
Hay gente que piensa que a ti nada de
esto te importa, que tú te ríes de estos argumentos, que es una
ingenuidad planteártelos porque lo único que te interesa es el poder.
Nosotros no creemos eso. Estamos seguros de que en el fondo te importa.
No te creemos tan tonto.
Eres un político, y sabes que si todo se
hace mal, las cosas salen mal. La revolución no está caminando y el
país se volvió un infierno. Lo sabes. Todo el mundo lo sabe.
Aunque sea verdad que pocas veces,
probablemente nunca, te hayamos oído hablar de otra cosa que no sea
conspiraciones en marcha, lealtad y unidades de batalla endógena. Te
gusta hacerte un poco el loco.
Deberías ser un poco más humilde,
Diosdado. Tú y todos tus compañeros. A este proyecto lo está hundiendo
la soberbia, la ceguera, la falta de integridad, la improbidad, la
impunidad, la religión convertida en política. Deberías dejar de
escudarte en denuncias y amenazas y bajar a debatir.
Venezuela se hunde, Diosdado.
Acá nos despedimos, cordialmente,
esperando que no nos vayas a volver a demandar ahora por tomarnos el
atrevimiento de saludarte con este texto. Porque nosotros seguimos aquí.
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