Según datos de su memoria y cuenta, presentados ante la Asamblea Nacional, las exportaciones de PDVSA disminuyeron en 11,6% en 2010 con respecto al año previo. Las fallas de producción, que bajó 4%; así como problemas en refinerías y terminales de exportación son citados como las principales razones para haber disminuido la exportación de petróleo y derivados.
Norteamérica se mantuvo como el principal comprador de petróleo venezolano, seguido de Asia y el Caribe. Los envíos disminuyeron a todas las regiones, con la excepción de Asia, que se benefició de un incrementó del suministro a China como parte de los convenios bilaterales firmados por ambos países. PDVSA sigue haciendo aguas por todas partes. El tiempo se ha encargado de difuminar esa noticia que por última vez reseñó una información asociada a la Estatal petrolera por la que uno sintiera orgullo y no vergüenza. Haber disminuido en más de diez por ciento las exportaciones, que es lo único sobre lo que se sustenta el país, ya es bastante malo, pero que se reconozca que se debió a problemas en refinerías y terminales de exportación es bochornoso.
PDVSA, que otrora funcionara con una precisión sólo comparable a la de un fino reloj suizo, ahora parece equipararse más a uno de esos “desechables” que se consiguen en las tiendas chinas por unos pocos bolívares. La empresa se está hundiendo por el cáncer que la corroe: el Gobierno, ese que poco a poco la destruye desde adentro, con una gerencia incompetente y un personal sin capacitación y desde afuera al convertirla en un instrumento político del régimen ¿Podremos soñar con volver a ver a la antigua PDVSA?
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