“Un revolucionario no habla pendejadas”. La memorable frase pertenece a las citas citables del presidente Chávez. Aunque pudiera pensarse que se trataba de una autocrítica, tal conducta, impensable en el sujeto, lleva, más bien a pensar que fue dirigida a alguna de sus focas subalternas que quizás dijo algo que molestó los Altos Oídos.
Pero, aunque un rolincito se le puede ir entre las piernas al propio Omar Vizquel, y a cualquiera se le va una pendejada, sobre todo si habla tanto como el interfecto, que ha sembrado la antología nacional de pendejadas realmente insuperables, también es verdad que Chacumbele, más que nadie debería cuidarse de soltarlas con tanta profusión.
Una de las últimas se refiere a lo de Libia, donde según él todo lo que está pasando es porque las potencias occidentales se quieren “coger” el petróleo que yace bajo las de sérticas arenas del reino de Muamar Gadafi.
Para ahorrarle la emisión de nuevas pendejadas del mismo tenor nos vamos a permitir informarle que si fuera por eso, la intervención armada habría sido innecesaria porque el petróleo libio es explotado y exportado en su totalidad por las grandes transnacionales del petróleo. Ateniéndose a la lógica de Chacumbele, desde hace años ya se lo “cogieron”.
Italia controla el 28% de la producción de Libia; Francia se hace con el 15%; la amada China controla el 11%; Alemania tiene el 10%; España otro 10%; Grecia le pone la mano al 5%, el Reino Unido el 4%; y los gringos apenas explotan el 3%. Entre varios otros se reparten el 14% restante. Sume el presidente y descubrirá que el 100% del crudo libio es explotado por las grandes compañías petroleras del planeta: Eni (Italia), Total (Francia), Repsol (España), Statoil (Noruega), Occidental (EEUU), OMB (Australia), Conoco Phillips (EEUU), Exxon Mobil (EEUU), Shell (Reino Unido-Holanda) y la omnipresente petrolera china.
Libia también exporta gas a Italia (el 10% de las necesidades de este país), a través de un gasoducto submarino llamado Greenstream, controlado, por supuesto, por Italia y no por la revolución verde.
Gadafi ha otorgado concesiones a las transnacionales; un régimen que Venezuela desechó desde 1945, temporalmente restituido por Pérez Jiménez, pero abolido definitivamente por los gobiernos posteriores. Si según Chávez la apertura petrolera de Caldera fue una “traición a la patria” (lo cual no ha obstado para que su gobierno la haya adelantado también, en un raro gesto de sensatez), en su vocabulario no debe haber término alguno para calificar el modelo libio de relaciones con las transnacionales petroleras.
De manera que en lugar de seguir hablando pendejadas sobre la intención de “cogerse” un petróleo que ya se “cogieron”, Chacumbele debería conceder aunque fuera una neurona a pensar si lo que ha movido todo lo de Libia no es el petróleo sino la muy humana aspiración a vivir en democracia y libertad. Si ya aquí estamos hartos de los 12 años de Chávez, habría que imaginar cuán agotada debe estar la paciencia de los libios después de haberse calado nada menos que 42 años a su feroz déspota.
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