En Ciudad Bonita hay árboles de cubitos de hielo, comunas de indios Caribes de 2 metros de altura “como Guacaipuro”, donde los segundos duran 12 años cada uno. Con inmensas fábricas en forma de gallinas, que ponen huevos tricolores del tamaño de un puño. Matas de plátano verde que producen ladrillos para construir casas; y vacas, muchas vacas, del Sur del Lago, con 20 ubres cada una que dan la mejor gasolina del mundo, la de 390 octanos.
Ciudad Bonita es el ombligo de un inmenso edén. Codiciada por los bajos, los despojadores, los flojos y los de baja ralea. Traidores todos.
Ciudad Bonita, la del “buen vivir” está rodeada por una cúpula de vidrio de tonos azulados, tenues. Eso sí, es pacífica pero armada. Ciudad Bonita tiene el tamaño de algunas neuronas en el cerebro de algún burlón y timador.
La explosión de realismo mágico que significa el ocaso de chavismo, su arteriosclerosis, su pasos demorados y vacilantes por la corrupción y la ineficacia conducen al país en una espiral, que como un tornillo solo avanza hacia el fondo. Siempre en círculos. En chavismo invertimos fortunas para asegurarnos el fracaso.
Los chavistas han vivido aferrados al resentimiento como su herramienta retórica para construir futuros que nunca llegan y que nunca comienzan. Para hablar en nombre de los desdentados, los abandonados, los jodidos. Para ilusionarlos con una justicia imposible: Que la “revolución” (la del edén) los haga infinitamente felices con sólo aplaudir y bajar la cabeza. En Ciudad Bonita la sumisión es el ticket de entrada sin salida.
.¿Que lleva a un hombre de 57 años de edad, a enfermar de delirio, a desconectarse de cualquier posibilidad de responder por sus actos y omisiones? ¿A reírse y burlarse de los otros desde el poder? Algunos dirán que es la herencia cósmica de nuestra “raza”. Otros, lo califican como la falta de escrúpulos que le permite bailarle un joropo a la moralidad del común.
Un hombre que puede inflar como un globo su mitomanía en cadena nacional para afirmar que en el planeta Marte pudo haber habido una civilización que el capitalismo y el imperialismo acabó.
El arte de Hugo Chávez es el de aullarle a la luna. Como los locos.
La tragedia la vive el pueblo manso que le cree. Como en los trágicos y alucinantes relatos del Gabo.
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