jueves, 24 de marzo de 2011

Modelos y rutas
DIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL

Para disimular su enorme fracaso práctico, al oficialismo le ha dado por hablar de los modelos. La idea es que hay dos modelos de sociedad: el que representa el Gobierno, descrito en los términos más angelicales, y el que representa la Unidad Democrática, depósito de todas las perversidades. El primero, el socialista, es incluyente, productivo, justiciero, nacionalista, bolivariano. El otro, el "de la derecha", es excluyente, rentista, explotador, lacayo.

No creo que, en la Venezuela de hoy, sea contraponiendo "modelos" como se va a establecer la superioridad de la propuesta de un sector político sobre la de su contrincante. No me parece que sea cosa de elaborar otra lista equivalente de pares, en la cual el adversario es colocado en la posición desfavorable en cada punto de la lista. No es así, en esa guerra de palabras, como se va a demostrar la superioridad real de la propuesta democrática sobre la propuesta oficialista. Los venezolanos están muy resabiados respecto a las palabras, sobre todo después de las cataratas de ellas que les han caído encima desde hace doce años. (¡¿Ustedes se imaginan seis años más de eso?!).

Modelos
Siendo cosa de palabras, los modelos dan para todo. Usted puede poner a su adversario de vuelta y media manipulando calificativos a su antojo. Más interesante resulta el asunto de los resultados. Una vez que abandonan el terreno seráfico y de plastilina de las palabras, los modelos producen resultados. "Sí, muy bonito todo. Pero entonces, ¿por qué no hiciste viviendas en doce años, o por qué no has podido con la inflación, o por qué ha bajado la producción en tantas cosas, o por qué no has podido con la inseguridad? Tu lindo modelo, ¿cómo es que convive con el infierno carcelario?".

Para la población venezolana es más interesante oír un discurso que vaya de abajo hacia arriba que de arriba hacia abajo. Quiero decir, no es que te describo el modelo en las alturas y con mis palabras favoritas y luego te digo, viendo hacia abajo "y ahora te podrás imaginar lo buenísimo que está resultando todo". Para que eso funcione, en el caso del oficialismo, sería necesario impedir a los venezolanos dar una mirada a lo que les rodea. Dejemos que sea el Gobierno el que se estrelle en la bajada de las hermosas palabras a la terrible realidad

En el caso de la Unidad Democrática, no parece muy efectivo decir: "Este es mi modelo, así que te podrás imaginar lo buenísimo que va a ser todo, cuando yo gobierne". Puestas así las cosas estamos ante desvaídos contrastes de palabras: unas, las del Gobierno, que remiten a un presente que las desmiente; otras, las de la Unidad, que remiten a un futuro por llegar.

Tenemos sed
Busquemos contrastes más efectivos. Los venezolanos tenemos sed de concreción, luego de haber recibido una sobredosis de promesas. La Unidad Democrática tiene en eso una enorme ventaja. Lo que en verdad produce como resultado el "modelo" oficialista, está allí, a la vista de los ojos. Se puede entonces poner ante el electorado un contraste más práctico: ante tal problema preciso ¿cómo lo haría yo, qué hubiera hecho yo, cómo lo haré yo ? Esto y esto y esto.

¿Que la autopista Caracas- La Guaira se está cayendo? Pues bien, si yo fuera gobierno haría esto y lo de más allá. Es a partir de esos ejemplos concretos que se muestra el modelo funcionando, en vivo. Desde allí, el ciudadano que oye sube por su cuenta de la solución del caso concreto que se le expone al modelo real que inspira y conforma tal solución. Si luego hace falta un poquito de explicación adicional para que se vea la conexión, pues se la suministra de modo oportuno, en momentos de síntesis.

La vida nacional produce todos los días decenas de situaciones que se prestan a planteamientos de "cómo lo haría yo". El punto es escoger los más sensibles y los más a propósito para transmitir por sí mismos la idea de una manera de gobernar, de una idea de país. por construir.

Por cierto que si a eso vamos, me gusta más la noción de ruta que la de modelo. El modelo refiere a algo más fijo, más rígido, hecho de una vez por todas. Algo a lo que hay que dirigirse y que está allí, esperando por uno. La ruta es en cambio algo que se va haciendo a medida que uno avanza por ella, que está por tanto en nuestras manos.

Cierto que ha de tenerse una idea de hacia dónde se quiere ir, pero mejor es mostrarla describiendo los pasos concretos que das -o darías- hacia allá que pintando pajaritos de colores.

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