Heinz Sonntag
La situación actual de la sociedad venezolana obliga a hacer algunas reflexiones acerca de la acción de la alternativa democrática hacia el futuro. Señalo desde el inicio que este ejercicio no es contrario a lo que ha venido haciendo la Mesa de Unidad Democrática, sino más bien complementario a las acciones de la misma. Este ejercicio se ha hecho necesario y urgente para el fututo de la oposición, dados los cambios ocurridos especialmente en el sistema político y en la sociedad entera. El supuesto dialogo del régimen con la Mesa con la mediación del Vaticano y de los cancilleres no cambia nada la situación crítica en la que estamos viviendo. Como yo estoy convencido de que este régimen es totalitario, me permito transcribirles un párrafo de Hannah Arendt: “Es decisivo que un gobierno totalitario sea diferente de dictaduras y tiranías. La habilidad de distinguir entre lo primero y lo segundo es, de ninguna manera, un tópico académico que podría ser con seguridad dejado para los ‘teóricos’, pues la dominación totalitaria es la única forma de gobierno con la que la coexistencia no es posible”.
1- Observaciones y sugerencias a la MUD: Sin duda, la constitución de esta instancia ha significado un elemento importante de la política de la alternativa democrática, ya que significó la institucionalización de la unidad como elemento primordial en nuestra lucha. Sin embargo, esa constitución ha padecido de algunos problemas que, según entiendo, están siendo enfocados por el trabajo de la MUD. El primero y más importante de esos problemas ha sido que los movimientos y grupos de la sociedad civil organizada han sido excluidos de la participación en las discusiones y decisiones de la Mesa. En efecto, con el correr del tiempo ésta se ha interpretado cada día más casi como el organismo coordinador de elecciones, razón por la cual los partidos monopolizaron el mando. Al proceder de esta manera la Mesa ha sido percibida por amplios sectores de la sociedad como un ente ajeno a su actividad política. Con esta posición la Mesa se ha olvidado de que todas las encuestas serias que se han venido haciendo reflejan que más o menos 48% de los venezolanos se sienten representados en y por los movimientos de la sociedad civil organizada y que solo 18% se identifican con los partidos políticos. Entiendo que se están haciendo esfuerzos para incluir esos movimientos en la Mesa, no como simples observadores sino como participes en las discusiones y sobre todo en las decisiones. La solución de este problema es relativamente sencilla al invitar a la sociedad civil organizada a designar los representantes de sus movimientos para incorporarlos en el trabajo de la MUD. Ruego que no me repitan lo que me dijeron algunos representantes de la MUD en discusiones anteriores sobre este tema, en el sentido de que “una democracia sin partidos es imposible”, verdad de Perogrullo. La sociedad venezolana es hoy por hoy una sociedad mucho más multifacética aun que durante los primeros 20 años de democracia desde 1958 en adelante. Insistir en el carácter partidista de la Mesa excluye a la gran mayoría de los ciudadanos de la posibilidad de su participación política en los trabajos de organización, de diseño de un proyecto de sociedad, de elaboración de las estrategias de movilización y de mantener la dinámica de los procesos sociales y políticos. Para enfrentarse al desafío que significa esta ampliación de la MUD sugiero la constitución de numerosas salas situacionales, cada una de las cuales tenga un tema de trabajo relacionado con la permanencia estratégica del movimiento opositor.
2- Observaciones y sugerencias a los movimientos de la sociedad civil: La primera propuesta que quiero lanzar a los dirigentes de estos movimientos es que se dediquen al diseño de una estrategia que, tomando en cuenta la diversidad de nuestra sociedad, sea capaz de ser internalizada y practicada por los numerosos grupos y organizaciones de los movimientos. Para ello es necesario el reclutamiento de los ciudadanos que viven en los barrios populares a través de un trabajo político claramente dirigido a esos sectores. Hasta ahora, la resistencia se ha nutrido de los estudiantes universitarios, de los jóvenes de los sectores medios de urbanizaciones del este de Caracas y de grupos en proceso de organización en otras partes del país. Hay que superar estas limitaciones para darle continuidad al movimiento opositor. En esta tarea pueden unirse los dirigentes de los partidos y de los movimientos sociales.
3- Para poder lograr lo anterior es indispensable elaborar una estrategia, incluyendo el diseño de las formas en que ella pueda ser ampliamente comunicada. Mi proposición para ello es que entre los partidos y los movimientos se constituyan grupos de trabajo que asuman la responsabilidad de continuar el trabajo que ya se ha desarrollado por organizaciones no gubernamentales y también por partidos políticos. Estos grupos tendrán además la función de mantener informados a los dirigentes de los partidos y movimientos sobre lo que moviliza a los ciudadanos para mantenerse o agregarse a ese proceso de cambio que estamos proponiendo.
4- El objetivo de lo propuesto hasta aquí es obviamente parte de la estrategia de la resistencia activa. No me puedo dedicar a especificar las diferentes tareas que son necesarias en este proceso. Van desde la organización de manifestaciones en respuesta a decisiones gubernamentales hasta el establecimiento institucional de los grupos y otras formas de organización y su integración en la ejecución de la estrategia. Me parece obvio que estas formas deben inspirarse en los principios democráticos que estamos defendiendo (¿o redefiniendo?) sobre la marcha. La “salida” propuesta por Antonio Ledezma, Leopoldo López y María Corina Machado implica la presencia continua de los ciudadanos en la calle, tanto en manifestaciones y marchas como en las reuniones de las asociaciones de vecinos que están siendo propuestas por el movimiento estudiantil y realizadas por iniciativa de los grupos en muchas urbanizaciones y barrios tanto de la capital como en otras ciudades e incluso en asentamientos rurales.
5- Para tener una estrategia como aquí la estoy proponiendo es indispensable tener claro el objetivo final de la lucha, o sea la reconstrucción y revitalización de los valores y las éticas de la modernidad y la democracia. Para ello es necesario que la alternativa democrática empiece con fuerza y entusiasmo a construir el orden societal que queremos reestablecer, incluso en las organizaciones, aunque por ahora todavía en escritos y comunicaciones orales en asambleas populares de los distintos ámbitos de la sociedad civil organizada. Sugiero que este trabajo de elaboración sea encargado a una comisión de académicos de las universidades autónomas, experimentales y privadas, algunos políticos y dirigentes de los movimientos de la sociedad civil organizada. Esta comisión rendirá cuenta permanentemente a los sub-grupos que indudablemente se establecerán y organizarán a lo largo de la lucha, más allá de los que ya se han establecido, de acuerdo con informaciones de prensa y de testigos, con la movilización que empezó el 12 de febrero, con el movimiento estudiantil como actores importantes. Como una advertencia a los que se convertirán en miembros de la comisión, me permito sugerir que su propuesta trate de una reconstrucción de la democracia de los primeros 20 años entre 1958 y 1980 y evite discutir el tiempo de regresión democrática entre 1980 y 1999. La propuesta del nuevo orden político debe restablecer la independencia de los tres poderes del Estado, reorganizar los procesos electorales, inventar mecanismos de incorporación de los ciudadanos en la causa pública, garantizar el cabal ejercicio de los derechos civiles y los humanos, al tiempo que respetar y proteger la división de lo que es del Estado y de los ciudadanos, o sea la sociedad civil. En suma, me imagino nuestra mas importante tarea y mas bella experiencia: re-pensar la ética y práctica de la democracia, construir un orden democrático a partir de los ciudadanos cuya autonomía y soberanía son la base de la soberanía, muy de acuerdo con aquel Senador durante la lucha por la independencia de Estados Unidos, quien insistía en que la autonomía y la soberanía no son del Estado sino la suma de las de todos los ciudadanos quienes las practican.
6. Respecto de lo que está pasando en estos días, no quiero extenderme en mi apreciación mucho más allá de lo que está escrito en los puntos anteriores. La llamada del régimen a los cancilleres de Unasur no es un signo de fuerza, como tampoco lo es la oferta de un diálogo con la alternativa democrática a través de la MUD. Es más bien el signo de una debilidad estratégica del actual régimen. Si sus líderes estuvieran convencidos de que su actual hegemonía pueda mantenerse incluso con más de la mitad del pueblo venezolano en contra, no hubieran recurrido a la Unasur y al Vaticano como mediadores, ni mucho menos hubieran aceptado la exigencia de los cancilleres de que en el proceso que ellos acompañan deban estar presentes los representantes de la alternativa democrática, tanto de la MUD como unidad de los partidos políticos como de los movimientos de la sociedad civil organizada. Lo que es la gran incógnita de este proceso es la disposición del presidente y demás líderes del más alto nivel de decisiones. No cabe duda de que los venezolanos estamos esperando resultados favorables para resolver los distintos niveles de crisis que hay en este momento. Si los líderes del proyecto chavista deciden no retroceder en sus políticas económicas, sociales y de represión del movimiento popular de la alternativa democrática, es de suponer que la reacción de todo el pueblo, incluyendo la considerable cantidad de ciudadanos todavía vinculados al chavismo, será no solamente de desencanto sino más bien de hostilidad y resistencia, creando así muy probablemente una situación en la cual la anomia y la anarquía sigan siendo las características de nuestro futuro.
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