Pedro Pablo Fernandez
En estos días participé en una reunión en Cumaná con un grupo de opositores muy radicales que cuestionaban mi empeño en tratar de hacer ver al Gobierno la necesidad de que rectifique. Entonces les dije: “Venezuela es un barco.
A mí no me gusta como lo conduce el capitán y por eso quiero cambiarlo, pero no me puedo ir al fondo del barco y abrirle huecos para hundirlo porque aquí estoy yo, está mi familia y estamos 30 millones de venezolanos. Tengo que buscar la manera de cambiar al capitán pero salvando al barco”.
Una señora me respondió: “Lo que quiero es que este barco se hunda de una vez por todas y que se ahogue el capitán”. Yo comprendo la contestación porque mucha gente, con razón, ya perdió la capacidad de aguante. Ahora, la respuesta me dice que ella no ha reflexionado suficiente sobre lo que significa que el barco se hunda.
La inflación está empobreciendo a las familias, y los mejores pronósticos indican que este año estará alrededor de 70%.
La crisis económica y la caída del aparato productivo son gravísimas. La industria está paralizada. Hoy miles de trabajadores corren serios riesgos de perder sus trabajos. Para recuperar el aparato productivo las empresas e industrias necesitan importar maquinaria, insumos y materia prima, y no hay suficientes dólares para todo lo que hay que importar. La fórmula es dramática: mientras cae la producción y se pierden empleos, hay más necesidad de importar y menos dólares disponibles y, como consecuencia, menos posibilidad de recuperar el aparato productivo. Cada vez se hace más complicado salir de este círculo vicioso. El problema de desabastecimiento de alimentos y medicinas es como una bola de nieve que crece y no hay forma de pararla.
¿De verdad queremos que el barco se hunda?
La crisis económica política y social está amenazando la gobernabilidad en Venezuela, es decir, está afectando nuestra capacidad de funcionar como país.
La superación de la crisis no se va a dar de la noche a la mañana. Demanda un programa de rectificación y ajuste, acompañado de grandes sacrificios para la población. Este programa va a requerir un amplio consenso y apoyo político. Ni este gobierno, ni ningún otro que pueda sucederlo, podrán llevarlo adelante en un esquema de confrontación.
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