domingo, 11 de mayo de 2014

LA MESA DE LA UNIDAD DEMOCRÁTICA SOBRE LA NECESIDAD DE RECTIFICAR EN LA ECONOMÍA
MAYO 2014 


 


La dirección económica del Gobierno Nacional requiere de rectificaciones muy profundas. Rectificaciones en la orientación política, porque los resultados no mienten, y rectificaciones en los equipos humanos responsables, para que los cambios puedan tener la credibilidad que necesitan. La contundencia de las cifras oficiales coincide con la fuerza de la realidad que enfrentan día a día en la calle los venezolanos sea como consumidores o como trabajadores, como emprendedores de la ciudad o el campo. Cifras y vida real coinciden en demostrar que el modelo económico que se ha pretendido implantar no funciona. La superación de la situación no se logrará con medidas administrativas ni retoques efectistas que no toquen sus causas con la profundidad debida. Lo más preocupante es que las declaraciones de los voceros oficiales deja ver que el Gobierno piensa
que bastan ajustes menores.
La posibilidad de recuperar la credibilidad de la política económica gubernamental, comienza por el manejo de las finanzas públicas de acuerdo a las normas constitucionales sobre la materia , y continúa en la administración de los ingresos del país a través de mecanismos extraconstitucionales, como los fondos parafiscales, o con la emisión de dinero sin respaldo para financiar déficits en las empresas públicas en trasgresión del artículo 320 de la Constitución, relativo al deber del Estado de “promover y defender la estabilidad económica, evitar la vulnerabilidad de la economía y velar por la estabilidad monetaria y de precios, para asegurar el bienestar social.”
En la necesaria confianza que debe generar una política económica sana, tiene efectos sicológicos devastadores la falta de transparencia en la administración de los recursos de todos los venezolanos. Si la rendición de cuentas claras es sustituida por el secretismo, como si se tratara de recursos personales, aunado esto a las magnitudes considerables del dinero manejado, se generan dos efectos muy negativos, contaminantes del clima favorable a la recuperación económica, como son la incertidumbre y la desconfianza.
Que el diálogo con el sector productivo sustituya al insulto y la descalificación es un avance en la dirección correcta. Debería haberlo
también con las organizaciones de los trabajadores. Pero uno y otro no bastan. Lo fundamental es superar la mentalidad que impedía ese diálogo necesario, con apertura sincera a escuchar y a rectificar.
El cuadro de la inflación y la bajísima producción, la creciente dependencia de las importaciones y la situación del mercado cambiario, la mínima generación de empleos de calidad, nos dice que nuestra economía está en crisis. Para resolver esa crisis hace falta mucho más que medidas cosméticas o extensos programas de televisión ante los acreedores de la Administración Pública Nacional, que se ven obligados a soportar esos monólogos para preservar las esperanzas de que el Gobierno cumpla con sus compromisos, para que a su vez sus acreedores internos y externos les mantengan sus líneas de crédito.
Cuando hablamos de rectificaciones profundas en la política económica de Gobierno, no nos referimos a temas de ideología, sino a que asuma las normas universales de un manejo profesional y transparente por parte de cualquier Gobierno en el mundo democrático, con respeto a la Constitución, independientemente de la posición ideológica de quienes dirigen el país respectivo, de manera que las sospechas de incapacidad y corrupción no sea lo que predomine en el ambiente.
El rumbo actual de la política económica condena al pueblo de Venezuela a pagar la factura del fracaso de esa política. La factura humana que pasa una política equivocada se expresa en escasez, alto costo de la vida y deterioro progresivo de la capacidad adquisitiva del salario. Lo más común en nuestro país hoy son las colas y el “no hay”, y los productos de precios regulados solo se consiguen en la Gaceta Oficial.

Caracas, mayo de 2014.

MESA DE LA UNIDAD DEMOCRÁTICA

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