FAUSTO MASÓ
A la oposición no la amenaza el
fraude electrónico sino la abstención. Para ganar abrumadoramente las
elecciones es necesario combatir las mentiras abstencionistas que
divulga el chavismo.
Sin embargo, hay
sectores en la oposición, opuestos a la MUD, que alientan el
abstencionismo, afirman que el voto no es secreto. A la vez, el CNE no
defiende, como sería su obligación, que el voto sea secreto, porque
también el CNE quiere alentar la abstención. De todas maneras no hay
precandidato de la oposición que crea en las fantasías del fraude
electrónico. Fomentar la abstención es la estrategia electoral del
gobierno en las próximas elecciones.
El
chavismo apuesta por dividir a la oposición y aumentar la abstención.
Lo primero le está resultando imposible, en cambio, muchos creen la idea
asombrosa de que el gobierno controla el proceso de votación, sabe por
quién se vota e interviene en los distintos procesos de conteo y suma de
los votos.
En
realidad, cambiar un voto es imposible: hay que hacerlo simultáneamente
en todas las instancias donde se encuentre registrado desde el
comprobante de voto impreso por la máquina, a la copia de seguridad
impresa de todos los votos almacenados en la máquina de votación, al
almacenado en la memoria fija de la máquina y también en el almacenado
en la memoria removible de la máquina, al voto del acta de escrutinio y
al propio voto electrónico transmitido al centro de totalización y, por
fin, el propio voto reflejado en las actas de totalización.
El
fraude electrónico es una fantasía que alienta el gobierno para
aumentar la abstención y representa una verdadera falta de respeto a los
miles de testigos de la oposición que vigilan la votación desde la mesa
hasta el conteo final. Sin duda, en un proceso manual sería fácil
alterar los resultados, con el sistema de máquinas es imposible, a menos
que todos los testigos se vendieran. La oposición ha ganado importantes
elecciones en varios estados y en alcaldías como Caracas, lo que ocurre
es que un sector del país nunca reconoció que durante mucho tiempo el
chavismo fue una mayoría. Ahora, en cambio, Nicolás Maduro es rechazado
por 80% de los venezolanos.
Hoy el peligro es la abstención. Si los venezolanos votan el gobierno obtendrá menos de 40% de los votos.
En
Estados Unidos, por ejemplo, quieren aprobar una ley que exija realizar
auditorías a 3% - 5% de las máquinas al finalizar la jornada de
votación. En Venezuela se permite la auditoría más sencilla posible:
comparar los comprobantes de voto versus el acta de escrutinio impresa.
Los resultados se publican por estado, municipio, parroquia, centros y
mesas. Pueden ser comparados, acta por acta, con las actas emitidas por
cada máquina para verificar que estos datos coinciden totalmente. A los
diversos factores políticos se les entregan copias de todas las actas y
pueden comprobar que el resultado final es correcto.
Nadie
puede votar por otra persona, se compara la huella del elector con los
datos almacenados del mismo, para verificar que este sea quien dice ser.
Pero, además, se compara la huella del elector con las huellas de todos
los electores que han votado ya en esa máquina, por lo cual descubriría
que esa persona ya emitió un voto en esa máquina, y entonces no podría
hacerlo de nuevo. Previamente, se depura la base de datos y se garantiza
que un mismo par de huellas no esté asignado a dos electores
diferentes.
En resumen, con el
sistema electoral, con el voto a través de máquinas, es imposible el
fraude electoral, a menos, repetimos, que los millares de testigos de la
oposición participaran activamente en ese fraude. En realidad, los
testigos electorales de la oposición no solo son personas honestas sino
que sacrifican su tiempo para defender el voto. Hablar de fraude es
ofenderlos.
Una victoria abrumadora
de la MUD representará la salvación de la democracia y la derrota del
proyecto autoritario. A votar, pues.
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