Cursos de acción
Ismael Perez Vigil
10 noviembre, 2018
Ya es un lugar común hablar de la aguda crisis política, del
desánimo, desesperanza y frustración por la que atraviesa la oposición y
que se prolonga por más de un año. Frente a eso, ¿Qué hacer? ¿Qué curso
de acción tomar? Se vuelve una necesidad imperiosa aportar algunas
ideas.
En primer término, qué duda cabe que la
estrategia o la palabra clave es: Unidad. Nadie, en su sano juicio
político, se atreve a denigrar de esta idea, pues todos sabemos que sin
ella no es posible enfrentar la dictadura y conseguir apoyo
internacional, que es también indispensable. Pero, paradójicamente, la
“unidad” no puede seguir siendo la única estrategia política, el pivote,
por el cual nos sentamos a esperar que se dé, que llegue, que pase, es
necesario seguir adelante, avanzar, construirla uniéndose los que puedan
o con los que se pueda.
Es el momento de actuar, de unirse, en varios niveles, como he dicho,
con quien, y como se pueda, sin esperar esa idílica unión, en la que
todos coincidiríamos. Es el momento para que cada quien ponga en
práctica lo que cree y predica: calle, elecciones, desobediencia cívica,
protestas, hasta vías más radicales, que todos conocen pero que no
nombro. Pero que ciertamente lo haga, que se active, que actué, que se
organice, que se movilice y movilice a otros como él, que se acabe ese
juego de la crítica y denigración por redes sociales de lo que hacen los
demás, mientras se mantienen cruzados de brazos, creyendo que con solo
hablar y criticar a los demás se van a resolver las cosas y va a caer la
dictadura.
Una segunda idea, ya mencionada, es contar con el apoyo
internacional. De gobiernos, organismos multilaterales, agrupaciones
políticas, gremios, academias, personalidades y líderes mundiales,
etcétera. Pero, estando conscientes que la solución es interna; pasó ya
la época de invasiones como las de Guatemala, Grenada, Rep. Dominicana,
incluso Panamá, cuya excusa fue el narcotráfico. Hoy día, comparadas con
el pasado reciente, las acciones internacionales son más complicadas;
algunos pensaran que menos efectivas, pero ciertamente diferentes, mas
acordes con la complejidad del mundo en el que vivimos.
En tercer lugar, es bueno asumir o considerar que la salida se
producirá, entre otras cosas, por una “fractura” del bloque hegemónico;
es cierto, pero eso no basta y a algunos se les olvida que es necesaria
la consolidación de un bloque alternativo, organizado, que presente una
“alternativa” popular, no populista; que tenga un discurso, una
“narrativa”, que enganche y que contrarreste el discurso oficial,
populista, demagógico, ese que tiene siglos mutando, que predica un país
rico, expoliado por los “ricos” pero que ahora cuenta con unos Robin
Hood, salvadores –casualmente ellos–, que vinieron a liberarlo y lo que
en realidad hicieron fue perpetuar, agravar y multiplicar los problemas y
la miseria.
La cuarta idea a considerar es insistir en que la electoral es una
vía para organizar a la gente; para darle un norte más o menos “seguro”,
para movilizar, despertar del letargo. Nadie está diciendo que vamos a
salir de la dictadura ganando un proceso electoral y menos sin
asegurarnos unas condiciones que lo permitan; pero tampoco vamos a salir
sin hacerlo, pues la derrota electoral de la dictadura –aunque haga
trampas, antes, durante y después no reconozcan el triunfo– es una vía
para que se produzca esa “fractura del bloque hegemónico” que hemos
dicho que es una de las condiciones necesarias para que se produzca la
caída y la transición a la democracia. Quienes lo duden o se opongan,
que mencionen una sola ventaja que nos haya traído la abstención, por
ejemplo, en las elecciones de gobernadores del 15 de octubre de 2017 o
en las del 20 de mayo de este año.
La quinta idea es que ahora se nos presentan tres hitos importantes
en materia política, tres retos para la oposición democrática. Uno de
ellos, del cual ya hablamos extensamente la semana pasada, es que en
enero de 2019 se vence, culmina, la legitimidad de este régimen,
heredada del triunfo electoral en 2012.
Para decirlo en pocas palabras, con relación a lo que pueda ocurrir
en enero de 2019, la clave es entender que no ocurrirá nada si no se
organiza y planifica desde ahora y el reto es cómo activarse, como
movilizar al país, sin generar falsas expectativas. Por “falsas
expectativas” me refiero a cosas como: “…en el lapso de seis meses
tendremos una fórmula constitucional, democrática, pacífica, electoral
para cesar este gobierno…”; por “falsas expectativas” me refiero a:
“…falta poco, es cosa de días para que caiga este gobierno…”; por
“falsas expectativas” me refiero a: “…vamos a impedir que el 30 de julio
se designe una Asamblea Nacional Constituyente…”; por “falsas
expectativas” me refiero a estimular la esperanza de una intervención
militar, externa o interna, para deponer la dictadura. El reto, entonces
es cómo evitar que se repita, por ejemplo, lo del 30 de julio de 2017,
cuando – como dice una buena amiga– por una mala conducción política
convertimos en pellejo, el lomito del 16 de julio de ese año.
Son muchas las acciones que se pueden llevar a cabo a nivel nacional y
sobre todo internacional, por parte de ese inmenso contingente de
venezolanos que hoy están en el exterior y que se calcula que es un
número cercano a los tres millones. En el exterior es más fácil
emprender acciones a nivel individual, de grupos, de partidos, generar
un gran movimiento de opinión, de rechazo a que la dictadura continúe
ilegítimamente en el poder a partir del 10 de enero de 2019. ¿Acabará
eso con la dictadura? Seguramente, no; pero contribuirá de manera
importante.
Los otros dos hitos son claramente electorales. El primero son las
elecciones de concejales previstas para el próximo 9 de diciembre y que a
escasas cuatro semanas para su realización, permanecen aún en una
especie de limbo político para la oposición democrática. El otro hito es
la “eventual” realización de un referéndum para aprobar una supuesta
constitución que nos presentaría la ilegítima Asamblea Nacional
Constituyente.
Sobre la importancia de ambos temas volveré próximamente.
Politólogo
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