TEODORO PETKOFF
Gustavo Linares Benzo
La generación que estudiaba en la universidad en los ochenta tuvo dos
hitos fundamentales en su formación política, fuese del partido que
fuese. Ambos momentos se debieron a Teodoro Petkoff, cuyo reciente
fallecimiento lamentamos.
El primero fue la postura
del MAS con respecto a la represión a las luchas obreras en Polonia, en
1981, instigada por la Unión Soviética. Esa posición del MAS,
capitaneado entonces por Petkoff, fue valiente y lúcida; valiente por el
riesgo que implicaba para el socialismo real de la Europa Oriental y
lúcida porque en definitiva ese aplastamiento de las libertades de los
trabajadores fue causa principal de la caída del imperio soviético años
después.
Para la generación del 80 Petkoff era
un ídolo, se fuese adeco, copeyano o de izquierda. Claro, para los
defensores del socialismo real, soviético, lo era menos, por no decir
que se le tildaba de reaccionario. El MAS, pues, se convirtió así
-estábamos en la época de Mitterrand en Francia y González en España- en
una alternativa seria de poder, primero con la apertura electoral de
gobernadores y alcaldes (Tablante, Ramón Díaz, etc.), y luego con su
participación fundamental en el segundo gobierno del presidente
Caldera.
El segundo hito fue, ya crecidos en
años, la intervención de Teodoro en la convención del MAS que decidió el
apoyo del partido a las aspiraciones presidenciales de Chávez. Ese 1998
la voz de Petkoff sonó fuerte y clara: “no crean que serán ustedes
quienes gobernarán, están llevando a los militares al poder”, dijo,
oponiéndose a esa decisión fatal. De nuevo, valentía y lucidez: fue
contracorriente, primero, y tuvo razón, los militares llegaron al poder,
lo demás es historia.
Desde entonces fue la voz más emblemática contra el protototalitarismo de Chávez, voz que se hizo periódico en Tal Cual,
ese experimento periodístico que es otro hito histórico en Venezuela.
Valiente y lúcido, Petkoff, ilustrado y práctico a la vez, vio venir al
lobo antes de que se comiera a las ovejas y terminó su vida viendo los
restos del festín.
Formador y luchador, si de
alguien puede decirse esa frase ya ridícula de tanto aplicarse a quienes
no dejaron nada sino destrucción, el legado de Teodoro sí permanece, en
varias generaciones que saben que la lucha está en lograr el máximo de
libertad y el máximo de igualdad.
@glinaresbenzo
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