LUIS VICENTE LEON
Primero debo aclarar que las ciencias sociales son inexactas y no
podemos proyectar el futuro linealmente. La historia es, como dice
Javier Cercas (y le agrego el futuro), desordenada, azarosa e
imprevisible y no coherente, simétrica y geométrica, como piensa la
gente. Precisamente por eso se plantean escenarios alternativos que dan
cabida a las grandes incertidumbres críticas. Pero para plantear esos
escenarios tenemos que asumir un grupo de predeterminados o supuestos.
Cosas que creemos que van a pasar o que no van a pasar, para darle un
piso racional a nuestras proyecciones. ¿Nos podemos equivocar? Claro y
en muchos casos además queremos equivocarnos, pero los escenarios no se
construyen en función de los futuros deseados o temidos, sino de los más
probables. No podemos crear realidades ficticias, para complacer a la
audiencia. Ese trabajo se lo dejamos a las Cheer Leaders.
No
dudo que pueda ser importante que los políticos motiven grupos sociales
o se conecten con ellos, incluso con esperanzas atrevidas. Pero
afortunadamente, en mí caso no tengo ni la más mínima intención de ser
elegido ni presidente de la junta de condominio de mi edificio y
entonces ni quiero, ni deseo, ni me interesa ser popular, sino
asertivo.
Mucha gente me escribió la semana
pasada, hasta molesta, porque dije que uno de nuestros supuestos básicos
era que no habría en Venezuela una acción militar extranjera para
provocar los cambios, ni a corto, ni a mediano plazo, bajo ninguna
excusa, cierta o artificial. Esta no es una valoración ética del tema,
ni una posición personal; ni siquiera es una opinión.
Más
allá de un comentario del presidente Trump, dejando abierta cualquier
opción para resolver el problema venezolano, el hecho concreto es que
todos los voceros relevantes de ese país han dicho en clara e
inteligible voz que no está planteada una intervención militar, ni
clásica, ni por ayuda humanitaria. Mas allá de esas declaraciones
oficiales, el análisis teórico y estratégico del tema nos lleva también a
concluir que la probabilidad de acción militar norteamericana en
Venezuela, al menos en el período de análisis de estos escenarios, en un
límite que tiende a cero.
No habrá ninguna
intervención que ponga en peligro una gota de sangre norteamericana para
actuar en Venezuela, a menos que la situación interna de nuestro país
se convierta en un peligro concreto que amenace la vida o la economía de
norteamericanos y exclusivamente norteamericanos. Pero agreguemos a
este análisis racional que no puede haber ninguna acción militar
extranjera, ni siquiera justificada en acciones humanitarias, que no
tenga una contraparte local estructurada, sólida y con un liderazgo
identificable y respaldado por la población interna, que pudiera asumir
el reto posterior de reestabilizar el país. Sin esa estructura, una
acción de ese tipo es suicida para el ejecutante y garantía de
inestabilidad a largo plazo para el país objetivo.
Si
agregamos las declaraciones explícitas y claras de la Comunidad
Europea, rechazando cualquier acción militar en Venezuela, la posición
homogénea y clara del Grupo de Lima en contra de la intervención
militar, bajo cualquier argumento político o social. Incluso si miramos
las declaraciones del embajador colombiano (del presidente Duque, uno de
los más duros críticos latinos del gobierno venezolano), quien ha
rechazado contundentemente una acción de ese tipo y quien ha explicitado
el drama de pulverización de la oposición interna, podemos concluir que
el predeterminado que indica que no esperamos acción militar alguna, no
es una opinión personal sino una conclusión evidente y obvia, que de
carambola es racional y lógica, gústele a quien le guste.
luisvleon@gmail.com
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