¿Qué les pasa con Zapatero?
Oscar Hernandez Bernalette
Me dejó sorprendido ver a la oposición venezolana deliberando y
dividiéndose en torno a la persona del señor Zapatero. Tamaña
contradicción, en el medio de tantas situaciones internas e
internacionales que deben ser el centro de atención de la Asamblea
Nacional, no tiene sentido político. Concentrarse en un asesor
internacional que fracasó en su intento de facilitar un proceso de
negociación, es pasado. El país opositor quiere ver a sus diputados
actuando unidos y con sentido de proporción en lo que es importante y
relevante para el país en este momento tan duro de su historia. Además,
el señor Zapatero es un consultor internacional que se debe a quien le
paga, eso parece claro y sus actuaciones, hasta donde uno entiende,
están enmarcadas en esa legítima responsabilidad que tiene ante quien lo
contrata y, obviamente, sus intereses. El límite del uso del mandato
que le brinda su empleador lo define el mismo consultor. Es obvio que su
papel como facilitador se dilapidó desde el momento en que fracasó y
que no generó confianza en una de las partes. No es una tragedia, son
los gajes del oficio. Es así de claro, ya el señor Zapatero no debe
representar nada para la oposición venezolana. Además, si tuviese algún
mandato de algún Estado amigo de Venezuela que cree que su actuación
puede ser útil, pues en ese caso pudiese haber consideraciones de
escucharlo, pero hasta donde entendemos ese no es el caso. Ya el señor
debería entender que más que un apoyo se convierte en una ficha de
discordia para cualquier proceso de acercamiento entre las partes. A
menos que de igual manera esté contratado para generar confusión y
ruido, que bien puede ser parte del perfil de su contrato.
La diputada Delsa Solórzano inteligentemente salvó su voto, por
considerar el tema, como dirían los multilateralitas, un “non issue”,
por ser irrelevante para una agenda que tenía otros asuntos importantes
qué tratar. Llama la atención que un grupo de diputados dieran la vida
en esa votación que poco o ningún valor agregado les debe dar, a menos
que tengan alguna simpatía o reconocimiento especial que hacerle al
socialista español. Por supuesto, si el ex jefe de gobierno de España, a
quien hay que guardarle la respectiva consideración por lo que fue su
investidura, por alguna razón que no conozcamos tiene algún mandato
supranacional y secreto de seguir arando en este desierto, que nos lo
adelanten, pues a lo mejor aún sobreviven agendas que ya no
comprendamos.
El Nacional
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