Entrevista // Luis Miquilena
"No valió la pena sacar a Chávez del camino del golpismo"
El Universal
Como un libro de Historia de Venezuela, de su boca brotan con facilidad hechos y anécdotas de la vida política contemporánea del país desde 1930, con la diferencia que formó parte de los hechos. Luis Miquilena, recordado por las nuevas generaciones, como presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y primer ministro de Interior y Justicia del gobierno del presidente Hugo Chávez, celebra hoy 90 años de vida.
No se queja, como el poeta, confiesa que ha vivido y prefiere no hablar de amigos y otras vivencias que ha dejado en el camino, por ser páginas "desgarradoras" de su vida, las cuales prefiere simplemente voltear. Pero sí se ufana de su pasado como sindicalista y ya por la sabiduría que da la edad se atreve a aconsejar a Gobierno y oposición. Su interés por la política comenzó a la edad de 13 años, cuando el estudiante merideño Miséforo Vivas Briceño, huyendo del régimen gomecista llega a su Coro natal y le hace ver, lo que el 90% del país ignoraba: Venezuela vivía una dictadura.
Estuvo preso bajo los regímenes de Gómez, López Contreras, Junta Cívico Militar, Medina, Pérez Jiménez y Betancourt, bien por reivindicaciones salariales o "por cualquier perversión contra la democracia".
-¿Cómo proyecta su lucha política al resto del país?
-Presenté los exámenes de 2 año estando preso, luego me expulsaron a Maracay. Allí creamos la Federación de Estudiantes y José Antonio Mayobre, quien andaba clandestino organizando el Partido Comunista, me convida. Luego organizamos las elecciones municipales (...) las ganamos y las anularon y nos expulsaron para Caracas.
-Históricamente su posición ha estado en contra de Acción Democrática (AD).
-La lucha en Venezuela, tanto en el Partido Democrático Nacional (PDN) como con AD, fueron violentos, porque se disputaban la dirección de las masas. Cuando fue legalizado el Partido Comunista Venezolano ya yo había roto con él, ya habíamos organizado una fracción con Salvador de la Plaza, Rodolfo Quintero, y los (Eduardo y Gustavo) Machado que llegaron a llamar "machamiqui" que era mi nombre y los Machado. Ya roto con el PCV mi lucha se centra contra AD porque ya sí nos disputábamos la dirección sindical de Caracas, particularmente del transporte.
-¿Allí comienza su papel sindical?
-Inicio mi trabajo organizando a los autobuseros del Cementerio, donde yo vivía, y luego los de Vargas. Allí empieza la lucha por mejoras salariales. Se planteó una huelga del transporte general, incluyendo los tranvías. El general (Isaías) Medina Angarita somete la huelga al arbitraje y nos sometemos al arbitraje que tenía que decidir en un mes y dedicar ese mes a toda suerte de protestas.
En La Guaira se hizo una huelga muy sonada por las características que tuvo de violencia. Había una Federación de Trabajadores, en la cual no creía, pero ellos sirvieron de mediadores frente a Medina y él me mandó a llamar. Llegué a Miraflores y cuando Medina me ve, flaco, un muchachito de 23 años, me dice: "¡Carajo usted es el terrible Miquilena!". Nunca esperé reunirme con el Presidente y menos casi de tú a tú. La negociación tuvo éxito.
-¿Con esa experiencia exitosa, por qué cree que los sindicatos se debilitaron?
--El movimiento sindical se vino deteriorando a partir de que llegara AD al poder. Dejaron de ser organismos independientes absolutos de los trabajadores, que luchaban por sus reivindicaciones para convertirse en apéndice de los partidos. El 15 de octubre de 1945, Malavé Villalba, González Navarro y los dirigentes sindicales me dicen que ellos se quieren salir de AD para formar el partido de los trabajadores. No sabía que se cocinaba el guiso del 18 de Octubre. Eso es imperdonable, porque el país venía por un camino de cambios. AD con ese apetito inmensurable de poder de Rómulo Betancourt que ahora lo endiosan y un bandido como Pérez Jiménez se asocian y llevan al país al trauma sangriento.
-¿Cómo llega a Unión Republicana Democrática (URD)?
-Fue más amistad personal con Jóvito (Villalba), (Ignacio Luis) Arcaya, López Rivas. Jóvito me invita a participar. Insistió tanto y a Jóvito era difícil decirle que no, por lo buena gente que era y por lo que se había sacrificado por el país.
-¿Qué hace que usted busque a Hugo Chávez?
-Yo no lo busqué. Recibo una llamada que si lo puedo visitar en Yare. Cuando estuvo en el cuartel San Carlos iba una procesión de gente a buscarlo yo jamás fui. Yo fui cuando me lo pidió. Me habló de la Constituyente, que yo consideraba era necesaria. Tanto coincidíamos que antes del chavismo un grupo luchó por una constituyente.
-¿Eso lo hace creer en su discurso?
-Él me pidió que fuera a conversar con él semanalmente. Y a pesar de que coincidíamos en muchos puntos, en una cosa no estábamos de acuerdo: En la persistencia de la vía golpista para llegar al poder. Él comienza a hacer contacto con la resaca de la vieja izquierda trasnochada y le dije en una reunión, en presencia de Manuel Quijada: Hugo, si sigues por ese camino del golpe terminarás dentro de 2 o 3 años como un gritón más en las esquinas de Caracas, sin que nadie te pare bolas y tú tienes condiciones de liderazgo y eso deberías aprovecharlo en un discurso democrático. Allí puedo decir, con toda propiedad, que influí decisivamente para que él cambiara del camino del golpismo por el camino democrático. Pero más nada, no me la echo de teórico ni orientador de nadie.
-¿Valió la pena convencer a Hugo Chávez para que tomara el camino democrático?
-No valió la pena sacarlo del camino del golpismo, todo lo contrario. Si hubiera seguido por su camino estaría donde debe estar: En el basurero de la historia. Pero el cogió el camino democrático, logró un liderazgo, presentó un discurso que cualquiera que lo examine en el país lo hubiera aprobado, y lo aprobó porque la inmensa mayoría compró ese discurso que tenía como signo estratégico la independencia de los poderes, la lucha contra la corrupción, la descentralización, el carácter republicano y electivo del país. Fue ese discurso que en mi condición de presidente de la Constituyente traté de recoger en la Constitución que, sin duda es un texto que se puede presentar en cualquier régimen democrático como una gran bandera.
-¿Rescata la Constitución de este proceso?
-Yo la rescato. En el desarrollo de ese proceso (Chávez) no ha hecho otra cosa que negar la Constitución, convertirla en un estropajo. Dar un golpe de Estado que tiene mucho más significación desde el punto de vista de los intereses de la democracia en general que lo que está ocurriendo en Honduras.
-¿Cuál consejo le daría a Chávez?
-Que renuncie, para evitar que el país se siga hundiendo.
-¿Y a la oposición?
-Yo veo al país en dos grandes componentes: el grupo que gira en torno al Gobierno y el otro que a pesar de los abusos que se hizo del poder, de las trampas que hicieron, le tuvieron que reconocer 4.5 millones votos, que es otro grupo que yo no llamo oposición sino el partido del cambio. Tenemos que cambiar el discurso, en el sentido de saber que dentro del chavismo hay reservas que debemos aprovechar. El discurso tiene que diferenciar entre la gente honesta de la FAN y los patria, vaina y muerte.
Mi idea es que trabajemos todos, incluyendo los partidos, que no representan a esos 4.5 millones, por ampliar nuestro campo de acción que tiene como nunca puertas abiertas para entrar allí. Que de ahora en adelante pensemos en el otro campo, que es en donde está la diferencia.
-¿Cree que sobreviva el chavismo sin Chávez?
-Puede suceder. No descarto nada en política. Acuérdate en Santo Domingo. Nadie se imaginaba que ese viejo ciego iba a ser el factor de solución del trujillismo. ¡Allí hay figuras!, (en el chavismo) hay figuras que no se han contaminado ni en la corrupción ni en la represión; están allí y son figuras de valor.
-¿Hay que rescatar algo del chavismo?
-A lo mejor de allí sale Adolfo Suárez, quién pensaba que en el movimiento español de la resistencia que el hombre clave iba a ser Adolfo Suárez.
-¿Miquilena aún tiene contacto con el chavismo?
-Tenemos algunas amistades.
-¿Se reúne con la oposición?
-Nos reunimos siempre por a- quello de la unidad. Aún estamos en eso.
-¿Qué opina de la conmemoración de los 10 años de escoger a los constituyentistas?
-El clásico fariseísmo. Gente que no cree en nada de eso y lo aprovecha para manipularlo. Qué autoridad puede tener un hombre para celebrar los 10 años de una Constitución que patea todos los días.
María Lilibeth Da Corte
EL UNIVERSAL
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