viernes, 31 de julio de 2009

¿Se quedará para siempre?

Miguel Angel Santos
El Universal

Julio 31, 2009

En un foro realizado hace un par de días en Washington, Moisés Naím ha dicho que Chávez tiene “capacidad política y recursos económicos para seguir en el poder muchísimo tiempo”. Con ese placer que Moisés siempre ha derivado de oponerse a lo convencional, con la capacidad que ha desarrollado para develar la inconsistencia típica de las soluciones fáciles y los lugares comunes, ha enfatizado que “se equivocan los que aseguraban que la crisis económica acabaría con el gobierno de Chávez”. Y seguro no le falta algo de razón.

Sin embargo, acaso por puro tecnicismo, uno no puede dejar de percibir cierta inconsistencia en el afirmar por un lado que Chávez no caerá por la crisis económica, y por el otro que tiene recursos para mantenerse en el poder por muchos años. No deja de ser un contrasentido, una asimetría de la lógica, pensar que si la falta de recursos no necesariamente conduce a la salida, el tener dinero si hará posible que se instaure en el poder para siempre (con las restricciones biológicas del caso).

La correlación entre la estabilidad política y la economía siempre ha tenido una naturaleza muy débil. Por buscar algunos ejemplos fáciles: Pérez Jiménez cayó en medio de una fuerte expansión económica, Caldera navegó con relativa calma tras provocar una de las crisis financieras más grandes que se haya visto en América Latina, y Chávez utilizó la enorme contracción económica ocurrida en 2002-2003 para hacerse fuerte. Un poco más allá de nosotros (geográficamente hablando, claro está) Mugabe ha conseguido mantenerse 26 años en el poder habiendo batido de forma sucesiva todos los récords de hiperinflación registrados en el Guiness de la economía. Es así. Pero tiene sus matices.

Durante los primeros seis meses de este año, el precio del petróleo venezolano cayó en más de 50%. Hasta donde tenemos noticia, en el primer trimestre el PIB inclusive llegó a crecer 0.3% (nos fue bastante mejor que a muchos), las importaciones subieron 7%, el consumo por habitante registró un leve crecimiento de 1.4, y la inflación se estabilizó alrededor de 26-30% (con la de alimentos cayendo en picada desde 57% hasta 22%). ¿Cómo ha sido eso posible? En un foro al que asistí esta semana alguien sugirió que probablemente Rodrigo Cabezas tenía razón cuando decía que el gobierno no había estudiado economía utilizando los mismos libros que la oposición. Quería decir, me supongo yo, que aquí se puede seguir disfrutando del boom de consumo, importando cada vez más, produciendo y trabajando cada vez menos, y con inflación estable. Ya quisiéramos todos.

Lo que hemos vivido durante este primer semestre es uno de los procesos de endeudamiento público más grandes de los que se tenga conocimiento en un período tan breve. En seis meses, nuestra deuda externa pasó de 51.000 millones de dólares a 59.000, con proyecciones de alcanzar 66.000 a final de año. Eso equivale a contratar, en doce meses, la mitad de todo el endeudamiento registrado durante los cuarenta años previos a Chávez. Para conseguir esa cantidad en el entorno mundial posterior a la crisis financiera, el gobierno ha estado dispuesto a colocar deuda de PDVSA a dos años a tasas entre 21%-26% en dólares, y a recibir efectivo hoy de China y Japón, a cambio de la producción futura de petróleo.

Con la deuda interna creciendo en 108% en 2009, nuestro endeudamiento total terminaría alrededor de 47% más alto al cierre del año en relación con 2008. Es allí en dónde está la “magia” de Chávez. Ese endeudamiento masivo no es consistente con la posición de alguien que tiene “recursos económicos para seguir en el poder” por muchísimo tiempo. Esa matemática si está en los libros por los que estudiamos nosotros. Se encuentra más hacia el final, en la sección de las causas de las hiperinflaciones y del empobrecimiento sostenido de las naciones (al menos ahí está en el libro de Jeffrey Sachs y Felipe Larraín). A lo mejor al de Rodrigo le arrancaron esas páginas, o quizás jamás llegó hasta ahí.

En cualquier caso, sostener la fiesta de Venezuela con estos niveles de precios petroleros, es equivalente a endeudar el país hasta los huesos. Bajo el artificio financiero de calcular el PIB venezolano a 2,15 Bs.F. por dólar, nuestra deuda apenas equivale al 30% del tamaño de nuestra economía. Otras tasas de cambio, de esas que se ven todos los días por ahí, nos ubicarían en la vecindad de 70%. De eso se trata. A ese ritmo esto no se podría sostener por mucho tiempo. Entendiendo “esto” como nuestra manera de vivir. No quiere decir, para cerrar el círculo, que Chávez se vaya a ir. Pero sí quiere decir que si se queda, no existe ninguna probabilidad de seguir viviendo en el país en el que vivíamos hasta hace poco.

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