¿Qué va a pasar aquí?
Miguel Ángel Santos
El Universal, 24 de julio de 2009
Tras el desplome del petróleo en el último semestre del año pasado, empezó a correr por ahí la pregunta: ¿Y ahora qué va a pasar aquí? Tras promediar en julio 129 dólares por barril, la cesta venezolana se vino al suelo, alcanzando en diciembre apenas 32. La hora del lamento de Job (LO QUE YO TANTO TEMÍA ME HA ACAECIDO) había llegado. La economía terminaría por pasarle factura a la revolución. Irónicamente, nuestra confusión, nuestra falta de postura ante el tema petrolero es tan grande, que nadie sabía a ciencia cierta, gobierno u oposición, si eso sería una cosa buena o mala.
Han pasado ya seis meses. Algunos de los temores de entonces se han materializado: El precio del petróleo venezolano promedió 46 dólares en el primer semestre, 50% por debajo de los 95 registrados en el mismo período el año anterior. La vaina era en serio. A comienzos de año, el gobierno anunció medidas que podían inscribirse dentro del paquete de ajuste estructural de la tradición más rancia del FMI. Aumento del IVA y del Impuesto sobre la Renta (este último bajo el truco de subir la base de cálculo 19% cuando la inflación fue de 32%); pérdida del poder adquisitivo del salario de los empleados públicos (con dos aumentos de 10% con seis meses de por medio); y fuerte depreciación del bolívar en el mercado paralelo.
Las medidas, cómo no, han tenido sus consecuencias. Pero lo que ha ocurrido no es consistente con una caída de 50% en la principal fuente de divisas e ingresos públicos del país. ¿Y entonces?
Una de las razones por las que esto ha ocurrido es el endeudamiento masivo a que se ha sometido a la nación en estos meses. Más allá de un recurso natural en épocas de crisis, lo que el gobierno ha hecho para tratar de pasar agachado por la crisis petrolera es una hipoteca efectiva con cargo a las generaciones futuras (pero futuras cerquita). En este semestre, nuestro endeudamiento creció 16.000 millones de dólares, 25% más que al cierre de 2008. Entre las nuevas deudas se cuentan la emisión de títulos en bolívares, el Petrobono (recibido por el mercado internacional a precios de bonos basura), y también más de cinco mil millones de dólares levantados entre China y Japón a cambio de petróleo a futuro. No contentos con despilfarrar el petróleo de hoy, se han dispuesto con presteza a disponer del que todavía no ha sido extraído. No terminará ahí. La idea es llevar la deuda en diciembre de este año a 98.000 millones de dólares, 53% por encima de 2008.
La aritmética socialista tranquiliza a algunos analistas, convirtiendo nuestro PIB a dólares utilizando la tasa oficial. Bajo esa artimaña, la deuda al cierre del año representaría apenas 31% del tamaño de nuestra economía. Esa misma estimación, realizada bajo el supuesto negado de cuatro bolívares por dólar, nos pondría en 57%. A seis bolívares por dólar (por ejemplo) estaríamos en niveles de deuda equivalentes al 100% del tamaño de nuestra economía.
Quizás no sea tanto que el gobierno confíe en el reestablecimiento de los precios, sino que ya se haya acostumbrado a resolver el hoy y a instaurar como política de Estado el "como vaya viniendo vamos viendo". Pero la verdad es que si sigue viniendo así, muy pronto vamos a ver muy poco.
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