miércoles, 15 de julio de 2009

ENTREVISTA A PILAR RAHOLA

No creo en choques de civilizaciones sino en
un choque entre la civilización y la barbarie"

Por Pilar Rahola

Entrevista en el diario La Gaceta de Tucumán.

La reconocida periodista española critica duramente el coqueteo de
Cristina Fernández de Kirchner con el chavismo y cuestiona la
hipocresía y las contradicciones de la izquierda. A la vez, advierte
sobre los peligros que enfrenta el mundo con un país como Irán, que
está desembarcando en América latina y que está a punto de construir
la bomba atómica.



Una niña abandonada el día en que nació en Siberia, enferma con
neumonía, sarna y salmonelosis, fue adoptada por una mujer española
con un corazón sensible que convive dentro de un mismo cuerpo con un
cerebro increíblemente ágil y unas agallas hipertrofiadas. Esa mujer
es Pilar Rahola, una cronista de guerra que vive acostumbrada a las
amenazas, una pensadora políticamente incorregible. Es de izquierda
pero anticastrista y antichavista; critica a Saramago y defiende a
Israel. Un oxímoron para los cánones que se aplican habitualmente. El
ganador del premio Pulitzer, Andrés Oppenheimer, la define como una de
las periodistas más valientes del mundo. Recién llegada a Buenos
Aires, este miércoles fue entrevistada por LA GACETA Literaria.

Argentina, América, la izquierda
- "A Argentina le pesa tanto el pasado, que a veces parece que habita
en él, como si la realidad no fuera más que su derivada", escribió en
el diario El País, de Madrid, a raíz de un viaje que hizo a nuestro
país en 2007. La Argentina acaba de celebrar elecciones legislativas
que han cambiado su mapa político. ¿Qué percibió durante estos días en
que estuvo en Buenos Aires?
- Argentina empieza a ser mi segunda patria; me ocupa y me preocupa.
Estoy tratando de tomarle el pulso a la Argentina porque creo que es
el termómetro del continente. El país tiene una sociedad civil muy
activa pero, a veces, parece dormida. Por momentos, la Argentina
parece bipolar porque del pensamiento crítico más feroz se pasa a
permitir los abusos políticos más extraordinarios. A la Argentina el
pasado parece pesarle mucho, y el futuro preocuparle poco, mientras
vive en un presente demasiado traumatizado. Creo que al pasado hay que
recordarlo pero sin descuidar ni dejar de pensar en el presente ni en
el futuro. En la actualidad, lo que percibo es que está atravesando
uno de los momentos políticos más desconcertantes de los últimos años,
con unos gobernantes que parecen autistas, desconectados de la gente y
sus problemas. No cometen más errores porque no se entrenan y los
argentinos están perdiendo la oportunidad de ser un país muy
importante. No es posible que un pequeño país como Chile tenga más
peso geopolítico que la Argentina, ni que tenga una presidente con el
74% de aceptación pública, que es la contratara de su vecina. La
derrota en las elecciones indica que se han cometido todos los errores
de manual. Cristina Kirchner, la mujer comprometida socialmente, que
hablaba de cambiar el rumbo, se ha convertido en una esperanza rota.

- Julio María Sanguinetti, en una entrevista publicada en LA GACETA
Literaria el domingo pasado, afirmó que la izquierda en general no es
democrática. El ex presidente uruguayo prologó su último libro y dijo
que usted era auténticamente de izquierda. ¿Cómo se lleva con la
democracia?
- Sanguinetti tiene razón en algo fundamental: ninguna ideología se
escapa de los procesos autoritarios. Una parte de la izquierda hizo
creer que solamente la derecha tiene monstruos en su interior.
Monstruos que iban desde Pinochet y Videla hasta Hitler. La derecha
tiene monstruos pero la izquierda también los posee, y van de Castro a
Pol Pot o Stalin.
Me llevo bien conmigo misma porque soy una librepensadora. Y eso
significa que me mantengo en mi territorio de dudas y no entro al
terreno de los dogmas de fe. Cuando una ideología entra dentro de ese
territorio se convierte en perversa y reaccionaria. En la derecha
ocurre ese fenómeno; en la izquierda también. Lo que ocurre es que la
izquierda es la que hace más ruido, en las calles, con sus pancartas y
consignas. La izquierda que grita más es, generalmente, la peor: es la
que suele perder el sentido común, apoyando a gobiernos totalitarios,
celebrando actos terroristas como los del 11 de setiembre,
convirtiéndose en una verdadera caricatura. Lo que me repugna es que
en nombre de la justicia social y de la libertad, de todo lo que yo
defiendo, se aclame a hombres brutales que atentan contra esos
ideales. Un ejemplo de estas contradicciones es el fenómeno de Hugo
Chávez y de tantos "Chavitos", como los que pueden encontrarse en la
Argentina. Chávez utiliza la democracia para destruir la democracia,
desmantelando minuciosamente sus instituciones, y tiene un proyecto
imperial con sus aliados de Corea del Norte, Libia e Irán. Que este
hombre diga que es de izquierda, me molesta. Pero que apele a la
libertad, me enfada profundamente. He militado en partidos de
izquierda y peleo por conceptos de la izquierda pero no salgo del
campo de juego. El campo de juego es el que delimitan la Carta de
Derechos Humanos, la libertad y la democracia.

- En el programa de Mirtha Legrand, en el que estuvo este martes, dijo
que muchos de los grandes intelectuales de izquierda están
sobredimensionados, algo que no sucede con los de derecha. ¿Por qué
ocurre esto?
- Por ejemplo, Samuel Huntington habla del choque de civilizaciones y
se hunde. No es recomendado en ninguna cátedra universitaria ni es
tenido en cuenta en casi ningún ámbito del mundo intelectual. Y eso
ocurre porque es de derecha. En cambio, los intelectuales de izquierda
que dicen las mayores barbaridades son siempre impunes. Un ejemplo
claro es el premio Nobel José Saramago, que escribió a favor de Stalin
y en contra de la caída del muro de Berlín, que sigue defendiendo a
Castro y que integró las listas del jurásico partido comunista
portugués en las últimas elecciones. ¿Cómo alguien puede equivocarse
tanto y tener tanto prestigio? Eso ocurre porque se sobreentiende que
un intelectual de izquierda es bueno. La izquierda monopoliza el
prestigio intelectual. Hay que romper el mito que asocia a la
izquierda con la pureza. Hay intelectuales de derecha que han ayudado
a mejorar el mundo y otros de izquierda que han contribuido a
empeorarlo y viceversa. Como yo no me caso con nadie puedo juzgar con
libertad.

- El mundo ha condenado, en forma casi unánime, el golpe de Honduras,
aglutinando a figuras que van desde Castro y Obama hasta Chávez y
Uribe. Algunas voces aisladas como la del Wall Street Journal, o la de
intelectuales como Carlos Alberto Montaner desde el Washington Post,
justificaron el derrocamiento y plantearon que se está juzgando la
situación con pautas extemporáneas. ¿Cuál es su opinión?
- Creo que cualquier golpe de Estado debe ser condenado. El actual
gobierno de Honduras tomó el peor de los caminos; se equivocó. Pero de
ahí a convertir a (Manuel) Zelaya en un santo hay un abismo. Pienso
que se trató de un contragolpe a quien quebraba las leyes, gobernaba
de espaldas a la sociedad e intentaba convertir a su país en un
satélite de Chávez. Zelaya intentó un golpe de estado "blando": el que
consiste en socavar la democracia desde la democracia, replicando lo
que se hace en Venezuela y en Bolivia. Lo notable de Zelaya es que
violó la Constitución y ahora apela a ella para volver a su cargo.
Criticó a Estados Unidos y ahora va corriendo a ver a Hillary Clinton.
Forma parte de la lógica, o la contradicción, populista. Lo que yo le
preguntaría a Cristina Kirchner, que viaja en el avión con Correa a
denunciar el golpe, es dónde estaba antes. ¿Dónde estaba Cristina
cuando Zelaya desmantelaba la libertad en Honduras? ¿Por qué se
paseaba de la mano de Castro? Argentina está cada vez más cerca de
Chávez y cada vez más lejos del sentido común. Lula, Bachelet, Tabaré
Vázquez no viajaron. Sí Cristina, y en medio de la pandemia que vive
su país.

- En un artículo publicado esta semana en el diario La Vanguardia
usted denuncia un proceso colonizador del gobierno iraní y de miembros
del Hezbollah en América latina, con el apoyo de Chávez y Castro. ¿En
qué consiste ese "proceso" y cuán grave es?
- Chávez ha construido la "pista de aterrizaje" para Irán en
Latinoamérica. Hay contratos económicos y militares entre iraníes y
países del ALBA, pueblos islamizados, fábricas montadas, alta
presencia de miembros del Hezbollah. Hay fuentes que indican que el
50% de la financiación de Hezbollah viene de la Triple frontera. La
penetración iraní en América latina es muy preocupante. Es lo único
que le falta al continente; que se plante la bandera del chiismo
radical.

El peligro iraní
- ¿Cómo cree que evolucionará la situación en Irán?
- Las elecciones iraníes son una gran mentira: solamente se presentan
los candidatos permitidos por el consejo de los ayatollas. Irán tiene
un régimen brutal y enormemente rico. Pero también es el país que
tiene la sociedad civil más organizada, capaz de quebrar al régimen,
aunque eso implique muchas muertes. Irán, por su gobierno, es el país
más temible del mundo islámico en Medio Oriente; pero también, por sus
ciudadanos, es el que genera más esperanzas.
El problema es que toda Europa está seducida con los petrodólares
iraníes. ¿Por qué no convertimos a Irán en la nueva Sudáfrica? El
mundo condenó el apartheid contra los negros. ¿Por qué entonces
permitimos el apartheid contra las mujeres, los estudiantes y los que
aman la libertad?

- ¿Cree que Obama aplica un doble standard en la situación de Irán
respecto de la de Honduras?
- Pienso que Obama está tan preocupado por gustar que le dice a cada
uno lo que quiere oír.

- Usted dijo que él era un populista en un artículo reciente.
- Sí, creo que tiene una tendencia al populismo. A pesar de eso,
valoro sus esfuerzos por poner palabras donde antes había armas. Sin
dudas ese es el camino. Pero Obama no tiene mucho tiempo. Puede
hacerse el simpático unos meses más pero, a partir de diciembre, el
proceso nuclear iraní no tendrá marcha atrás. Al mundo le queda muy
poco tiempo para parar el surgimiento de un nuevo régimen totalitario
con armas nucleares. La administración norteamericana lo sabe bien,
como también que en algún momento debe plantarse, dejando de lado la
política de "buenos amigos". Y no me refiero a hacer la guerra, que
sería una barbaridad que no solucionaría nada. Me refiero a un boicot
económico y político que haga daño al gobierno de los ayatollas. Eso
es lo que pide a gritos la ciudadanía iraní: que Estados Unidos
rectifique la pasividad actual.

- ¿Piensa que si EE.UU. no la rectifica, Israel bombardeará Irán?
- Hay una frase en la Biblia: "si tu enemigo dice que quiere
destruirte, debes creerlo". ¿Por qué no habríamos de creerle a Irán
cuando dice que hay que borrar a Israel de la faz de la Tierra?
Los fundamentalistas no mienten: cumplen todas sus amenazas. Cuando
Bin Laden, después del 11 de setiembre, señaló a España diciendo
"ahora Al-Andaluz", era evidente que sufriríamos un atentado
terrorista. Irán es un país que hizo atentados en otros países, como
lo saben bien los argentinos por sufrirlo en carne propia.
Cuando Hitler dijo que iba a hacer desaparecer a los judíos de
Europa, había que creerle. Casi lo consigue al convertir en humo a dos
tercios de los judíos europeos. Si Irán llega a tener capacidad
nuclear, el mundo tendrá un riesgo enorme.

El futuro de Medio Oriente
- "La lucha de Israel, aunque el mundo no quiera saberlo, es la lucha
del mundo", dijo en una conferencia que dio en Washington el año
pasado. ¿Recibe muchas críticas por la defensa que hace de Israel?
- Gran parte de la izquierda ha simplificado el conflicto
palestino-israelí en un esquema de "buenos y malos", "víctimas y
verdugos", desconociendo la mano de Irán, Siria y los yihadistas, de
los palestinos que reprimen a otros palestinos, de los totalitarios
que quieren masacrar en nombre de Alá. Claro que en el lado israelí
también hay responsabilidad que debe ser criticada. Pero el conjunto
debe analizarse contemplando su complejidad. Lo que ocurre es que hay
un sector de la izquierda que, habiendo perdido las utopías, ha
sustituido la boina del Che Guevara por la kefia palestina. Que me
critique esta izquierda, que defiende ideas totalitarias, es un honor.
Lo que me preocupa es la contaminación de tantos cerebros jóvenes, que
no saben nada sobre el conflicto, que no se hicieron ninguna pregunta
y creen que tienen todas las respuestas, que creen que son solidarios
criticando a Israel. No se dan cuenta que Israel es adversario de los
palestinos pero no su enemigo. El enemigo es Hamas. Con Hamas y
Hezbollah no hay futuro. Hezbollah es una agrupación que pone trozos
de carne humana en sus banderas. Su líder envió a su propio hijo a
morir. Se puede salir a la calle y protestar contra la incursión
israelí en Gaza pero también debe criticarse a Hamas. No balancear el
conflicto no es ayudar a la paz: es ayudar a la muerte. Palestinos e
israelíes pueden negociar duramente pero en esos intercambios hay
futuro. Eso es lo que defiendo y lo que me ha valido amenazas de
muerte. La policía me cuida pero sé que es el precio que debemos pagar
los que no queremos formar parte de los dogmas de fe de un mundo
virulento. Lo que me irrita no son los ataques de los
fundamentalistas, porque son coherentes, sino los de los que me
insultan y dicen defender la libertad. También recibo muchísimo apoyo
porque el sentido común, afortunadamente, es mayoritario.

- Usted conoce muy bien Medio Oriente. ¿Cómo imagina el futuro de la región?
- El petróleo es un arma de destrucción masiva: es lo que da el dinero
para montar las mayores atrocidades. Si no superamos la era del
petróleo, no habrá libertades en Medio Oriente. Si no las hay, no
frenaremos el fenómeno yihadista. Si no lo paramos, no habrá paz en
Medio Oriente. Se trata de una cadena. Todo el mundo libre depende de
un modelo de vida que da miles de millones de dólares a dictaduras
atroces que lo utilizan para esclavizar a sus pueblos y fomentar el
terrorismo. Esto se acabará el día en que el petróleo no sea la clave
económica del mundo. Lo dramático es que toda esa riqueza no sirvió
para nada. En los últimos 70 años todo el dinero de ese petróleo no ha
dado un solo premio Nobel en todos los países islámicos de Medio
Oriente. En cambio, en las mismas seis décadas, un pequeño país de
siete millones de habitantes, como es Israel, generó muchísimos Nobel.
No olvidemos que hace un tiempo Mohamar Kadafi dijo: "ustedes tienen
la bomba atómica pero nosotros tenemos la bomba demográfica". Ahora
quieren tener las dos.

- ¿Qué papel cree que debería jugar Estados Unidos en Medio Oriente?
- Europa critica permanentemente a EE.UU. pero lo cierto es que los
únicos que se han metido en el barro son los norteamericanos, los que
sentaron a palestinos e israelíes en Camp David y en Oslo para
resolver el problema. EE.UU. es aliado de Israel pero también es el
mayor donante de dinero a la Autoridad palestina. Creo que los
norteamericanos deben seguir metiéndose pero, de todos modos, soy
pesimista. Por más buenas intenciones que tengan los norteamericanos,
los israelíes y un líder que me gusta como Mahmud Abbas, temo que
Teherán dinamitará cualquier eventual acuerdo con la ayuda de Hamas,
cuyo propósito fundacional es la destrucción de Israel. Me parece que
no estamos cerca de la paz.

El pluralismo y la muerte
- Desde su perspectiva, ¿hay culturas superiores o todas son
moralmente equivalentes, como sostiene la mayor parte del progresismo?
- Hay una cultura superior y es la del derecho. No creo en choques de
civilizaciones sino en un choque entre la civilización y la barbarie.
El bárbaro es el que en nombre de una ideología mata, secuestra,
tortura. El civilizado es el que lucha contra eso. En el Islam los
civilizados son las mujeres que luchan por sus derechos, los
ciudadanos que pelean por la participación en la vida pública, los
escritores que alzan su voz contra la tiranía yihadista. Los bárbaros
son los que persiguen a los disidentes, esclavizan a las mujeres,
amenazan al mundo. Hay una forma superior de ver al mundo y es la que
refleja la Carta de Derechos Humanos. No creo en las teorías de
Huntington o de Oriana Fallaci que estiman que Occidente es superior a
Oriente. En Occidente engendramos monstruos terribles y el Islam ha
dado grandes pensadores. Pero lo que sí creo es que el fenómeno
totalitario es brutalmente inferior al democrático. Yo estoy del lado
de las mujeres lapidadas, de los que luchan por las libertades en las
calles de Teherán o en cualquier lado; y me importa poco que sean
musulmanes, católicos, judíos, ateos o bailarines de flamenco.

- Fue cronista de guerra en varios conflictos. ¿Cuál es la mayor marca
que le han dejado?
- Las guerras te cambian. En cada vuelta a mí país, pasé más de un mes
sin entenderlo. No puedes creer que tus conciudadanos pierden su
tiempo en tonterías mientras tu tienes el alma colgando en una percha.
La imagen más nítida de todas las guerras que viví me quedó grabada
en Africa, en las montañas de Etiopía, en medio de un conflicto que,
como todos los africanos, fue anónimo y pasó inadvertido para todo el
mundo. Es la imagen de una madre etíope acunando a un niño que llevaba
dos horas muerto. Le pregunté a una persona que la conocía si no le
iban a sacar el niño de sus brazos y me contestó: "la muerte en Africa
tiene su tiempo".
© LA GACETA

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