sábado, 6 de noviembre de 2010

Lecciones para México

Jorge G. Castañeda

Sábado, 6 de noviembre de 2010

Hay lecciones que sacar de las elecciones en Estados Unidos que serán más ricas y precisas una vez que se publiquen las encuestas de salida con los porqués y cómos del voto, y no sólo los por quién. Pero algunas consecuencias para México ya son evidentes.
Tenderemos de aliado y principal baluarte de Calderón a un Obama debilitado, y hasta cierto punto acorralado. La paliza pudo ser peor: los demócratas conservan el Senado y la Casa Blanca; y los republicanos están divididos y carecen de programa. Parte de la espectacularidad de la derrota demócrata en la Cámara baja proviene de lo amplio de sus victorias en 2006 y 2008, pero esto es un triste consuelo para un Presidente que, además del mandato de hace dos años, contó con una mayoría casi aplastante en la Cámara baja y de 60 senadores en la alta, hasta la muerte de Kennedy. Obama sigue conservando buenas posibilidades de ser reelecto en el 2012, más que nada gracias al extremismo simplista de Sarah Palin, y encontrará la manera de gobernar y hacer campaña, pero sus márgenes de maniobra son cada vez más reducidos.
En política externa quizá la bienvenida a los acuerdos de libre comercio con Colombia, Corea y Panamá. Pero adiós a el tratado de cambio climático; la reforma migratoria; cualquier programa de apoyo significativo para África, Centro América, el Caribe y México; cualquier intento, más allá de lo ya realizado, de distensión con Cuba; un gran activismo en las Naciones Unidas, en el G-20 y en otras instancias internacionales. Apenas comenzamos a percatarnos de la magnitud de la oportunidad que el mundo tuvo durante los dos primeros años de Obama y de la gravedad de haberlos desaprovechado. Sólo queda prepararnos -ojalá- para tres de los cuatro años de su reelección a partir del 2012, si es que sucede.
Las encuestas muestran que no sólo nueve de 10 votantes están muy preocupados por la situación de la economía de EU, sino que fue por mucho la principal razón para votar. En otras palabras, existe un desfase evidente y quizá explicable entre los datos macro de la economía norteamericana -con excepción de la tasa de desempleo- y el sentimiento de la gente. No hay trabajo, los bancos no prestan, la gente sigue vendiendo sus casas, los fondos de pensiones 401(K) siguen por debajo de su valor de hace dos años en la medida en que la Bolsa de NY sigue deprimida. Pero, sobre todo, la gente está convencida de que el país va por mal camino. Es posible, tal y como lo insinuó para su desgracia, pero con admirable valentía, el propio Obama, que la gente no entienda: que piense que está peor de lo que está, que no se vean los avances ni lo que se ha evitado, que no vea luz al final del túnel. Pero también es posible que, a su manera, la gente tenga razón y que la situación económica sea mucho peor de lo que parece. De ser así, convendría que en México nos despertáramos y entendamos lo evidente: si la economía de Estados Unidos va tan mal, no es posible que la nuestra vaya bien. Y si sigue mal la economía del norte, va a irle cada vez peor a la mexicana. Es el tipo de noticia que ningún gobierno quiere dar, pero uno que ya está por entrar a su último tercio, necesariamente de resignación, sí puede permitirse el lujo de hacerlo.
Y, por último, un resultado agridulce. Lamentablemente la iniciativa 19 para legalizar la mariguana en California perdió por poco: 54-46; y en Arizona, un estado hiperconservador, perdió por menos: 50.2 vs. 49.8. Para Calderón es una victoria pírrica y para México una derrota provisional.
El cambio cultural de EU es espectacular: en medio de la ola conservadora quién hubiera pensado que prácticamente la mitad de los ciudadanos del estado más rico, poblado y grande votaría por la legalización plena de la mariguana. ¿Tiene sentido todavía decir "gringos mariguanos e hipócritas"? "Mariguanos" tal vez, pero hipócritas ya no: los resultados dicen que no quieren reducir el consumo. ¿Qué parte de estos resultados no se entiende?

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