domingo, 20 de febrero de 2011

La tarjeta única

Gonzalo González

Entre las decisiones a tomar por la MUD esta la de adoptar o desechar la propuesta de algunos de cobijar a sus candidatos bajo una tarjeta única en el tarjetón electoral en los venideros comicios a efectuarse en el año 2012. Hay confusión y desconocimiento respecto de las consecuencias políticas, legales y prácticas de acoger ese camino en quienes la asumen de buena fe creyendo que su adopción potenciara el resultado electoral de la oposición. Mero cálculo en quienes lo proponen desde una clara intención non santa, aquí se incluyen los que buscan no contarse y los sectores residuales de la antipolítica quienes insisten borbonicamente en desconocer el rol clave de los partidos en la política como actividad. ¿Esta determinado en alguna investigación científica que el resultado del 26S hubiese sido mas favorable para la plataforma presentada por la MUD si se hubiese concurrido al proceso bajo el paraguas de la tarjeta única?. Me temo que no existe, por lo menos no se menciona públicamente como respaldo a la propuesta. Mas bien pareciera tratarse de la prelación de intereses particulares en algunos casos y en otros de una cierta lógica mas cercana al 2+2 son siempre igual a 4 cosa que en política no opera siempre de esa manera.

Los argumentos a favor de la tarjeta única son: facilita el voto al concentrarlo, permite a quienes no quieran votar por partidos hacerlo por una tarjeta no alineada partidistamente, optimiza la campaña de propaganda al concentrar los recursos, simplificaría el mensaje: nuestro Color contra el Rojo. Es conveniente a estas alturas recordar que no vamos ni a un Plebiscito ni a un Referéndum, procesos en los cuales se vota si o no y se utilizan 2 tarjetas: la afirmativa y la negativa. Vamos a una elección de cargos ejecutivos y legislativos, a elegir personas. Procesos en los cuales la legislación vigente prescribe que quienes pueden postular son los partidos y los grupos de electores que hayan cumplido con los requisitos para contar con la correspondiente Personería Jurídica, la ley reconoce el derecho a postularse por iniciativa propia, pero los requisito a cumplir son de tal envergadura que el reconocimiento de ese derecho es en la práctica un saludo a la bandera.

Los venezolanos no importa el grado de cultura o instrucción estamos habituados a votar con tarjetones llenos de diferentes tarjetas y sabemos buscar la de nuestra preferencia o la que nos disgusta menos si se trata de ejercer un voto castigo. Es cierto que una tarjeta única puede simplificar la propaganda y optimizar los recursos siempre escasos, pero el asunto no es tan sencillo como eso, no se puede ignorar la pluralidad existente en el mundo democrático e ignorarlo puede resultar mas costoso. Lo recomendable es que la campaña y su propaganda adopten una consigna paraguas acatada por todos y no como ocurrió en la parlamentaria, y además todas las tarjetas tengan la misma consigna y similar foto del candidato. La venidera confrontación electoral no puede resumirse en una competencia de colores entre el rojo y quién sabe cual color escogería la oposición, la realidad es algo mas compleja de hecho “Yugo” parece haber desistido, al menos por ahora, de la idea del partido único y por tanto busca reflotar el “Polo Patriótico” para dar imagen de amplitud y pluralismo en el campo del chavismo. La selección de los símbolos y el color de una tarjeta única supone para la coalición democrática y los partidos una nueva complicación a las ya existentes sin que su supuesto rédito valga la pena o este comprobado.

La ausencia de los partidos del tarjetón o los tarjetones es una concesión y un retroceso innecesario en el camino hacia la derrota del régimen y la construcción de un sistema político democrático. Ambos objetivos requieren entre otras cosas de la existencia de organizaciones políticas fuertes, sólidas e implantadas en la geografía nacional. Las elecciones son el momento cumbre de los partidos políticos, la cita estelar en la cual los partidos ejercen su rol fundamental cual es la mediación entre el Estado y los ciudadanos, en este caso en la postulación de los candidatos a ejercer los cargos en los distintos niveles del Poder Público y no es pertinente en el caso venezolano argumentar la peculiaridad de la coyuntura para excluirlos de su rol por excelencia. La situación lo que demanda es la unidad de las fuerzas democráticas, candidatos comunes a Presidente, gobernadores, alcaldes y demás cargos a elegir, reglas claras de selección y un manejo adecuado de los tiempos para escogerlos.

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