FANTASMA DE LA QUIEBRA ASUSTA A VENEZUELA
EL TIEMPO: ANÁLISIS SOBRE SITUACIÓN FINANCIERA
Las crisis políticas desatadas en el Magreb, especialmente la que atraviesa Libia, arrancan una tímida sonrisa (o más bien un suspiro de alivio) a Venezuela, el vecino que observa cómo la debacle del régimen de Gadafi oxigena un poco sus abolladas cuentas económicas gracias al aumento de la “cesta petrolera” que hoy tiene al barril de crudo por encima de los 110 dólares.
Son muchos los indicadores que muestran un recalentamiento del clásico funcionamiento económico venezolano -de crecientes gastos y deudas que se financian casi exclusivamente de la renta petrolera- hasta el punto que temen que Venezuela pueda incluso cesar el pago de sus deudas el año que viene.
Un informe de la firma Capital Economics, citado por la prestigiosa revista The Economist, expone su análisis sin rodeos: “Hay un riesgo creciente de que el gobierno (venezolano) cesaría sus pagos en el año 2012″. Específicamente señala la mencionada firma que el precio del seguro de los bonos venezolanos (credit default swap) muestra un 50% de probabilidades de que Venezuela pueda caer en bancarrota para el año 2015.
Las dudas comienzan con la producción petrolera, cuyo declive fue reconocido por el Ministerio de Energía y Petróleo venezolano al confirmar que durante 2010 produjo un promedio de 2,78 millones de barriles diarios y no los 3 millones diarios que era la cifra oficial hasta el 2009.
Poco menos de la mitad de esa producción diaria se destina al consumo interno bajo un feroz subsidio que le hace perder al Estado venezolano 1500 millones de dólares al año para poder tener la gasolina más barata del mundo: 0.0194 centavos de peso por litro de combustible en suelo venezolano.
Aunque el gobierno asegura que la caída tuvo que ver con el retiro de petróleo del mercado para ajustarse a las cuotas establecidas por la OPEP, analistas como Heliodoro Quintero señalan a la prensa local que la industria petrolera venezolana sufrió intensos contratiempos por decenas de problemas laborales (muchos generados por las expropiaciones que ordenó contra decenas de compañías asociadas a la industria) el retroceso de 12,2% en la inversión para mejorar la producción (cifra también publicada por el ministerio) de al menos 70 pozos, en su mayoría viejos y de difícil mantenimiento.
Sobre los hombros del petróleo se ha puesto también el peso de un gasto social enorme, que en vísperas de las elecciones presidenciales de 2012 amenaza con aumentar más. Para financiar el “socialismo del siglo XXI” el gobierno venezolano ha adquirido compromisos que conforman, según cifras del Fondo Monetario Internacional, una deuda total (interna más externa) de 36,35% del Producto Interno Bruto.
Ese monto contrasta con la cifra oficial, pues el Ministerio de Planificación exhibió la semana pasada ante el parlamento venezolano como deuda total un monto que compromete solo el 18,6% del PIB nacional.
El gasto se evidencia en inversión directa en programas sociales, pero también en la venta de bonos que le otorgan al Estado dinero fresco inmediato con el compromiso de retornarlo, con creces, en el corto y mediano plazo.
El financiamiento de ese modelo político ha significado una reconcentración de competencias en manos del gobierno al iniciar una agresiva campaña de expropiaciones que ahora le reporta el manejo de cementeras, empresas eléctricas, de telefonía, bancos y casi 50% de la cadena de distribución de alimentos a cambio de dolorosas cargas: pagos que desembolsa muy lentamente, compromisos laborales que engrosan la deuda pública mes tras mes y el temor de los emprendedores que poco quieren saber de montar negocios en Venezuela.
De hecho, la inversión extranjera se ha contraído 15% entre 2008 y 2010, según un informe del Banco Central de Venezuela.
A la economía venezolana la desgarran también otras controversias como la existencia de un mercado cambiario controlado por el gobierno que paradójicamente le obliga a otorgar dólares a mitad de precio (el precio del mercado “negro” duplica el precio del dólar “oficial”) a cientos de importadores con los que cubre la demanda de todo tipo de productos, pues Venezuela importa casi 70% de todo lo que consume. Por eso se nota cada vez más que lo piensa dos veces antes de desenfundar cada dólar, como muestran los anaqueles casi vacíos de ciertos productos de higiene personal (como toallas sanitarias, pañales, champú) y la reducción de la oferta de marcas en productos alimenticios.
A pesar de todo eso, no debe olvidarse que el gobierno venezolano tiene varios ases bajo la manga. Al visible cansancio de un modelo económico que hace al país exhibir un aumento inflacionario de casi 2% mensual se le contraponen varios salvavidas que podrían, al menos en el corto plazo, evitar un total ahogamiento en las deudas.
Además de la existencia de algunos fondos a los que se destinan algunos recursos (como el Fondo de Desarrollo Nacional, cuyas cuentas se engrosan también del “maná” petrolero), el gobierno venezolano se ha hecho de una línea de crédito con China que le reportará 20.000 millones de dólares a cambio de petróleo. Venezuela también cuenta con 29.000 millones de dólares en reservas de dinero y oro.
Valentina Lares Martiz
Corresponsal de EL TIEMPO / Caracas
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