La inyección de gasto desembocará en una inflación mayor (30%-35%)
Las expectativas más optimistas sobre los precios petroleros se han materializado. Según la evolución de Libia y las posibilidades de que la insurrección se extienda a otros productores, podría durar más o menos. El caso es que, aún con los niveles de exportación tan bajos de Pdvsa, cada dólar que sube el precio de la cesta venezolana, por encima de los 73 que promedió en 2010, representa 500 millones de dólares anuales.
El Gobierno no debería tener problema en seguir bombeando 120 millones de dólares diarios a través de Cadivi, además de los 30-40 del Sitme. Visto de otra forma: habrá disponibilidad para cubrir el servicio de deuda, los 14.000 millones de dólares en salidas de capital y los 40.000 (quizás algo más) en importaciones de este año. Seguirán escaseando cosas aquí y allá, seguirá la corrupción, y siempre nos parecerá que se hace muy poco o nada con esa enorme cantidad de divisas. Pero no cabe esperar que la situación se deteriore aún más (aunque en esto el Gobierno siempre nos sorprende, en una sola dirección). Habrá más gasto: sólo en enero los egresos base caja del Gobierno central crecieron 48% en relación con ese mes en 2010, 16% en términos reales.
El problema está en cuáles serán los efectos de esa inyección de gasto adicional. El Gobierno tiene ya años en el afán de demoler el aparato productivo. Nuestra capacidad de reacción ya no es la misma. Tomemos el ejemplo de la construcción. En el último trimestre de 2010 el volumen de construcción cayó 9%, 19% el sector privado y 6% el público (también arrasa con su propia capacidad). Dentro de este apartado la infraestructura vial cayó 43%, con los metros de Los Teques y Caracas con volumen de trabajo 80% menor, y Maracaibo y Valencia paralizados (y sin asignación presupuestaria). Por la categoría que se mire el inventario de construcciones interrumpidas continúa creciendo. Son los zombies de concreto. Es consecuencia natural de la escasez de insumos básicos. Las cementeras, sean públicas o privadas, tienen el mismo problema: la regulación del precio del saco de cemento (fijo en 8,35 desde 2003). Ahora son públicas, de manera que la crisis de flujo de caja termina por ahogar la inversión y el mantenimiento, en favor (relativo) de los salarios. Poco a poco toda Venezuela se va convirtiendo en un gran conflicto sindical en donde los trabajadores se esfuerzan por tomar una porción cada vez mayor de una torta que se hace cada vez más pequeña. En otras áreas, cabillas, acero, el problema parece ser la depreciación absoluta de los activos utilizados en el proceso de extracción.
Siendo así, esa inyección de gasto desembocará en una inflación mayor (30%-35%). No será aún más alta porque existen divisas para reciclar el gasto de vuelta al BCV (a través de importaciones). El efecto crecimiento será positivo, pero muy bajo (menor al 1,7% que crece la población). En este escenario y según el Sitme vaya cobrando importancia, los bancos serán las nuevas alcabalas de negocios. Han recibido del Gobierno una fracción del mercado de divisas que antes llevaban las Casas de Bolsa. Hay que recordar la historia de la rana y escorpión y su naturaleza. Sobre esto volveremos más adelante.
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