viernes, 4 de marzo de 2011

"Hacer política"
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 4 de marzo de 2011

Claro que las llamadas "rendiciones de cuenta" le favorecieron! Son los símbolos y las percepciones que ellas forjaron lo que define el éxito del Gobierno con las "interpelaciones". Pero el logro de los objetivos del oficialismo poco tiene que ver con las destrezas de sus contrarios. Con un reglamento que niega el ejercicio eficiente del control parlamentario, los diputados opositores hicieron lo que pudieron. Con restricciones brutales que volvieron a reflejar el ventajismo del régimen, resultaba imposible esperar de ellos una actuación más luminosa.

La meta de Chávez no era convencer al país acerca del inexistente brillo de su gestión: el Gobierno no desconoce que los venezolanos saben bien que esta es una administración precaria en obras. Los propósitos eran otros, y pueden darse, todos, como cumplidos. El guión planificado por los estrategas bolivarianos pretendía simular un falso esfuerzo de "normalización" político-institucional, destinado a reducir las críticas de la opinión pública en torno a la sórdida fragilidad institucional que hoy es majestad en Venezuela y a la arbitraria negativa al debate.

Es obvio que un sector del país ha valorado el episodio como lo que fue: un sainete diseñado para reforzarle al "proceso" una condición democrática de la que carece. Sin embargo, el país es un conglomerado más complejo de juicios y valoraciones. El chavismo no trabaja para modificar la conducta de quienes ya están decididamente en su contra. Cuando Chávez habló de "hacer política", lo hizo teniendo en mente a otros segmentos poblacionales, cuya maleabilidad es un hecho comprobado. Son esos sectores los proclives a interpretar estas jornadas como una prueba de que sí es posible una "coexistencia pacífica": justo lo que ahora mismo le interesa al comandante, en su meta de reconquistar una parte de los terrenos perdidos.

Proyectarse como un Gobierno que acepta el "careo civilizado" con sus enconados adversarios, no es poca cosa para quienes, durante cinco años, practicaron un monólogo preñado de insolencias. Tampoco es poca cosa que Chávez haya estado fuera del eje de discusión sobre su desempeño, y que éste se haya desplazado hacia ministros que, explicando sus logros gaseosos, sirvieron para fortificar la idea de que son ellos, y no el líder, los responsables de una gestión indigente.

Pese al rechazo de la oposición a la propuesta del Presidente, de "hacer política", es eso lo que ha venido ocurriendo en la práctica: en la Asamblea, en el tratamiento de la huelga estudiantil, en la decisión sobre la juez Afiuni, en el clima de corresponsabilidad creado por el Consejo Federal de Gobierno... Un repliegue táctico que desdibuja sus semejanzas con los Gadafi y beneficia al Chávez del crucifijo.

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