Heinz Sonntag
Estimados generales, almirantes y demás oficiales de la Fuerza Armada: tengo el gusto de dirigirme a ustedes en mi condición de ciudadano de la República Bolivariana de Venezuela. Es mi deseo transmitirles algunas inquietudes que me han venido surgiendo a lo largo de estos 15 años de “revolución bolivariana” y “socialismo del siglo XXI”. Los líderes políticos de este “proyecto” del comandante Hugo Chávez Frías, ya fallecido, han contado con una estrecha colaboración de muchos de ustedes, de modo que comparten la responsabilidad por la severa crisis que afecta a nuestro país en lo económico, lo político y, sobre todo, en lo cultural y ético.
Empiezo por recordar el artículo 328 que reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación”. La Constitución de 1999 estipula, además, que los miembros de la Fuerza Armada tienen derecho a voto en elecciones y referendos nacionales, regionales y locales.
Está claro que constitucionalmente la Fuerza Armada tiene ingerencia en los procesos civiles de la República, puesto que se le asigna no solamente la cooperación en el mantenimiento del orden interno sino incluso en la participación activa en el desarrollo nacional. Estas determinaciones les dan a ustedes un papel político activo, más allá de su derecho al voto.
Durante los 40 años desde la eliminación de la dictadura militar encabezada por Marcos Pérez Jiménez, en 1958, hasta la elección del teniente coronel Hugo Chávez Frías, en 1998, la historia nos enseñó que ustedes pudieron cumplir con lo que determinaba la Constitución de 1961, lo cual no era muy diferente de lo que dice la Constitución vigente. A cualquier observador le resultó claro muy rápidamente, después de la juramentación del presidente Chávez, que él y los demás líderes políticos de su “proyecto” se inclinaban por otorgarles más amplias funciones, de acuerdo con lo que había predicado Norberto Ceresole, en lo político, lo cual implicaba (e implica) en cierto sentido tergiversar la Constitución.
Esta participación e ingerencia de ustedes se fortaleció a lo largo de los 15 años, pero especialmente en los últimos y después del fallecimiento de Chávez y la sucesión de Nicolás Maduro en la presidencia. Hoy en día los ciudadanos sienten que ustedes han violado la Constitución porque ya no están al servicio de la nación sino al de una parcialidad política que, para más detalles y de acuerdo con las elecciones del 14-A del año pasado, ya no representa siquiera a la mayoría de los ciudadanos.
En vista de esta situación, pienso que es deber de cada una y uno de los venezolanos llamarles la atención sobre este desconocimiento de la Constitución. Por el texto del artículo arriba citado, ustedes deberían cooperar en el mantenimiento del orden interno y participar activamente en el desarrollo nacional. Inclinarse a la formación de una alianza
cívico-militar como la que están promoviendo los políticos que nos (des)gobiernan actualmente no es precisamente lo que la nación espera de ustedes.
Nosotros, ciudadanos de este país, les solicitamos el restablecimiento de la vigencia de la Constitución. Su participación en el mantenimiento del orden interno y en el desarrollo económico, social, político y cultural-ético es indispensable, siempre y cuando sirva a la nación entera. Soy consciente de que podrán tener un papel significativo en la superación de la crisis que estamos viviendo, incluso ustedes.
Para la alternativa democrática, la MUD y la sociedad civil organizada, este retorno a su papel definido en la Constitución nos prestaría una enorme ayuda para impedir la destrucción de la República democrática y participativa.
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