Beatriz de Majo
El Nacional
En el año 2013 China sobrepasó a Estados Unidos como el país líder en el comercio de bienes a escala planetaria. Ese mismo año se transformó en el primer importador de petróleo del mundo. El país había recuperado el sitial que había tenido en los intercambios mundiales durante la dinastía Qing entre 1644 y 1912. Las importaciones y exportaciones chinas representaban 10% de todo el comercio mundial el año pasado cuando en 2000 apenas aportaban 3% de esa cifra global. Sin embargo, Estados Unidos seguía con el puesto que los calificaba como primera economía mundial. Pero parece que ya no más.
El coloso de Asia este año pasaría a ser la primera economía mundial dejando atrás a Estados Unidos de acuerdo con las cifras de un estudio comparativo del Banco Mundial. El programa usado por los expertos utilizó la metodología del índice de paridad del poder de compra o PPP, una variable económica que es considerada por muchos entendidos en la materia como la más idónea para comparar economías. Este método utilizado ya en 2011 ubicaba el PIB chino en 87% del norteamericano ese año. La inferencia es que si China crece 24% entre 2001 y 2014 –lo que es ya una realidad– y Estados Unidos solo alcanza a expandirse a una tasa de 7,6 en el mismo período, al finalizar este año la economía China habría dejado atrás, en tamaño, a la estadounidense. Este importante hito ya vaticinado por los grandes estudios sobre las 2 potencias se adelantaría 5 años.
Tal logro es la combinación de factores que derivan de la aplicación de políticas económicas internas emanadas desde el Partido Comunista que, sin duda, han dinamizado la economía. Además, el despertar de la economía mundial y el declive de los precios de los productos básicos y materias primas les han dado a los chinos un buen empellón. Las reformas estructurales que el gigante emprendió a raíz de la crisis financiera mundial de 2008 fueron un importante golpe de timón: una economía orientada principalmente a exportar se está transformando en una economía orientada, además, a consumir. Pero es necesario reconocer también que el descenso del costo de las materias primas e insumos importados ayudó a compensar tanto los costos crecientes de la mano de obra en el país como el financiamiento, más escaso y caro, que también golpeó a emprendedores y consumidores.
Las tareas que a China le toca acometer para mantener la primacía mundial de manera que ello favorezca al inmenso conglomerado social que cobija son tareas ciclópeas. Hablamos de provocar una transformación cultural de características épicas para mantener estimulado el consumo de 1.400 millones de seres; atraer inversiones crecientes en medio de una turbulencia financiera en ese país y dominar la crisis que el boom crediticio está a punto de producir; adquirir y sostener niveles cimeros de producción tecnológica y de servicios exportables; resolver los problemas ambientales que limitan el desarrollo; eliminar la inequidades entre la población e incorporar a la China rural al desarrollo, además de consolidar las libertades y crear instituciones democráticas .
En efecto, los números chinos podrán este año ser más abultados que los norteamericanos, pero la lapidaria regla que rige en este difícil espectro de la dinámica económica mundial es que ser el más grande no necesariamente significa ser el primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario