jueves, 8 de mayo de 2014

El poscastrismo


Miguel Angel Bastenier
EL País
Las grandes maniobras ante la aparente inevitabilidad del poscastrismo se aceleran. A China, cuyo canciller Wang Yi hizo recientemente de La Habana etapa crucial de su descubierta por América Latina, y la normalización de relaciones del mundo latinoamericano con la isla, se suma la UE, que los días 29 y 30 de abril celebró conversaciones con Cuba para acordar una Hoja de Ruta que pusiera fin a la “posición común” de 1996, impulsada por José María Aznar fijando condiciones políticas para el diálogo. Solo parece ausente EE UU, a remolque de la cuasi guerra civil en Ucrania.
El régimen cubano, que dirige Raúl, ya no tanto Castro el menor, ha hecho todo lo que estaba en su mano para merecer semejante atención. Desde 2008 ha entregado en usufructo agrícola 1,5 millones de hectáreas a 172.000 beneficiarios, y queda otro millón por repartir; a partir de enero de 2013 los cubanos pueden salir del país y permanecer hasta 24 meses en el exterior, en lugar de los 11 entonces vigentes; y el 29 de marzo pasado se aprobó la “ley estrella” del cambio para la inversión extranjera, que con el eufemismo de “actualizar el socialismo” —analogía china— abrirá las puertas económicas de Cuba salvo en salud, educación y Fuerzas Armadas. El objetivo declarado es obtener de 2.000 a 2.500 millones de dólares anuales para garantizar el crecimiento; y, finalmente, la instauración del Viernes Santo como fiesta laboral, lo que es más que anecdótico por el relevante papel de la Iglesia en todo el proceso negociador, así como partidaria de una salida política en douceur de la Gran Antilla.
¿Cómo será el poscastrismo? El presidente Castro se arriesga a repetir la operación Gorbachov que, tratando de hacer de la URSS una semidemocracia capaz de competir con Occidente, arrojó el niño con el agua de la bañera. Cuba no cayó con la defunción soviética en los 90 porque, a diferencia de la Europa del Este, contaba con dos potentes ejes de estabilización: el nacionalismo latinoamericano cultivado en el último medio siglo por el poder, y su negativo que es el embargo de EE UU. Contra Washington vivíamos mejor.Como dice el politólogo cubano residente en EE UU Arturo López Levy: “Europa tiene un tiempo limitado para aprovechar la ausencia empresarial norteamericana”. Y todo ello con una fecha parteaguas, 2018, en la que expiraría el mandato de Raúl Castro, tras la limitación de permanencia en el poder aprobada por La Habana.
La UE prefiere devotamente un aterrizaje suave y democratizador, sin que el exilio cubano de Miami, ni losneocon norteamericanos jueguen un papel decisivo. Y los pactos de La Moncloa de 1977 para salir planeando del franquismo, serían para Europa un excelente cuadro-marco. ¿Cree Raúl Castro que el régimen tiene vida después de la muerte? La suya. La UE apuesta a que no, y otro tanto piensa gran parte de América Latina. A China le da lo mismo.

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