TRINO MARQUEZ
El “cadivazo”, como se le denomina
popularmente al cambio en el sistema de asignación de divisas para los
viajeros, representa un nuevo golpe contra la clase media. El régimen optó por
recortar los dólares asignados a este amplio sector, antes que reducir la
compra de armas a Rusia, perseguir -hasta que devuelvan el dinero- a los
asaltantes que defraudaron al Fisco con más de veinte mil millones de dólares,
según las conservadoras cifras de Jorge
Giordani, o disminuir el gigantesco
subsidio que les concede a los hermanos Castro para mantener la tiranía sobre
el pueblo cubano. Con cualquiera de esas
operaciones el gobierno podría obtener los tres mil millones de dólares que
dice se ahorrará con el nuevo y opresivo esquema de otorgamiento de divisas.
Nicolás
Maduro, tan inclinado a hablar de sacrificios, prefirió seguir apretándoles
el cinturón a los venezolanos, antes que
adoptar medidas de austeridad que lo obliguen a un uso más racional de las
reducidos dólares que ingresan al país, luego de la caída de los precios del
petróleo. La Cumbre de las Américas en Panamá, instalada el mismo día que se
anunció la medida en la Gaceta Oficial de forma subrepticia –para informarla no
hubo cadena nacional de radio y televisión-
fue una demostración de derroche por parte del Presidente. Se presentó
en el istmo con una comitiva faraónica, un grueso número de alabarderos
tarifados y, por añadidura, con un doble
de él y la “primera combatiente” que se paseaba por los alrededores del sitio
donde se realizaba la convención rodeado de guardaespaldas y edecanes. La
paranoia y megalomanía presidencial les costó a los venezolanos una inmensa
fortuna. Para los miembros del entourage
del primer mandatario no hubo restricciones de divisas, ni tuvieron que llenar
carpetas, ni cumplir trámites engorrosos y humillantes. Una orden del déspota
oriental, porque así se comporta, fue suficiente para que al séquito se le
entregaran suficientes dólares para que sus privilegiados miembros se alojaran
en lujosos hoteles y compraran en los modernos centros comerciales de Ciudad de
Panamá.
El
régimen premia con generosidad a quienes le son incondicionales y de quienes se
vale para aparentar una popularidad y un prestigio de los cuales carece. La
paradoja reside en que mientras el país presenciaba el despilfarro y el
bochorno de la Cumbre, se anunciaba que por austeridad el Gobierno se veía en
la necesidad y la obligación de amputar el cupo de divisas a quienes todavía
pueden (o podían) viajar al exterior. Revivió
el Orwell de Rebelión en la granja:
todos somos iguales, pero hay unos más iguales que otros. Al gobierno y su
entorno no se les aplican limitaciones.
Los
cortes vinieron acompañados de medidas centralizadoras y estatistas que
aumentan la concentración del poder del Estado. Que sea la banca pública la
única que puede operar los cupos viajeros y entregar las tarjetas de crédito,
constituye una medida excluyente y anticonstitucional, que atenta contra las
libertades económicas y la libre empresa. Maduro quiere demostrar que posee la
capacidad suficiente para violar las leyes y colocarse por encima de la
Constitución sin que exista la posibilidad de oponérsele. Esta disposición,
además de arbitraria e ilegal, crea una presión desmedida sobre la banca
pública, que opera con numerosas fallas. Las víctimas de este despropósito
serán los usuarios, ya sometidos a numerosos atropellos desde que se implantó
el control de cambio y el cupo reducido para viajeros.
Por
supuesto que el antinorteamericanismo no podía dejar de estar presente. El
enfrentamiento con Obama salpicó al decreto. Los Estados Unidos constituye el
principal destino turístico de la clase media venezolana. Para Norteamérica la
asignación se redujo a $700, si el viaje dura más de ocho días. ¿Había
necesidad de semejante discriminación y atropello? Solamente la vocación
antiestadounidense de un régimen ingrato, que subsiste porque EE.UU. le compra
de contado casi un millón de barriles diarios, explica que se castiguen de esa
manera a los millones de venezolanos que antes de ir a Cuba, China, Irán o
Rusia, prefieren disfrutar de las delicias que brinda el
país más desarrollado del planeta.
@trinomarquezc
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