domingo, 12 de abril de 2015

SIN BOMBAS, CON CHACHACHA

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TULIO HERNANDEZ

La pregunta se hace obligante. ¿Por qué Barack Obama abre las puertas para dialogar y buscar acuerdos con un país como Irán, obviamente una amenaza para Occidente por su ambición nuclear, y un enemigo abierto de sus aliados de siempre, Israel y el poderío económico judío estadounidense, y en cambio promulga un decreto en el que Venezuela, un país militarmente débil y económicamente asfixiado, queda señalado como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos?
Más aún, ¿por qué en el preciso momento cuando ha tomado la decisión histórica de iniciar el restablecimiento de relaciones con Cuba, y probablemente a mediano plazo la suspensión del bloqueo, decide abrir una cruzada de hostigamiento a un gobierno que precisamente ha sido el gran protegido, asesor, y de alguna manera la mano que ha dado de comer a esa misma nación durante los últimos quince años?
La respuesta está llena de zonas oscuras. Puede uno concluir que lo que se rumoraba, que Venezuela era una amenaza por sus relaciones con Irán y porque le facilitaba el uranio necesario para fabricar su bomba, no es verdad. Y, agregar, que desde un análisis basado en lo que se conoce como “sentido común”, Venezuela no puede ser una amenaza para Estados Unidos. Ni a la manera en que lo sería Irán si fabrica su bomba nuclear, o como alguna vez lo fue Cuba cuando la crisis de los misiles en 1962. Por eso a muchos gobernantes de países vecinos y líderes internacionales que adversan el autoritarismo del gobierno rojo, le ha parecido sin embargo que la medida Obama es excesiva y la han condenado.
Existe además, entre muchos analistas y opositores, la sensación de que la medida ha venido a darle aliento a la alicaída imagen de Nicolás Maduro y hecho recuperar al gobierno rojo parte del apoyo internacional que en los últimos tiempos venía menguando. Una interpretación oficialista “en caliente” celebra que Maduro ha subido algunos puntos en las encuestas, que los rojos han galvanizado su fracturada y desanimada base gracias a la respuesta “antiimperialista”, y que el gobierno norteamericano ha tenido que retractarse por la presión internacional.
Todas son medias verdades. Dos analistas internacionales con gran audiencia, Moisés Naim y Fernando Mires, han explicado con suma claridad lo que está en juego. Naim, demostrando que la decisión de Estados Unidos de que Venezuela amenaza sus intereses se debe a un requisito legal y no a un cálculo estratégico de la Casa Blanca. Existe una disposición que, para permitir tomar el tipo de sanciones previstas contra los funcionarios venezolanos asociados a la violación de derechos, obliga a que los países sancionados sean declarados “amenaza nacional”.
Pero, tal vez, la advertencia más relevante es la que hace Mires. Obama, dice el estudioso chileno radicado en Alemania y omnipresente en Venezuela, es uno de los presidentes estadounidenses que ha ganado mayor legitimidad en el área internacional. Logró restituir la alianza atlántica, establecer alianzas con gobiernos islámicos en la lucha en contra del ISIS, aislar a Ahmadineyad y relacionarse con líderes iraníes más abiertos, acercarse a Cuba y volver a prestarle atención a América Latina cambiando radicalmente la política internacional de Estados Unidos.
Adiós a Bush y sus iguales. La estrategia Obama, subraya Mires, es la sustitución de las relaciones de dominación militar por relaciones de hegemonía política. No renunciar al uso de la fuerza pero restaurar el valor de la negociación política en el espacio internacional. Por eso la preocupación del madurismo, porque entienden que efectivamente, para despecho de muchos opositores talibanes, no habrá invasión militar estadounidense, pero sí una gran tenaza, una red tejida con paciencia, de relaciones políticas internacionales, para frenar la verdadera amenaza, la posible epidemia de gobiernos populistas, dictatoriales, enemigos de Estados Unidos, participantes de la nueva Guerra Fría, amigos de Rusia y de Siria. La señal es clara. Obama no quiere más imperialismo pero tampoco hostilidades latinoamericanas en su contra. Y el peor ejemplo es el militarismo madurista.
Los marines llegaron ya. Pero llegaron bailando chachachá.



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