Mario Toro, sacerdote salesiano,
dictó unas conferencias publicadas en un pequeño libro por el Instituto
Mexicano de Doctrina Social Cristiana con el título: Rehabilitar la política.
Se trata de un notable aporte para
una nueva imaginación del compromiso del cristiano en la política. Coincide la
aparición de estas reflexiones con un momento menguado para la política en
nuestro país, en nuestro continente y en el mundo entero.
Lo primero que tenemos que decir
acerca de la política desde una perspectiva cristiana es que ella es una
vocación de servicio. “Forma excelsa de la caridad” la llamó el papa Pío XII.
No se accede a la política para
satisfacer una ambición de poder. Tampoco una vanidad personal. Mucho menos
para acumular bienes de fortuna y hacerse ricos.
El país necesita más y mejores
políticos. Es decir, líderes que vengan a la política para entregarse al
servicio noble y generoso de un ideal, al servicio de un pueblo, al servicio de
las personas humanas, de cada una de las personas y del conjunto de las
personas.
La política de inspiración cristiana
es cristocéntrica. Es decir, tiene a Cristo y a su mensaje como centro de toda
la reflexión y la acción política. Y Cristo es amor. Así lo proclamó el santo
padre Benedicto XVI en la primera encíclica de su pontificado, que intituló
Deus Caritas Est, o sea, El amor de Dios.
Una política inspirada en el mensaje
cristiano excluye el odio y coloca como objetivo la construcción del bien
común. Es decir, la construcción de una sociedad en la que prevalezca el
respeto a los derechos humanos, a los derechos fundamentales de cada ciudadano
y del conjunto de los ciudadanos.
La agenda de trabajo para una
política de inspiración cristiana incluye temas que tienen que ver con valores
fundamentales. Por ejemplo, hoy en Venezuela predomina la cultura de la muerte
y la cultura de la corrupción.
La primera se constata con la simple
lectura de la prensa diaria. Es alarmante y escandalosa la cantidad de muertes
violentas que se producen en Venezuela.
La segunda, la de la corrupción
desatada a niveles sin precedentes, flota en el ambiente. Rehabilitar la
política pasa por recordar que la política es una vocación de servicio, un
ejercicio de amor y de solidaridad y una oportunidad para sustituir la cultura
de la muerte por la cultura de la vida y la cultura de la corrupción por la de
la honestidad y la rectitud.
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