viernes, 24 de abril de 2015

LA MEJOR VERSIÓN

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PEDRO PABLO FERNANDEZ

Un político que anda siempre con una encuesta diciendo lo que la gente quiere oír no es un líder, es un demagogo. Un líder es aquel que lucha con pasión por las cosas en las que cree sin importar el costo y consecuente con sus principios.
Un modelo paradigmático de ese tipo de líder es Nelson Mandela.
A él le tocó vivir en un país donde imperaba un sistema de discriminación abominable en el que se le negaban los más elementales derechos humanos a toda la población negra, que era condenada a vivir en situaciones infrahumanas.
En 1974, el Gobierno emitió una ley que obligaba el uso del idioma afrikáans, lengua de la minoría blanca, en las escuelas de negros. El 16 de junio de 1976 los estudiantes organizaron una marcha de protesta. 566 niños murieron a consecuencia de los disparos de la Policía.
En junio de 1964, Mandela y otros siete disidentes políticos fueron condenados por traición y sentenciados a cadena perpetua. Al oír la sentencia dijo:
“He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir. Pero si es necesario, es un ideal por el
cual estoy dispuesto a morir”.
Empezó un encierro de 27 años. Por lograr una sociedad justa inició diálogos con el régimen. Su esposa lo acusó de cobarde públicamente y recibió humillaciones de jóvenes que pensaban que se podían imponerse por la fuerza porque eran 80% de la población. Lo acusaban de traidor.
La constancia de Mandela hizo posible entrar en negociación con el presidente De Klerk, hombre del régimen que había sido diputado, ministro del Interior, de Asuntos Exteriores y de Energía. Así alcanzó el objetivo de su vida: una democracia que les permitiera vivir en armonía y evitar un baño de sangre del que, como decía él, no saldría ningún ganador.
A los 91 años concedió su última entrevista: “Mi gente decía que era un cobarde por tender la mano a los afrikáner. No les dije nada. Yo sabía que tenía razón. Sabía que ese era el camino hacia la paz. Al cabo de algún tiempo lo comprendieron. Han visto los resultados. Vivimos en paz”.
La política es una actividad desprestigiada por los demagogos. Mandela la reivindica en su mejor versión.

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