lunes, 28 de mayo de 2018

CARTA RESPUESTA DE EDUARDO FERNANDEZ A JOSE MENDOZA ANGULO

Apreciado amigo: una mano amiga me ha hecho llegar una carta escrita por ti para mí, Después me he enterado de que la carta circula por la red. Aunque a mí no me ha llegado directamente procedo a formular algunos comentarios.

Lo primero; que me llama la atención es que mi artículo de la semana pasada te haya causado “estupor”.

En mi artículo que procedí a releer no encuentro nada que no se ajuste a la más dolorosa verdad. “Ganó la abstención y, como consecuencia, se queda Maduro”. ¿No es así? En el artículo refiero como la abstención viene ganando casi todas las elecciones desde 1993. Esta vez las ganó abrumadoramente.

Yo hubiera preferido que las ganara la oposición abrumadoramente. Eso es lo que ha debido haber ocurrido. A finales del año pasado viajé a Mérida y tuve el honor y el privilegio de ser invitado, una vez más, a la prestigiosa peña que tú integras junto con otros distinguidos intelectuales merideños y que creo que ustedes han denominado “la tertulia de los martes”. En esa ocasión les expliqué, con lujo de detalles, como veía yo la situación, desde el punto de vista político, que se nos presentaba para el año 2018 y hasta les dejé un memorándum que explicaba mis puntos de vista. (Espero que conserven ese documento, pero en todo caso te adjuntaré una copia). Les dije, con suficiente antelación a la fecha electoral, que si todos los que nos oponemos al actual régimen nos uníamos alrededor de una plataforma de unidad, con un candidato de unidad, con un programa consensuado que interpretara la tragedia que estamos viviendo los venezolanos y presentara soluciones serias a sus problemas, con una organización eficiente y con una estrategia inteligente, nosotros, los que nos oponemos al gobierno de Maduro, podíamos obtener una contundente victoria como la que obtuvo la oposición en diciembre del 2015  con ocasión de la elección de la Asamblea Nacional. Y los instaba a contribuir a la búsqueda y promoción de esa c andidatura de unidad.

En aquella reunión, muy grata y muy cordial, no sentí que hubiera discrepancias con los puntos de vista que expresé, en los términos más claros que pude, a favor de una solución electoral.

Ese memorándum lo hice circular en manos de dirigentes muy calificados del liderazgo nacional solicitándoles igualmente que trabajaran en la dirección de construir una candidatura de unidad. Lamentablemente mi propuesta no tuvo eco. No fue posible la unidad. Prevalecieron ls intereses sectarios y las ambiciones personales.
Fiel a la línea política que siempre he sostenido y que sostuvo la oposición política en los últimos años he luchado porque los venezolanos encontremos una solución pacífica, electoral, democrática y constitucional a la grave crisis en la que estamos sumergidos desde hace más de 20 años. Consecuente con esa posición he actuado siempre.

Cuando me opuse al golpe de estado contra la Constitución Nacional que pretendió derrocar al gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992, dije a toda la nación: “los problemas de Venezuela se resuelven con votos y no con balas”. Esto lo he sostenido toda mi vida. Desde que compañeros de generación me invitaron a tomar el camino de la lucha armada para cambiar la dolorosa realidad de Venezuela, les dije que yo prefería siempre el camino de los v otos y no el camino de las balas, de la violencia, de la sangre.

Por eso no entiendo como nadie puede sentir ”estupor” por mi posición de concurrir a un proceso electoral, lleno de abusos y arbitrariedades como lo he denunciado en todos mis artículos y en todas mis apariciones en los medios de comunicación social, pero un proceso que correspondía, de acuerdo con la Constitución Nacional, para el año 2018 y que pudimos haber ganado como lo aseguraban todas las encuestas de opinión pública y como lo evidencian las cifras electorales.

Ganó la abstención. De segundo, muy lejos, llegó Maduro. Si todos hubiéramos estado unidos en la estrategia que la MUD había recomendado en años anteriores consistentemente: solución pacífica, electoral, democrática y constitucional, estaríamos celebrando nosotros y no Maduro y su entorno.

Yo hubiera preferido que nuestro liderazgo político hubiera tenido el coraje cívico y la reciedumbre que tuvieron líderes como Jóvito Villalba y Rafael Caldera, que en 1952 desecharon el camino de la abstención y asumieron la lucha popular y democrática para enfrentar a una tiranía que venía de derrocar al maestro Rómulo Gallegos, de ilegalizar a los partidos políticos y de asesinar al Secretario General de Acción Democrática, Dr. Leonardo Ruiz Pineda.

Con todo el respeto que siento por ti, creo que estás equivocado. No tienes por qué preocuparte mucho porque estás equivocado junto con la inmensa mayoría de la gente en Venezuela y en la comunidad internacional que se interesa por nuestros asuntos. No creo, por cierto, que tu equivocación sea consecuencia de un derrame biliar, ¡Dios te libre! Creo más bien que tu equivocación obedece a dejarse arropar por la frustración que intelectuales de tu valía han sentido fren te a la tragedia que vive Venezuela y a la impotencia que han manifestado sus sectores dirigentes para encontrarle una salida inteligente y civilizada a esta crisis espantosa y desoladora. Por eso comprendo tu carta aunque no la comparto.

Por último déjame decirte que el triunfo de la abstención nos deja en el limbo. La abstención fue la línea política del gobierno. El gobierno sabía que si los venezolanos votábamos, votaríamos en contra del gobierno. Por eso hizo todo lo necesario para que la abstención triunfara y, en consecuencia, ellos pudieran quedarse en el poder. Lo que ocurrió el 20 de mayo representa un salto en el vacío y deja la solución de nuestra tragedia nacional en manos del azar. Estoy seguro de que no se trata del caso tuyo, pero hay muchos “abstencionistas” (aunque sé que a muchos de los que se abstuvieron les molesta que les diga “abstencionistas”) que sueñan con una intervención extranjera o con una acción militar endógena para superar la crisis. Cualquiera de las dos hipótesis me parece poco probable y nada aconsejable.

Lo cierto es que habiendo renunciado a la ruta electoral, pacífica, democrática y constitucional hemos dejado la suerte de Venezuela en manos del azar. El 20 de mayo, gracias a la abstención se desperdició la que podría ser la última oportunidad de lograr una solución pacífica, electoral, democrática y constitucional a la crisis venezolana.

Es una tragedia decir que el régimen le puso fin a la ilusión electoral. Más trágico todavía es saber que ese abandono de la vía electoral lo promovió con la complicidad de buena parte del liderazgo opositor.

Yo tengo la tranquilidad de conciencia de haber dicho y hecho lo que creía más conveniente para los intereses de Venezuela. No es la primera vez que me toca nadar contra la corriente. La historia nos enseña que con mucha frecuencia las mayorías se equivocan. Hace 2000 años, en Jerusalén, la mayoría prefirió a Barrabás en contra de Jesús de Nazaret.

Aprovecho la ocasión para reiterarte mi respeto, mi admiración y mi afecto

Cordialmente,



Eduardo Fernández

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