CARTA RESPUESTA DE EDUARDO FERNANDEZ A JOSE MENDOZA ANGULO
Apreciado
amigo: una mano amiga me ha hecho llegar una carta escrita por ti para
mí, Después me he enterado de que la carta circula por la red. Aunque a
mí no me ha llegado directamente procedo a formular algunos comentarios.
Lo primero; que me llama la atención es que mi artículo de la semana pasada te haya causado “estupor”.
En
mi artículo que procedí a releer no encuentro nada que no se ajuste a
la más dolorosa verdad. “Ganó la abstención y, como consecuencia, se
queda Maduro”. ¿No es así? En el artículo refiero como la abstención
viene ganando casi todas las elecciones desde 1993. Esta vez las ganó
abrumadoramente.
Yo
hubiera preferido que las ganara la oposición abrumadoramente. Eso es
lo que ha debido haber ocurrido. A finales del año pasado viajé a Mérida
y tuve el honor y el privilegio de ser invitado, una vez más, a la
prestigiosa peña que tú integras junto con otros distinguidos
intelectuales merideños y que creo que ustedes han denominado “la
tertulia de los martes”. En esa ocasión les expliqué, con lujo de
detalles, como veía yo la situación,
desde el punto de vista político, que se nos presentaba para el año
2018 y hasta les dejé un memorándum que explicaba mis puntos de vista.
(Espero que conserven ese documento, pero en todo caso te adjuntaré una
copia). Les dije, con suficiente antelación a la fecha electoral, que si
todos los que nos oponemos al actual régimen nos uníamos alrededor de
una plataforma de unidad, con un candidato de unidad, con un programa
consensuado que interpretara la tragedia que estamos viviendo los
venezolanos y presentara soluciones serias a sus problemas, con una
organización eficiente y con una estrategia inteligente, nosotros, los
que nos oponemos al gobierno de Maduro, podíamos obtener una contundente
victoria como la que obtuvo la oposición en diciembre del 2015 con
ocasión de la elección de la Asamblea Nacional. Y los instaba a
contribuir a la búsqueda y promoción de esa c
andidatura de unidad.
En
aquella reunión, muy grata y muy cordial, no sentí que hubiera
discrepancias con los puntos de vista que expresé, en los términos más
claros que pude, a favor de una solución electoral.
Ese
memorándum lo hice circular en manos de dirigentes muy calificados del
liderazgo nacional solicitándoles igualmente que trabajaran en la
dirección de construir una candidatura de unidad. Lamentablemente mi
propuesta no tuvo eco. No fue posible la unidad. Prevalecieron ls
intereses sectarios y las ambiciones personales.
Fiel
a la línea política que siempre he sostenido y que sostuvo la oposición
política en los últimos años he luchado porque los venezolanos
encontremos una solución pacífica, electoral, democrática y
constitucional a la grave crisis en la que estamos sumergidos desde hace
más de 20 años. Consecuente con esa posición he actuado siempre.
Cuando
me opuse al golpe de estado contra la Constitución Nacional que
pretendió derrocar al gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez el 4
de febrero de 1992, dije a toda la nación: “los problemas de Venezuela
se resuelven con votos y no con balas”. Esto lo he sostenido toda mi
vida. Desde que compañeros de generación me invitaron a tomar el camino
de la lucha armada para cambiar la dolorosa realidad de Venezuela, les
dije que yo prefería siempre el camino de los v
otos y no el camino de las balas, de la violencia, de la sangre.
Por
eso no entiendo como nadie puede sentir ”estupor” por mi posición de
concurrir a un proceso electoral, lleno de abusos y arbitrariedades como
lo he denunciado en todos mis artículos y en todas mis apariciones en
los medios de comunicación social, pero un proceso que correspondía, de
acuerdo con la Constitución Nacional, para el año 2018 y que pudimos
haber ganado como lo aseguraban todas las encuestas de opinión pública y
como lo evidencian las cifras electorales.
Ganó
la abstención. De segundo, muy lejos, llegó Maduro. Si todos hubiéramos
estado unidos en la estrategia que la MUD había recomendado en años
anteriores consistentemente: solución pacífica, electoral, democrática y
constitucional, estaríamos celebrando nosotros y no Maduro y su
entorno.
Yo
hubiera preferido que nuestro liderazgo político hubiera tenido el
coraje cívico y la reciedumbre que tuvieron líderes como Jóvito Villalba
y Rafael Caldera, que en 1952 desecharon el camino de la abstención y
asumieron la lucha popular y democrática para enfrentar a una tiranía
que venía de derrocar al maestro Rómulo Gallegos, de ilegalizar a los
partidos políticos y de asesinar al Secretario General de Acción
Democrática, Dr. Leonardo Ruiz Pineda.
Con
todo el respeto que siento por ti, creo que estás equivocado. No tienes
por qué preocuparte mucho porque estás equivocado junto con la inmensa
mayoría de la gente en Venezuela y en la comunidad internacional que se
interesa por nuestros asuntos. No creo, por cierto, que tu equivocación
sea consecuencia de un derrame biliar, ¡Dios te libre! Creo más bien que
tu equivocación obedece a dejarse arropar por la frustración que
intelectuales de tu valía han sentido fren
te a la tragedia que vive Venezuela y a la impotencia que han
manifestado sus sectores dirigentes para encontrarle una salida
inteligente y civilizada a esta crisis espantosa y desoladora. Por eso
comprendo tu carta aunque no la comparto.
Por
último déjame decirte que el triunfo de la abstención nos deja en el
limbo. La abstención fue la línea política del gobierno. El gobierno
sabía que si los venezolanos votábamos, votaríamos en contra del
gobierno. Por eso hizo todo lo necesario para que la abstención
triunfara y, en consecuencia, ellos pudieran quedarse en el poder. Lo
que ocurrió el 20 de mayo representa un salto en el vacío y deja la
solución de nuestra tragedia nacional en
manos del azar. Estoy seguro de que no se trata del caso tuyo, pero
hay muchos “abstencionistas” (aunque sé que a muchos de los que se
abstuvieron les molesta que les diga “abstencionistas”) que sueñan con
una intervención extranjera o con una acción militar endógena para
superar la crisis. Cualquiera de las dos hipótesis me parece poco
probable y nada aconsejable.
Lo
cierto es que habiendo renunciado a la ruta electoral, pacífica,
democrática y constitucional hemos dejado la suerte de Venezuela en
manos del azar. El 20 de mayo, gracias a la abstención se desperdició la
que podría ser la última oportunidad de lograr una solución pacífica,
electoral, democrática y constitucional a la crisis venezolana.
Es
una tragedia decir que el régimen le puso fin a la ilusión electoral.
Más trágico todavía es saber que ese abandono de la vía electoral lo
promovió con la complicidad de buena parte del liderazgo opositor.
Yo
tengo la tranquilidad de conciencia de haber dicho y hecho lo que creía
más conveniente para los intereses de Venezuela. No es la primera vez
que me toca nadar contra la corriente. La historia nos enseña que con
mucha frecuencia las mayorías se equivocan. Hace 2000 años, en
Jerusalén, la mayoría prefirió a Barrabás en contra de Jesús de Nazaret.
Aprovecho la ocasión para reiterarte mi respeto, mi admiración y mi afecto
Cordialmente,
Eduardo Fernández
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