JEAN MANINAT
La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre…
Eliseo Diego.
Quien
suponga que el día después de las elecciones del domingo 20 de mayo,
los resultados habrán aclarado el camino para superar el drama que vive
Venezuela, está profundamente equivocado, independientemente de la acera
donde hoy esté parado. Porque pase lo que pase, triunfe uno u otro
candidato con opciones, o gane la abstención, será el reinicio del
dificultoso empeño de llevar la roca indómita hasta el borde de la cima.
No
será fácil trazar rutas ecuménicas ficticias con tanto vidrio roto
incrustado en las plantas de los pies. Mucho ha estado en juego, como
para resolver el post mortem –cualquiera sea el dictamen– en
base a palmaditas entusiastas en el hombro. Habrá que entrompar las
diferencias en la oposición democrática y perfilar una posición
potablemente común. Así lo hicieron quienes salieron de variopintos
gobiernos autoritarios o francamente dictatoriales.
¿Serán
España y Chile, con su maravillosa capacidad inicial para poner el
pasado dictatorial atrás y el futuro democrático al frente de la
carreta, un buen ejemplo de concertación para nuestro país? ¿O tendremos
que asumir que el panorama político habrá cambiado sensiblemente y con
él la dirigencia que lo representaba, y prepararse para un nuevo y
difícil horizonte con nuevos actores políticos?
Todo
parece indicar que quienes hasta hace nada comandaban la oposición
democrática representada en la MUD y el Frente Amplio necesitarán de una
temporada en un spa de rehabilitación política para reponerse del
fracaso acumulado en los dos últimos años, recuperar los reflejos que
una vez tuvieron y prepararse para acometer lo que viene en conjunto.
Por su parte, el radical chic maximalista
tuvo su cuarto de hora de gloria y lo perdió, demostrando su
incapacidad para movilizar a la gente que según su prédica estaba lista
para marchar a Miraflores, pero era contenida por el entreguismo de la
MUD. Sus cabezas más visibles, a golpe de efectismos, están cada día más
aisladas de la gente en su lejana cúpula de cristal, mientras que los
más desprovistos de entendimiento político andan a la búsqueda del
soldado Ryan para que les haga la tarea.
Con
los resultados en la mano y luego que cada quien elabore el duelo que
le corresponda elaborar, los que salimos a votar y los que se negaron en
la oposición, confrontaremos un nuevo momento en la lucha por recuperar
la democracia, gane quien gane. Luego del “yo te lo dije” de rigor, lo
que quede sano de la dirigencia opositora tendrá que tomar decisiones
determinantes y bajarse del “como vaya viniendo, vamos viendo”. Será una
dura labor de reconstrucción que no admitirá excusas, por nobles que
estas sean.
De lo contrario, “y el otro es el oscuro, el abolido” de Eliseo Diego, calzará perfecto para describir los días subsiguientes.
@jeanmaninat
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