lunes, 28 de mayo de 2018

Serafín cucurusero

 Georg Eickhoff

Negro, muy negro es el cucurusero, como los angelitos negros de Andrés Eloy Blanco. Serán los angelitos negros que liberarán a Venezuela de la miseria y muerte orquestadas por la tiranía de Maduro. Naturalmente, no serán ellos solitos, pero ayudarán. Veamos.
¿Por qué serán los angelitos negros que liberarán a Venezuela? – Pedro Infante dedicó, hace 70 años, toda una película a los angelitos negros y los catapultó más tarde a la telenovela. Antonio Machín cantaba el bolero de Manuel Álvarez Rentería, luego repetido por muchos, así por Celia Cruz y, en su versión más sublime, por Eartha Kitt quien fue, como dijo Orson Welles, “la mujer más excitante en la tierra”. Pero todos quitaron al poema su famosa entrada que le da un sentido aún más marcado de crítica social:

¡Tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le miraba el güeso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco,
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito
Dios lo tendría dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del cielo.
Los angelitos negros son las víctimas del hambre como sus madres enflaquecidas. “Se me iba poniendo flaco, como yo me iba poniendo. Se me murió mi negrito.” – Para el bolero, para la película y para la telenovela lucía mejor quitar esta parte tan cruda y violenta. Pero es esta parte que hoy está viviendo de nuevo la tierra de Andrés Eloy, la Venezuela que sufre bajo la miseria inducida por Maduro y su organización criminal transnacional que envilece al país para usarlo como base para el narcotráfico y el terrorismo produciendo una nueva generación de serafines cucuruseros, niños muertos antes del tiempo.
Ahora, ¿por qué serán los angelitos negros los que salvarán a Venezuela de la muerte? Porque el crimen de lesa humanidad perpetrado contra los niños de todos los colores, cucuruseros o no tan negros, indios, trigueños, rubios, blancos que van “comiendo mangos por las barriadas del cielo”, este crimen de lesa humanidad listado en el Estatuto de Roma es lo que puede provocar la intervención humanitaria que libera a esta tierra y su cielo con su sol “que tuesta blancos”, con su sol “que suda negros”.

La acción militar contra la tiranía de Maduro es tan venezolana como los angelitos negros. Privar a la población de alimentos y medicamentos como lo hace el grupo criminal hecho Estado liderado por Maduro, es uno de los crímenes sujetos a la jurisdicción de la Corte Criminal Internacional de La Haya. Venezuela ratificó el Estatuto de Roma por el cual fue creada esta Corte tipificando el “crimen contra la humanidad” que engloba expresamente la privación generalizada y sistemática de alimentos y medicamentos. Por ello, Maduro y sus cómplices pueden ser juzgados en La Haya si no pierden la vida durante su captura en tierra venezolana como hoy pierden la vida sus víctimas pequeñas y cucuruseras.
Desde el desarrollo del Derecho Internacional producido por la cumbre de los Jefes de Estado en Nueva York, en 2005, quizás la mayor reunión de gobernantes en la historia de la humanidad, y según el documento final de esta cumbre emitido por la Asamblea General de la ONU, los crímenes tipificados en el Estatuto de Roma desencadenan la llamada “responsabilidad de proteger”. Esto significa que, si un gobierno ataca a su población sistemáticamente, incluyendo a los niños, los gobiernos de los otros Estados deben asumir su responsabilidad de proteger a los desprotegidos. Así se justifica la “intervención humanitaria” considerada en el documento, esto es: el uso de la fuerza contra un gobierno criminal. Es por los angelitos negros.
Además del apoyo bienvenido de serafines cucuruseros, se deben cumplir tres tipos de condiciones para una intervención humanitaria: condiciones internas de Venezuela, condiciones de entorno internacional y condiciones internas de Estados Unidos. Primero, hace falta un engranaje funcional entre el exilio y la resistencia territorial para crear una oposición con vocación de gobierno, lo cual es lo opuesto a la colaboración y el diálogo con el presente desgobierno. Segundo, hace falta un entorno propicio latinoamericano como lo promueve el Grupo de Lima y como toma cuerpo en la OEA, con Colombia dispuesta a prestar apoyo a una acción norteamericana. Tercero, una mayoría de las fuerzas que apoyan al Presidente Donald Trump y él mismo deben considerar que una intervención contundente y corta pueda producir el resultado deseado, conforme a sus intereses.

Organizaciones no gubernamentales de larga trayectoria como el Council of Foreign Relations y el Center for Strategic and International Studies han publicado sus análisis estructurales y cuantitativos sobre la crisis humanitaria en Venezuela y sobre las causas políticas de la misma. Las Naciones Unidas por medio del World Food Program han alertado sobre las consecuencias regionales de la crisis inducida. Está comprobado el crimen contra la humanidad que están cometiendo Maduro y su grupo. Es hora de actuar.
La reciente farsa electoral venezolana ha expuesto la falta de legitimidad del grupo de Maduro encaramado en el poder, así como de los grupos colaboracionistas. Las elecciones colombianas, en cambio, refuerzan el frente internacional contra la tiranía de Maduro la cual expulsa a millones de venezolanos de su país creando problemas de todo tipo en los países vecinos. Donald Trump puede entrar en la historia de los grandes presidentes republicanos y demócratas, pero sobre todo republicanos, como Abraham Lincoln y Ronald Reagan, por medio de un hecho militar. Este hecho militar puede ser la liberación de Venezuela.
Eartha Kitt (“I never had sex with Orson Welles”) canta la versión domesticada del desgarrador poema de Andrés Eloy Blanco en un sorprendente español, tan auténtico como excéntrico. Fue ella quien hizo llorar a Lady Bird Johnson, esposa del presidente, en la misma Casa Blanca al nombrar a los hijos, muchos de ellos negros, que iba matando la guerra de Vietnam. Le valió la persecución obscena de la C.I.A. Pero Eartha Kitt sobrevivió a halcones y palomas y luego se hizo aún más famosa, sobre todo con una gran canción que lleva un título emblemático para este momento venezolano: “Where is My Man?”

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