La Conferencia Episcopal Venezolana convoca a “restituir el poder soberano” por “todos los medios constitucionales”
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) convocó a las organizaciones de la sociedad civil y a los partidos políticos a “exigir la restitución del poder soberano utilizando todos los medios que contempla la Constitución” este miércoles, 11 de julio.
Los obispos cuestionaron la actuación del Gobierno del presidente Nicolás Maduro al que califican de régimen totalitario. “Ignorar al pueblo, hablar indebidamente en su nombre, reducir ese concepto a una parcialidad política o ideológica, son tentaciones propias de los regímenes totalitarios, que terminan siempre despreciando la dignidad del ser humano”, señalan en el comunicado oficial.
Exigieron a la dirigencia política soluciones para resolver la crisis económica que afecta a los ciudadanos y exhortaron a la Fuerza Armada Nacional a respetar su juramento y defender la Constitución y la democracia.
“El principal responsable de la crisis por la que atravesamos es el Gobierno nacional, por anteponer su proyecto político a cualquier otra consideración, incluso humanitaria; por sus erradas políticas financieras, por su desprecio a la actividad productiva y a la propiedad privada, por su actitud constante de poner obstáculos a quienes tienen voluntad de resolver algún aspecto de la problemática actual”, exponen.
Sobre la declaración que hizo la Vicepresidenta de la República Delcy Rodríguez en la que afirma que la revolución chavista es una venganza, responden: “La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni las retaliaciones, pero tampoco promueve la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales”.
Aquí los puntos clave del comunicado:
-.La consulta electoral realizada a finales del mes de mayo, a pesar de todas las voces –entre ellas la nuestra– que advertían su ilegitimidad, su extemporaneidad y sus graves defectos de forma, sólo sirvió para prolongar el mandato del actual gobernante. La altísima abstención, inédita en un proceso electoral presidencial, es un mensaje silencioso de rechazo, dirigido a quienes pretenden imponer una ideología de corte totalitario, contra el parecer de la mayoría de la población.
-.Desde el Ejecutivo nacional, la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y el Consejo Nacional Electoral se pretende conculcar uno de los derechos más sagrados del pueblo venezolano: la elemental libertad para elegir a sus gobernantes en justa competencia electoral, con autoridades imparciales, sin manipulaciones ni favoritismos. Mientras existan presos políticos, y adversarios a quienes se les niega su derecho a postularse, no habrá proceso electoral libre y soberano. Reiteramos que la convocatoria del 20 de mayo fue ilegítima, como lo es la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por el Poder Ejecutivo. Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y a los más altos principios de dignidad del pueblo.
-. Las actitudes de prepotencia, autoritarismo y abuso de poder, así como la constante violación de los derechos humanos, van acumulando sobre sus autores un rechazo que las generaciones futuras les reclamarán. En cierto modo resulta suicida seguir insistiendo tercamente en un camino de autodestrucción que se volverá contra sus promotores. La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni las retaliaciones, pero tampoco promueve la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales.
-. Urge en Venezuela una dirigencia política que ponga en el centro de sus reflexiones y de su accionar al pueblo venezolano, que tenga conciencia de que más allá de controlar el poder, la política es el oficio de quien movido por la nobleza y los principios éticos sabe ponerse al servicio de los ciudadanos y no de mezquinos intereses. Los líderes de la oposición deben ofrecer al pueblo alternativas de cambio, y trabajar con más fuerza por su bienestar.
-. Una de las situaciones que clama dramáticamente desde su silencio es el fenómeno de la emigración. Venezuela se ha ido convirtiendo en un país en diáspora. Manos que construían y producían, mentes que investigaban y enseñaban, van dejándonos para irse a otros países. La emigración produce situaciones dramáticas: la dura lucha por hacerse un lugar en un país extraño; la posibilidad de caer en el vicio o en la prostitución, o en manos de redes que explotan a sus semejantes; el estigma del rechazo; la tristeza de quienes aquí se quedan; el regreso en situación de fracaso de quienes no han encontrado dónde colocarse (Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA E INFANCIA, Documento “Familia en Migración”, 15 de junio de 2018, nn. 6-8). Muchas de estas situaciones han encontrado alivio en la mano generosa que las iglesias hermanas de países vecinos han extendido a nuestros compatriotas, lo cual agradecemos de todo corazón.
-. La Iglesia, cuya misión espiritual está claramente señalada por Cristo en el Evangelio, no pretende sustituir en su papel y vocación a quienes conocen y manejan la Política. No aspira dominar el panorama social, ni convertirse en factor de gobierno o de oposición. Sin embargo, estimula al laicado debidamente formado y consciente de sus obligaciones y derechos ciudadanos, a hacer oír su voz y a intervenir activamente en la palestra política, con el fin de que los altos principios y valores que la fe cristiana nos transmite se vivan también en el ámbito de lo público y se traduzcan en obras de bien común.
-. Ante la situación desastrosa que se deteriora permanentemente por las erradas políticas establecidas, y que los responsables se niegan a rectificar, animamos a la sociedad civil a ofrecer sus talentos y capacidades para explorar soluciones. Hay muchas personas comprometidas con el país, sus comunidades, sus familias. Existe en el venezolano mucha creatividad, iniciativa, espíritu de sacrificio: todo ello se manifiesta en un trabajo esforzado y diversas iniciativas de emprendimiento. Ciertamente la situación es abrumadora, pero no nos podemos acostumbrar a la precariedad que tanto humilla a nuestro pueblo. Por otra parte, animamos a las diferentes organizaciones de la sociedad civil, y a los partidos políticos, a exigir la restitución del poder soberano al pueblo, utilizando todos los medios que contempla nuestra Constitución (referendo consultivo, manifestaciones y otros).
-. El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos invitan a ser solidarios. Nuestras diócesis, parroquias y demás instituciones, a pesar de sus limitaciones logísticas y financieras, han desplegado una amplia campaña de ayuda a los más necesitados, especialmente en lo que se refiere a alimentación y acceso a medicamentos (ollas comunitarias, comedores, bancos de medicinas). Debemos continuar y reforzar en lo posible esta acción solidaria con el apoyo generoso que tantos fieles aportan, aun desde su pobreza. Pero, además, la comunidad eclesial está llamada a favorecer un cambio estructural en pro de la transformación de nuestra sociedad (Cfr. CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA, Documento La Contribución de la Iglesia… N° 58): corresponde a cada Iglesia local buscar los medios, los métodos y las estrategias para contribuir a ese cambio con acciones concretas.
Prensa: CEV
Los obispos cuestionaron la actuación del Gobierno del presidente Nicolás Maduro al que califican de régimen totalitario. “Ignorar al pueblo, hablar indebidamente en su nombre, reducir ese concepto a una parcialidad política o ideológica, son tentaciones propias de los regímenes totalitarios, que terminan siempre despreciando la dignidad del ser humano”, señalan en el comunicado oficial.
Exigieron a la dirigencia política soluciones para resolver la crisis económica que afecta a los ciudadanos y exhortaron a la Fuerza Armada Nacional a respetar su juramento y defender la Constitución y la democracia.
“El principal responsable de la crisis por la que atravesamos es el Gobierno nacional, por anteponer su proyecto político a cualquier otra consideración, incluso humanitaria; por sus erradas políticas financieras, por su desprecio a la actividad productiva y a la propiedad privada, por su actitud constante de poner obstáculos a quienes tienen voluntad de resolver algún aspecto de la problemática actual”, exponen.
Sobre la declaración que hizo la Vicepresidenta de la República Delcy Rodríguez en la que afirma que la revolución chavista es una venganza, responden: “La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni las retaliaciones, pero tampoco promueve la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales”.
Aquí los puntos clave del comunicado:
-.La consulta electoral realizada a finales del mes de mayo, a pesar de todas las voces –entre ellas la nuestra– que advertían su ilegitimidad, su extemporaneidad y sus graves defectos de forma, sólo sirvió para prolongar el mandato del actual gobernante. La altísima abstención, inédita en un proceso electoral presidencial, es un mensaje silencioso de rechazo, dirigido a quienes pretenden imponer una ideología de corte totalitario, contra el parecer de la mayoría de la población.
-.Desde el Ejecutivo nacional, la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y el Consejo Nacional Electoral se pretende conculcar uno de los derechos más sagrados del pueblo venezolano: la elemental libertad para elegir a sus gobernantes en justa competencia electoral, con autoridades imparciales, sin manipulaciones ni favoritismos. Mientras existan presos políticos, y adversarios a quienes se les niega su derecho a postularse, no habrá proceso electoral libre y soberano. Reiteramos que la convocatoria del 20 de mayo fue ilegítima, como lo es la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por el Poder Ejecutivo. Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y a los más altos principios de dignidad del pueblo.
-. Las actitudes de prepotencia, autoritarismo y abuso de poder, así como la constante violación de los derechos humanos, van acumulando sobre sus autores un rechazo que las generaciones futuras les reclamarán. En cierto modo resulta suicida seguir insistiendo tercamente en un camino de autodestrucción que se volverá contra sus promotores. La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni las retaliaciones, pero tampoco promueve la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales.
-. Urge en Venezuela una dirigencia política que ponga en el centro de sus reflexiones y de su accionar al pueblo venezolano, que tenga conciencia de que más allá de controlar el poder, la política es el oficio de quien movido por la nobleza y los principios éticos sabe ponerse al servicio de los ciudadanos y no de mezquinos intereses. Los líderes de la oposición deben ofrecer al pueblo alternativas de cambio, y trabajar con más fuerza por su bienestar.
-. Una de las situaciones que clama dramáticamente desde su silencio es el fenómeno de la emigración. Venezuela se ha ido convirtiendo en un país en diáspora. Manos que construían y producían, mentes que investigaban y enseñaban, van dejándonos para irse a otros países. La emigración produce situaciones dramáticas: la dura lucha por hacerse un lugar en un país extraño; la posibilidad de caer en el vicio o en la prostitución, o en manos de redes que explotan a sus semejantes; el estigma del rechazo; la tristeza de quienes aquí se quedan; el regreso en situación de fracaso de quienes no han encontrado dónde colocarse (Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA E INFANCIA, Documento “Familia en Migración”, 15 de junio de 2018, nn. 6-8). Muchas de estas situaciones han encontrado alivio en la mano generosa que las iglesias hermanas de países vecinos han extendido a nuestros compatriotas, lo cual agradecemos de todo corazón.
-. La Iglesia, cuya misión espiritual está claramente señalada por Cristo en el Evangelio, no pretende sustituir en su papel y vocación a quienes conocen y manejan la Política. No aspira dominar el panorama social, ni convertirse en factor de gobierno o de oposición. Sin embargo, estimula al laicado debidamente formado y consciente de sus obligaciones y derechos ciudadanos, a hacer oír su voz y a intervenir activamente en la palestra política, con el fin de que los altos principios y valores que la fe cristiana nos transmite se vivan también en el ámbito de lo público y se traduzcan en obras de bien común.
-. Ante la situación desastrosa que se deteriora permanentemente por las erradas políticas establecidas, y que los responsables se niegan a rectificar, animamos a la sociedad civil a ofrecer sus talentos y capacidades para explorar soluciones. Hay muchas personas comprometidas con el país, sus comunidades, sus familias. Existe en el venezolano mucha creatividad, iniciativa, espíritu de sacrificio: todo ello se manifiesta en un trabajo esforzado y diversas iniciativas de emprendimiento. Ciertamente la situación es abrumadora, pero no nos podemos acostumbrar a la precariedad que tanto humilla a nuestro pueblo. Por otra parte, animamos a las diferentes organizaciones de la sociedad civil, y a los partidos políticos, a exigir la restitución del poder soberano al pueblo, utilizando todos los medios que contempla nuestra Constitución (referendo consultivo, manifestaciones y otros).
-. El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos invitan a ser solidarios. Nuestras diócesis, parroquias y demás instituciones, a pesar de sus limitaciones logísticas y financieras, han desplegado una amplia campaña de ayuda a los más necesitados, especialmente en lo que se refiere a alimentación y acceso a medicamentos (ollas comunitarias, comedores, bancos de medicinas). Debemos continuar y reforzar en lo posible esta acción solidaria con el apoyo generoso que tantos fieles aportan, aun desde su pobreza. Pero, además, la comunidad eclesial está llamada a favorecer un cambio estructural en pro de la transformación de nuestra sociedad (Cfr. CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA, Documento La Contribución de la Iglesia… N° 58): corresponde a cada Iglesia local buscar los medios, los métodos y las estrategias para contribuir a ese cambio con acciones concretas.
Prensa: CEV
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