EN DEFENSA DE LAS REUNIONES UNITARIAS
TRINO MARQUEZ
El
encuentro entre Henrique Capriles, Henri Falcón, Henry Ramos Allup, Tomás
Guanipa y Julio Borges vía skaype, en la casa de Vicente Díaz, debería
constituir el primer paso para el relanzamiento de la dirigencia opositora, en
proceso de disolución desde 2017, cuando las protestas a lo largo de cuatro
meses, con un saldo de más de 130 fallecidos, no lograron el objetivo de provocar
la renuncia de Maduro o elecciones presidenciales adelantadas, con un CNE
imparcial. Esas manifestaciones ni siquiera pudieron mover un milímetro la intransigente
postura del régimen, obstinado en mantener sus políticas destinadas a implantar
la dictadura socialista del siglo XXI.
Después de ese extenuante ciclo de
luchas, la única propuesta del gobierno fue convocar para el 15 de octubre la
elección de gobernadores prevista en la Constitución, con el mismo CNE de
siempre y bajo la condición de que quienes triunfaran tendrían que juramentarse
ante la asamblea constituyente. La oferta vino acompañada con un caramelito de
cianuro. Los resultados los conocemos. El fracaso de las protestas y las
diferencias dentro de la MUD condujeron a la desmovilización del electorado y a
la abstención de amplios sectores, especialmente de las clases medias. Los
resultados finales arrojaron un número de gobernantes regionales mucho menor
que el proyectado por las encuestas y el abrigado en su fuero interno por los
aspirantes. Sólo se obtuvieron cinco gobernaciones. Para colmo de males, el mandatario
electo por el Zulia, Juan Pablo Guanipa, fue destituido por la constituyente,
siendo remplazado posteriormente por un señor llamado Omar Prieto, que parece etraído
de una caverna. El estado más importante del país se quedó sin el líder que la
mayoría del pueblo eligió. La onda expansiva de la desmoralización se extendió
hasta el 10 de diciembre, cuando se celebraron los comicios de alcaldes. De
nuevo el gobierno mostró cohesión, mientras la MUD se llenó de dudas que
condujeron a una nueva y aplastante derrota.
Envalentonado por los triunfos
electorales sucesivos y por el fracaso de la ronda de conversaciones en
República Dominicana, el régimen decidió aprovechar el desconcierto opositor para
llamar a las elecciones del 20 de mayo. De nuevo la oposición fue asaltada por
las dudas. Se fracturó. Otra vez el clan madurista salió fortalecido, gracias a
la parálisis opositora.
El sacrificio infructuoso de los manifestantes
de 2017 y las sucesivas debacles electorales, condujeron al desmembramiento de
la MUD y a la fractura de la dirigencia democrática. Insólito que el desmembramiento
ocurra en medio de la crisis más atroz padecida por los venezolanos desde la
Guerra Federal, a mediados del siglo XIX, y frente al gobierno más inepto,
desprestigiado y corrupto del que se tenga memoria. La hemiplejía de los
dirigentes políticos no ha aplacado la furia popular. Diariamente se registran
más de cuarenta protestas en todo el país. Las enfermeras fueron a la huelga
hace más de tres semanas. Los trabajadores de Corpoelec encararon las amenazas
y chantajes del régimen. Los profesores universitarios luchan. Numerosas
ciudades y pueblos del interior se han convertido en campos de batalla donde se
le reclama al gobierno la falta de agua, luz, gas, transporte colectivo,
medicamentos. La hiperinflación pulverizó el ingreso de los venezolanos.
Este es el contexto global, sintetizado de
forma muy apretada, en el cual se convocó
la reunión de quienes van quedando de los líderes democráticos. Esos dirigentes
-que a pesar de haber perdido mucho prestigio- son los mejores calificados en
las encuestas de opinión. Su liderazgo continúa siendo reconocido. No aparecen
nuevos rostros, y algunos de los ya habituales, no terminan de convertirse en
referencias nacionales significativas.
La reunión en si misma fue importante. Un
síntoma de que, si no la MUD, al menos los dirigentes más conocidos de quienes
la integran (o integraron), aún están vivos. No se han rendido, ni están de reposo
indefinido.
Resulta insólita, aunque esperable, las
críticas mordaces y desconsideradas de un grupo de extremistas descerebrados,
que viven soñando con invasiones ficticias y rebeliones apocalípticas que nunca
ocurrirán, y ojalá jamás sucedan. Lo que acontece en Siria y Nicaragua es
lamentable. El sadismo de los déspotas que las gobiernan está causando la ruina de esas dos naciones. A
Siria le costará décadas recuperarse. Nicaragua saldrá del conflicto aún más
miserable.
La reagrupación y el relanzamiento de la
MUD, o de cualquier otra plataforma unitaria, constituyen pasos previos
esenciales para que la democracia vuelva a aparecer en el horizonte como una
conquista factible. Con una dirigencia atomizada, quebrada, la llama José María
Aznar, es imposible romper el monolitismo del gobierno y provocar el cambio de
este régimen por uno en el que predominen los principios republicanos.
Los dirigentes deberían persistir en su
esfuerzo unitario, realizar las incorporaciones y consultas necesarias, y
presentarse ante la nación con un programa y una política informativa que
vuelva a cautivar a los venezolanos. Obvien a los extremistas. Hoy lo más
importante son esos millones de venezolanos que padecen, sin esperanzas de
redención, los estragos causados por Maduro y su grupo, y cuya esperanza reside
en fugarse al exterior o adaptarse.
@trinomarquezc
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