La paradoja de comprar billetes para pagar en Venezuela
Alonso Moleiro
El País
El caos económico generado por el Gobierno de Nicolás Maduro ha consagrado en Venezuela un hábito de urgencia: las gestiones callejeras para comprar dinero en efectivo
y poder realizar pagos donde no se aceptan modalidades digitales. Estas
operaciones, sin ningún tipo de regulación, casi siempre se ejecutan a
un precio de hasta tres o cuatro veces mayor a su valor nominal por la
escasez. En un país donde el crecimiento de precios presenta un
descontrol sistémico, persisten determinadas transacciones —el pago a
jornaleros en fincas, servicios de transporte, el servicio de la
gasolina o el importe en algunos estacionamientos— que, con frecuencia,
no aceptan pago con tarjeta.
La
compra de dinero es una gestión que demanda planificación y contactos.
Algunas personas, particularmente algunos empresarios, están obligadas a
hacer grandes adquisiciones de billetes para determinadas actividades
comerciales, sobre todo en zonas rurales en las cuales se presentan
problemas permanentes de servicios como la luz.
Otros, procurando pescar en provecho propio en medio del caos,
conscientes de que esta es una demanda permanente, se organizan para
ofrecer al mercado esos billetes que habitualmente no se consiguen, o
que bancos y cajeros automáticos dispensan en remesas cada vez más
magras.
El dinero se oferta de manera detallada, a través de contactos, pero
en muchas ocasiones en plena calle: en Caracas, entre otros lugares, en
el bulevar de Catia, zona populosa obrera del oeste de la ciudad, o en mercados municipales de alta rotación,
como los de Coche y Quinta Crespo. Esta semana, por ejemplo, los
pensionados engrosaban kilométricas filas para cobrar sus asignaciones
estatales, y tuvo lugar una protesta que se extendió al centro de la
ciudad cuando los empleados bancarios les informaron de que no había
suficiente cantidad de billetes. Mientras tanto, muy cerca, en la plaza
de La Candelaria, algunos vendedores informales ofrecían billetes al
triple de su valor nominal.
José Guerra, economista y diputado, exfuncionario del Banco Central,
apunta que la compra de dinero, y la escasez de billetes vigente en el
país, encuentra su soporte en un rasgo fundamental: la hiperinflación
venezolana es la primera que se produce en la era de la digitalización.
“Dinero hay”, afirma Guerra. “La emisión descontrolada de dinero es la
que provoca el aumento de precios. Lo que no hay es dinero líquido”.
La mayoría de las transacciones se ejecutan con pagos electrónicos y transferencias. “La hiperinflación activa una demanda descontrolada de moneda nominal.
En 2008, por ejemplo, el 33% de la liquidez venezolana se expresaba en
billetes. En este momento, el efectivo es el 2%”, explica Guerra. “La
falta de efectivo se asienta en un descontrol total de los precios, y
eso produce una insuficiencia relativa respecto a los bienes que se
pueden comprar. El Gobierno emitió un billete de 100.000 bolívares con
el que se podían comprar, el año pasado, cinco productos de la cesta
básica. Hoy, se podría comprar, si acaso, uno”.
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