Felicidad
Eduardo Fernandez
Hay una asociación indisoluble entre la propia felicidad y el
bienestar de los que nos rodean. Cada uno de nosotros tiene que hacer
todo lo posible por ser felices. Parte del esfuerzo que hay que hacer
para ser felices es procurar hacer felices a todos los que nos rodean,
pensando siempre en el Bien Común.
“El hombre es un ser para la muerte”. Es la frase del famoso filósofo
alemán Martin Heidegger en su obra Ser y Tiempo. Encuentro esa frase muy
pesimista. Prefiero pensar que el hombre fue creado para la vida, todos
hemos sido creados para ser felices. Nuestra auténtica vocación, es la
felicidad. El libro de la sabiduría dice que: “Dios creó al hombre para
que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo”.
Comprendo que hablar de la felicidad en el mundo contemporáneo resulta
difícil. Hablar de felicidad en un país como Venezuela sometido a los
sufrimientos que ha producido el “socialismo del siglo XXI”, mas
todavía. Hay mucho sufrimiento en el mundo y en Venezuela. Sin embargo,
nuestro deber es “ser felices”.
En una reunión con un grupo de jóvenes mujeres el sacerdote jesuita
Anthony de Melo les preguntó. Ustedes quisieran vivir una vida como la
de la princesa Diana o preferirían vivir una vida como la madre Teresa
de Calcuta. Seguramente la mayoría de las jóvenes se inclinarían por el
esplendor de la vida de Lady D. Parece evidente que Diana fue una
persona que vivió una vida muy atormentada y muy infeliz, en cambio la
madre Teresa de Calcuta, sumergida en ambientes de pobreza extrema fue
un ser humano inmensamente feliz.
La felicidad no depende de cuánto dinero tengas o de los lujos que
puedas darte. La felicidad tiene mucho más que ver con la vida interior
de cada uno, con la capacidad de amar y de ser amado.
Max Scheler, otro filósofo Alemán, decía “solo el bueno es feliz y solo
el que es feliz obra bien “. También decía: “el hombre dichoso puede
sufrir con alegría la miseria y el infortunio”. En cambio con mucha
frecuencia nos encontramos gente que vive en la opulencia y que, sin
embargo, no son felices.
La esencia del cristianismo está condensada en estas frases: “Compórtate
con los demás como quisieras que los demás se comporten contigo”. Y,
“Amar al prójimo como a ti mismo”.
Hay una asociación indisoluble entre la propia felicidad y el bienestar
de los que nos rodean. Cada uno de nosotros tiene que hacer todo lo
posible por ser felices. Parte del esfuerzo que hay que hacer para ser
felices es procurar hacer felices a todos los que nos rodean, pensando
siempre en el Bien Común.
Un pensador inglés llamado Jeremy Bentham decía que para que nuestras
acciones puedan considerarse “morales”, deben asegurar la mayor cantidad
posible de felicidad para el mayor número posible de individuos.
Consientes de todo lo que está sufriendo el mundo y de todo lo que
estamos sufriendo los venezolanos, me ha parecido oportuno recordar que
nada hay más importante para cada uno de nosotros que ser felices y
hacer felices a todos los que nos rodean.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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