CARLOS RAUL HERNANDEZ
…Tengo que confesarte, papá, que ese día descubrí que me gusta matar.
Che Guevara
En la última marcha del orgullo gay, que más bien debería traducirse como dignidad gay,
realizada en Barcelona, algunos lucían franelas con el rostro del Che
Guevara en la famosa foto de Korda. Cierto que desde Eric Clapton hasta
la modelo Inés Barquilla, quien lo caminó por la pasarela Cibeles, el
ícono de Guevara ha estado en magnos eventos de frivolidad kapitalista.
Y también en las oficinas de campaña de Obama, los actos peronistas y
de muchos otros partidos. Pero cuesta entender su presencia en el
movimiento gay que tanto ha luchado y lucha para derrotar a los que les prohibían nada menos que entrar a la condición humana.
Tal
tuvieron que hacer también los negros, los indígenas, las mujeres, los
asiáticos y muchas otras minorías, y es como si los negros cargaran
franelas del KKK. Si en la historia latinoamericana no se conocían
campos de concentración para homosexuales, Guevara, cuyo fusilamiento
acaba de cumplir cincuenta años, creó el primero. Fue el de Guanahacabibes,
a cuya entrada presidía la inscripción “el trabajo los hará hombres”
inspirado en Auschwitz, donde en ubicación equivalente decía “el
trabajo los hará libres”.
Ahí encarcelaban
“aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros de que deban estar
encarcelados… (pero) que han cometido crímenes contra la moral
revolucionaria…”. Luego vino otro centro de reclusión para “desviados”
al que llamaron Cerámica Roja. Resalta mucho que en estos penales
para no delincuentes se practicaban brutales castigos físicos, torturas
y, particularmente, la violación de los reclusos. Lo mismo cuenta
Reynaldo Arenas en su libro Antes que anochezca, lo que promueve reflexiones sobre el hombre nuevo homofóbico, que se asqueaba de los homosexuales pero no tanto.
Negros y portugueses
Sobre
negros y portugueses, sus comentarios son útiles de conocer: “los
negros… han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le
tienen al baño, han sido invadidos por un nuevo ejemplar de esclavo: el
portugués… el negro indolente y soñador, gasta sus pesitos en cualquier
frivolidad, o se pega unos palos…”. Sartre en Huracán sobre el azúcar,
su panfleto sobre Cuba del que después se arrepintió, babeado por el
personaje, define a Guevara como “el ser humano más completo de nuestra
época”. No es un teórico, ni el guevarismo una teoría, sino una actitud
vital. ¡Salud!
Una rebelión con objetivos que podía suplir las carencias del símbolo hipster
por excelencia del momento, James Dean, el rebelde sin causa. La
admiración de Sartre se debe a que lo vio según la autodefinición del
personaje: “soy médico, soldado y finalmente banquero”, presidente del
Banco Nacional (el banco central) para construir el socialismo. Y es
este tecnócrata el que anuncia en 1961 que el crecimiento económico de
Cuba sería de 15% anual y generaría un ingreso per cápita de
3.000 dólares, superior al norteamericano. Pero un año después comienzan
los racionamientos de carne, pollo, leche, pescado, arroz, aceite,
pasta de dientes.
(Cualquier parecido ya Ud.
sabe si es casualidad o no). La producción de azúcar, el petróleo de los
cubanos, se reduce a la mitad y reconoce que “elaboró un plan con
metas absurdas y recursos solo soñados”. Con los meses, lejos de lograr
la felicidad socialista, su ineptitud profundiza la escasez y la
desgracia. Pero al hombre nuevo, la fiera más parecida al hombre, se le
ocurre que la solución es la muerte de muchos: crear una red
internacional de rebeliones “dispuestas a arriesgar todo en una guerra
atómica inimaginablemente destructiva”. Cómo no sé dar de comer, mato.
Botado del trabajo
Fidel
Castro lo suscribe cuando dice: “Más vale morir herido en guerra que
morir de hambre en casa”. La gesta heroica de este banquero que destruyó
el aparato productivo de la isla, y condenó a los cubanos a la miseria
permanente, tal como hace Serrano Mancilla en Venezuela, duró hasta que
los soviéticos se hartaron. Bastaba ya de que aquel gandul pretencioso y
demente dilapidara los recursos que suministraban. Incluso, muerto
éste, la URSS suspendió por un tiempo en 1968 la ayuda económica cuando
descubrió que las aventuras de África y Bolivia las pagaron ellos.
Despedido
del trabajo inicia su aventura africana. Cuando le consultó a Gamal
Abdel Nasser su plan de ir a dirigir guerrillas en África, el caudillo
de Egipto le respondió que “eso se vería como una reedición de Tarzán”. Y
Ben Bella, presidente de Argelia, comentó que Guevara era
“asombrosamente simpático y dogmático… pero que no había “un pueblo en
el Congo sino muchas tribus” y que “un grupo de hombres blancos
liberando una nación que no existía, lindaba con el surrealismo”.
Invitado como orador a la Conferencia Afroasiática de Solidaridad en
1965, Guevara lanzó una propuesta demencial.
En
los hechos más o menos la practicaron los soviéticos y ocasionó las más
grandes tragedias colectivas del continente africano, que casi lo hacen
desaparecer: “…las armas no pueden ser mercancías en nuestros mundos.
Deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias… a los
pueblos que las demandan para disparar contra el enemigo común”. Después
de la muerte de este complejo personaje, lo que quedó de la revolución
africana fueron absoluta miseria, Sida y armas en manos de caudillos
criminales.
@CarlosRaulHer
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