domingo, 4 de enero de 2015

PICÓN SALAS, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS


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ELIAS PINO ITURRIETA

Un ensayo de Mariano Picón Salas sobre el año venezolano de 1936 ofrece luces sobre la penetrante mirada del autor, y viene como guante de seda para ponderar la importancia de un intelectual cuando coloca su trabajo al servicio de la sociedad. Advierte entonces los enigmas que esperan después de la muerte de un tirano de largo mandato, las resistencias del pasado frente a una realidad hecha en el molde de una obligada modorra y las posibilidades, prometedoras pero complicadas, de orientarse hacia una convivencia diversa después de tres décadas ominosas. Pone la lupa en la primera gran transición del siglo XX, para iluminar y entusiasmar con cautela una incertidumbre jamás sentida. Ahora, cuando se cumplen cincuenta años de la muerte del autor, la memoria de ese notable texto invita a pensar en la entidad de sus servicios y a mirar hacia una obra mayor del pensamiento y la literatura, que se debe tener presente en las vicisitudes de la actualidad.
Una obra que no se satisfizo con mirar desde la atalaya del pensador, debido a que tradujo sus reflexiones en realizaciones concretas que han perdurado. Aquí destaca su papel de colaborador en la fragua de la democracia, haciendo de animador de los partidos modernos y de asesor de los líderes enfrentados a los desafíos de un país tan anhelado como inédito. Allí estuvo Picón Salas convertido en artífice del cambio social, escribiendo papeles para la solución de los problemas y estrenándose como burócrata en despachos incipientes. Generalmente no se aprecia esa actividad, o apenas se considera, debido a que la opacan sus realizaciones de mayor trascendencia cuando saca las letras del papel para volverlas herramienta de modernización. Se trata de aportes tan considerables como la renovación de la pedagogía a escala nacional, la fundación de nuestra Facultad de Filosofía y Letras de la UCV y la creación del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. ¿No sale Venezuela, debido a ese legado, de una etapa para entrar en otra, dinámica y desafiante, que aún alimenta las esperanzas de buena parte de la ciudadanía frente a los valladares de la barbarie?
El interés por la valoración de los detalles pudo sugerirle el camino de la praxis social, no en balde aparece como una constante de su labor historiográfica y literaria. La apreciación y el enaltecimiento de las minucias habitualmente subestimadas, el regodeo en las peculiaridades de diferentes sociedades y personajes, abren surcos de entendimiento, pero también de sobresaliente belleza, debido a los cuales descubre realidades que nadie había apreciado con tanta propiedad. De allí la escritura de libros imprescindibles que lo convierten en ensayista de estatura continental porque mira, como nadie jamás antes, hacia personas comunes a quienes respeta y ama: Viaje al amanecer, descripción y sentimiento de las raíces andinas; Intuición de Chile, admiración por una colectividad disciplinada en sentido constructivo; Despedida do Brasil, o el encandilamiento ante variedades y exuberancias; Gusto de México, la mirada hasta lo más profundo de las sociedades dominadas por el poder europeo; y Pedro Claver, el santo de los esclavos, documentación e imaginación en el clímax. Así llega a la escritura de un volumen fundamental para la interpretación de la mentalidad forjada en las colonias convertidas en repúblicas: De la conquista a la independencia: tres siglos de historia cultural latinoamericana, exaltación de las maravillas de una sensibilidad deslumbrante y sugestión de una urdimbre integracionista cuyo tejido sigue pendiente.
No hay espacio para detenerse en las letras que Picón Salas deja a Venezuela como materia particular de reflexión, la mayoría de obligante lectura por la calidad de las explicaciones y por la hermosura de la prosa. Mencionamos, sin embargo, para que el lector de hoy las tenga presentes: Miranda, Comprensión de Venezuela, Historia intelectual de Venezuela, Suma de Venezuela y Los días de Cipriano Castro, tal vez el mejor anzuelo para una pesca inicial en la profundidad de sus aguas. Sin olvidar que también fue, como se trató de sugerir al principio, lúcido apuntador de épocas enrevesadas. Viene, pues, como anillo al dedo.



epinoiturrieta@el-nacional.com

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