La incertidumbre política tiene al país en estado catatónico, nadie
sabe exactamente como saldremos de esta tragedia pero el gobierno
tampoco sabe cómo podrá sostenerse. En la calle se siente un clima
pesado, una sensación de lo inevitable: el régimen está en su fase
terminal. No podemos pronosticar el futuro pero si inferir al menos seis
posibles escenarios en la coyuntura y algunas consideraciones que de
ellos se derivan:
1.- Se suspenden las elecciones. Postergar el evento
en nada beneficia a este gobierno que más bien adelantó la convocatoria
por temor a los efectos de la crisis. La suspensión supondría un
replanteamiento del escenario electoral que eventualmente podría
amenazar la candidatura Falcón. Esto sugiere la posibilidad de un
entendimiento tácito entre los participantes para continuar. Pese a la
presión interna y externa, es poco probable la suspensión. Si se
produjera, la unidad opositora sería esencial para tomar las decisiones y
convertir el suceso en una real oportunidad de cambio.
2.- La victoria opositora. No es posible un triunfo
en las circunstancias de hoy, nos referimos a limitaciones que van
mucho más allá de las condiciones electorales. Ganar es un espejismo si
no vamos unidos y por ahora, tal cosa luce distante. Aun cuando hay
voces conciliadoras buscando un punto de encuentro, es una candidatura
que nace en solitario, hay problemas de confianza, persiste un
radicalismo opositor que no ayuda y por si fuera poco, el comando de
campaña ha tenido un equivocado manejo estratégico que solo ha
contribuido a abrir la brecha. Quienes deberían ser tolerantes y
construir puentes, más bien los dinamitan. No pretendo señalar errores
sino advertir que la dinámica política actual no conduce a la unidad. En
todo caso, si contra todo pronóstico Falcón llegara a ganar, hay que
recordar que –según las condiciones aceptadas- la “entrega” del poder
sería en Febrero de 2019 y se mantendría vigente la fraudulenta Asamblea
Constituyente. De aquí a allá ¿quedará algo de país? Si acaso la
realidad no arrasa antes con el gobierno, en ese ínterin la máquina
moledora cubana dejaría al “presidente electo” en extrema debilidad,
propiciando el escenario ideal para un gobierno de integración,
“mientras tanto”. A la postre, un salvavidas para este régimen agónico.
De nuevo la unidad sería clave para evitar que esa eventual victoria se
convierta en pocos meses en un triunfo oficialista. moribundo
3.- La pelea arreglada. No son las elecciones
parlamentarias del 2015, ahora este gobierno moribundo y desesperado
utilizará el poder militar y todos los recursos para torcer abiertamente
la voluntad popular, asignando a cada candidato los votos justos, según
su conveniencia. Si ya en las regionales –cuando había total unidad-
fue difícil cubrir los centros de votación y la abstención fue altísima,
la realidad de hoy deja la mesa servida para que el gobierno infle la
votación de ambos candidatos. Algunos hablan de las encuestas que
favorecen a la oposición y de la debilidad del gobierno, por eso apelo a
la analogía boxística: Cuando una pelea esta arreglada, no importan las
condiciones de los boxeadores sino hacer creíble el espectáculo y tener
cuadrado al réferi. Es decir, no es realmente una pelea sino un show y
el riesgo de que terminemos todos siendo parte de la escenografía es
muy alto. Por eso la comunidad internacional ha sido categórica al
advertir el desconocimiento del resultado de estas “elecciones”.
4.- El gobierno de transición. Divididos, la única
posibilidad de una victoria de Falcón no sería electoral sino derivada
de la decisión de un gobierno consciente de su fragilidad: el poder se
hace insostenible, vista la tendencia de la crisis a profundizarse y las
complicaciones en el plano internacional. Así, el régimen concluye que
su supervivencia está garantizada si ellos tienen influencia en el
proceso de transición y ante la inevitable caída, optan por la
posibilidad más conveniente. Como decía en una mesa un dirigente
chavista “La transición necesaria no es con Capriles y mucho menos con
Leopoldo, sino con alguien que sea potable de este lado, de lo contrario
no es una transición”. Esa tesis tiene sus radicales dentro del
chavismo que dicen “Falcón presidente y nosotros la oposición… y así
arrasamos por completo a la derecha”. Este escenario sería una variante
de “la pelea arreglada”. Que exista gente pensando esas cosas
dentro del chavismo o personas operando esa posibilidad en el entorno
de Falcón no es algo para horrorizarse, alarmante sería que no exista
una actuación unitaria de las fuerzas democráticas para evitar que esa
transición se convierta en una “reedición del proceso”, aunque no sea la
intención de Henri Falcón. Que el chavismo decida propiciar su salida y
a tales fines, intente utilizar a algún candidato opositor, es
simplemente un escenario. Lo angustiante es la falta de unidad, insisto.
6.- Falcón se retira. El candidato ha sido enfático al decir que llegará hasta el final, por lo cual menos se preocupará el gobierno en ofrecer condiciones electorales. ¿Para qué si a todo evento el otro candidato se mantendrá? Algunos analistas dicen que se mantendría porque siempre tendrá algo que ganar y no es así. Si “gana” Maduro, obvio que Falcón estará en un dilema: O canta el fraude que buena parte del país le ha advertido y queda muy mal. O queda peor reconociendo la “victoria” de Maduro, justo lo que aspira el gobierno y quienes lo han acusado de ser un Caballo de Troya. Henri Falcón tiene un capital político que vale la pena preservar. No es el caso de algunos aventureros que acompañan su candidatura por intereses facciosos, esos nada tienen que perder. Lamentablemente estas dinámicas políticas son tenazas que aprietan y hacen imposible zafarse. Creo que Falcón no tiene intención de retirarse pero si lo hiciera, él sería el gran ganador: metería en un gran paquete al gobierno, acaba con todas las dudas que han tejido a su alrededor y se consolida como líder nacional. ¡Ya veremos!
En definitiva, el escenario más factible es la pelea arreglada, “ganando” Maduro o en su variante hacia el gobierno de transición. Pero la realidad, mis ambles lectores, es que sin unidad todo esfuerzo puede ser inútil y el gobierno lo sabe Sin embargo, pese a la incertidumbre, estamos por salir de esta pesadilla. ¡Venezuela no se rinde!
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