EL DISCURSO NEOABSTENCIONISTA
Jean Maninat
El
discurso neoabstencionista tiene un problema de origen que le pesa como
una lápida: siempre comienza aclarando que no es abstencionista, que en
realidad siempre ha desconfiado del abstencionismo, que no debe ser
confundido con otros abstencionismos pues el suyo es un método nuevo,
postmoderno, de abstencionismo express, quirúrgico, que se niega a
participar cuando las elecciones no se pueden ganar, porque el gobierno
es muy mañoso y nunca se permitirá perder una elección más. Lo que
quiere decir que mientras este gobierno siga en pie, la vía electoral
está clausurada. ¿Cómo saldremos, entonces, de este paquete? In God we trust.
No
otra cosa afirmaban y afirman los sectores maximalistas de la
oposición. ¡Dictadura no sale con votos! ¡Votaremos cuando el Gobierno
se haya ido! ¡Avalar elecciones en dictadura es colaboracionismo! De
manera tal que resulta bastante obvio que tanto la MUD y su
rencarnación, el Frente Amplio, se han dejado influenciar por los
argumentos que tanto combatieron hasta hace nada. Ah, claro está, las
condiciones han cambiado radicalmente, antes el gobierno y el CNE eran
menos malvados que ahora.
Según
la nueva leyenda urbana electoral, en diciembre de 2015 la nomenclatura
gobernante se habría dado cuenta -y con ella el ingenuo G2 cubano- que
podían perder elecciones y por tanto tomaron la decisión de no perderlas
nunca más. En las elecciones de gobernadores habrían perfeccionado sus
dudosos métodos entregando algunas gobernaciones para darse un barniz
democrático. Por ejemplo, dejando ganar a Juan Pablo Guanipa en Zulia,
pero arrebatándole el triunfo a Andrés Velásquez en Bolívar. Porque la
victoria de Guanipa -por nombrar la más importante- no es concebible, de
manera alguna, bajo la óptica de un gobierno blindado electoralmente
frente a la derrota. Pero todo parece indicar que tenía lo que hay que
tener para resistir la trampa oficialista: organización y empuje para
defender sus votos. Quizás algún día, el propio interesado nos despeje
el misterio.
El
gambito del neoabstencionismo es atrayente: entregamos las elecciones y
dejamos que el régimen se seque por sí solo, lo esperamos en la
bajadita. En el fondo, se parte de una ingenuidad mayor: quienes
aseguran que el régimen es imbatible porque le puso candados sin llave a
la democracia, quieren creer que gracias a la presión internacional
renunciará y entregará el poder. Si algo está comprobado es que
dictadura no sale solo con presiones internacionales. Basta con leer la
prensa cada mañana.
El
discurso de quienes llaman a la nueva abstención carece de continuidad.
Muere en el llamado a no votar por Henri Falcón, porque no tienen otra
cosa que ofrecer. El día después, tendrán que encontrar un discurso
coherente contra el abatimiento que han venido sembrando y elaborar una
propuesta creíble para las mayorías que esperan un cambio. De lo
contrario, continuará la travesía en el desierto hacia la más absoluta
irrelevancia política.
@jeanmaninat
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