martes, 8 de mayo de 2018

POR QUE VOY A VOTAR

MIBELIS ACEVEDO
 
Esta vida me ha puesto oportunidades y obstáculos. Cada vez que recuerdo las veces que me he quedado en posición fetal con la mirada al infinito foso que significa el obstáculo, termino viendo a un inmaduro que se ahogaba en un vaso de agua, o sintiéndome un poco estúpido reconociendo y construyendo la retrospectiva de la solución ante el problema pasado.
 
No llamo a menospreciar los problemas superados. Al contrario. Estoy convencido de que no estamos exentos de tropezar varias veces, de la misma manera que supongo que con la edad, instintivamente, guardamos una pequeña muestra de la piedra para compararla con la nueva que se atraviesa. Hay piedras que se parecen a otras, hay personas, patrones o escenarios similares al vivido, barajitas repetidas de un mismo álbum. Y hay también situaciones excepcionales, cuestiones que conmocionan a millones creando una sintonía, eso que llaman “sentimiento nacional”.

Conozco (conocer de verdad) a venezolanos de casi todas las edades posibles y de diversas clases sociales. Desde nonagenarios que recuerdan al país rural, la Caracas de tranvía y los estertores post Gómez, hasta la generación cuyo odio por el fallecido Presidente Chávez es inocuo. Jóvenes en edad de votar que a pesar de no conocer la alternabilidad en el poder tienen referencias obtenidas gracias a las herramientas propias del siglo en que vivimos y logran hacerse un sentido común. De todas esas personas que trato, ninguna valora lo político en cuantía. Cuando ven a un “Chuo” Torrealba llamando a votar, sacan un “¡Por eso me da asco la política!”, olvidando que ese mismo “asco” nos trajo al caos.

Sin embargo (y afortunadamente) el voto siempre será un ejercicio tan emocional como esa inmadurez y como el verbo que corroe los acantilados del twitter por estos días previos a la elección presidencial. Por fortuna digo, porque a medida de que se acerca el 20 de mayo, salen del closet más voces prestadas a la política aunque digan “voto con un trapo en la boca”. Más allá de que la tendencia abstencionista tenga unos principios que hay que respetar, quiero creer que algunos se han ido adelantando a esa posición fetal que tendrán un 21 de mayo ante la inacción.

La protesta y la intervención internacional forman parte de un accionar utópico. Todo queda en manos de quienes han jurado con amor, lealtad y protección ante Dios y la Constitución, servir al país.


Para mí no queda de otra sino votar, creyendo una verdad irrefutable: nuestra encrucijada es terriblemente humana. Como ya lo fue con otros seres humanos en tantos países y ante piedras tan similares como las que hemos tropezado. La rebeldía es resistencia y desafío, jamás enfundarse el caracol de la tristeza.


Ellos también votan
Lissette González. @LissetteCGA: Yo voy a votar el 20-M. Pero por acá no han visto ni verán insultos a los que piensan abstenerse. No voy a contribuir a aumentar la división.


Fernando Mires. @FernandoMiresol: Yo nunca he votado porque hay que ganar. Yo siempre he votado en contra de algo malo. A veces he ganado, otras veces he perdido. Pero duermo tranquilo.


Guillermo Carrasco. @vosto: Tan civilizado y ejemplar que sería salir todos a votar contra la opresión y por el rescate de lo que queda de república, con un candidato unitario... Pero no somos suizos.


Héctor Torres. @hectorres: No sé si conoceré a mis nietos, no sé si se dará ese proyecto al que tanto empeño le he puesto, no sé lo que piensa, cuando calla, la que duerme a mi lado, no sé cuánto me queda. La vida es un acto de fe. En tal sentido, tener esperanzas no es un derecho, se convierte en un deber.


@elreveron

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