jueves, 9 de abril de 2015

RÁPIDOS Y FURIOSOS  DE LA V REPÚBLICA


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ENRIQUE VILORIA VERA

                                                                                                       

                      A los que corren en un laberinto,
 su misma velocidad los confunde.
                                                                                                                                          Séneca

                                                           No os entreguéis por demasiado tiempo a la cólera; una cólera prolongada engendra el odio.
                Ovidio

No  me refiero a la saga de Hollywood que viene batiendo récords de taquilla, y que sirve para destacar – una vez más – los efectos especiales de la velocidad y la cólera. Me refiero más bien a un espécimen criollo que ha surgido -  como arroz en sabana – claro y evidente consecuencia del llamado Proceso: los rápidos bolivarianos y los furiosos revolucionarios de la V República.

Rápidos son los bolivarianos para lo que les interesa; en pocos años han sido capaces de destruir las instituciones, las empresas, las carreteras, los hospitales, los puentes, los supermercados, las farmacias, las líneas de taxi y autobuses, las escuelas y liceos, la  justicia y la seguridad ciudadana, en fin, el país mismo para dar inepta respuesta a una utopía insomne del Comandante Eterno, quien se creyó ungido por los Hermanos caribeños y coronado por los aduladores que dicen acompañarlo, aun después de muerto.

Veloces son los bolivarianos para cobrar las comisiones, la coimas, las propinas,  las  gratificaciones exigidas sin escrúpulo para asegurar pingües negocios, jugosos y leoninos contratos a los aliados del Proceso;  y más rápidos son al momento de abrir cuentas en paraísos fiscales a nombre de testaferros,  poco confiables a la hora de enfrentar la justicia internacional.

Rabiosos son a la hora de confrontar a sus semejantes dentro de un esquema de pretendido amor al prójimo transformado en insultos, groserías,  insolencias descomposturas,  agravios y ofensas generadores de odios y exclusiones, para muestra esta frase cargante e incivil que recogen los medios internacionales como lenguaje propio de los revolucionarios de la V República: “No sea pendejo, Dr. Insulza. Vaya que es bien pendejo el doctor Insulza. Un verdadero pendejo, desde la P hasta la O. No le tenemos miedo. Usted está muy equivocado. Vaya con sus insulserías a otro lado”.  Un lenguaje así obliga a reyes y mandatarios que defienden la dignidad inmanente del ser humano, a mandar a callar a quien sin respeto ni cortesía las profiere a viva voz. 

Inmunes e impunes se creen nuestros rápidos bolivarianos, nuestros furiosos revolucionarios,  empero, la sabiduría popular, refranera y dicharachera -  siempre sabia por lo demás -  recuerda que: A cada cerdo le llega su San Martín.

En todo caso nuestros rápidos y furiosos  de la V República  aplicarán sin disimulos  - cuando ocurra lo inevitable -  la máxima acuñada en la primera entrega de la serie de la Meca del Cine:

¡Correr o morir!

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