MOISES NAIM
Los dos precios más importantes del mundo acaban de bajar mucho, muy
rápido y de manera completamente inesperada. En julio de 2014, un barril
de petróleo costaba 114 dólares. Ahora cuesta 57. Un euro costaba 1,36
dólares y ahora cuesta 1,04. En el último año, el euro se ha devaluado
un 23% con respecto al dólar estadounidense y un 19% con respecto a la
media de las otras 10 monedas más importantes.
El consenso entre los especialistas es que, dentro de poco, un euro
valdrá un dólar y que seguirá cayendo. Las consecuencias del desplome
del precio del petróleo son conocidas. Las de la devaluación de la
moneda europea, no tanto. Y son igual de importantes. Tanto el precio de
la energía como el del euro, la segunda divisa más usada en el mundo,
influyen sobre los precios de casi todos los demás productos que usted
consume: del dentífrico a los coches o el tomate.
Antes de discutir por qué cayó el euro, y qué consecuencias tendrá,
es útil despejar una idea zombi sobre el valor de las monedas (Agnes
Quisumbing llama ideas zombis a aquellas que, a pesar de ser erradas, no
mueren). No es cierto que la devaluación de una moneda necesariamente
debilite a un país. En algunos casos, fortalece su economía. La
disminución del valor del euro respecto al dólar hace que una botella de
vino español, un avión francés o un coche italiano ahora cuesten menos
en el resto del mundo. Esto, a su vez, estimula las ventas de estos
productos y aumenta las exportaciones europeas lo cual, obviamente, es
bueno para el empleo y la economía en general.
Por otro lado, la devaluación del euro encarece los productos de
fuera de la eurozona —un iPhone, maquinarias industriales o vacaciones
en Disneyworld, por ejemplo—. Afortunadamente para Europa, este impacto
sobre los precios de los productos importados ocurre cuando la amenaza
para el continente no es la inflación, sino todo lo contrario, la
deflación (en 2014, los precios en Europa bajaron 0,02%).
Esta enfermedad de la economía consiste en la persistente caída de
los precios, debido a la falta de suficiente demanda, y conduce a un
estancamiento crónico, como el que ha aquejado a Japón durante décadas.
La devaluación de la moneda es un buen antídoto contra la deflación.
Claro que no todas las devaluaciones son positivas. Cuando la moneda
pierde valor con respecto a otras como resultado de la masiva fuga de
capitales, producida por la desconfianza generalizada en la economía del
país, la devaluación es, obviamente, muy dañina. O cuando contribuye a
disparar la inflación y a detener la inversión y el crecimiento. Todo
esto, por ejemplo, es lo que está pasando en Rusia o en Venezuela, dos
de los países más afectados por la drástica caída de los precios del
petróleo y otros problemas.
¿Por qué cae el valor del euro ahora? La razón principal es que el
Banco Central Europeo está inyectando liquidez monetaria para estimular
la inversión y el consumo, mientras que su homólogo de EE UU, la Reserva
Federal, está recogiendo velas. El banco central estadounidense ha
insinuado que quizás suba los tipos de interés. Con ello busca
contrarrestar las presiones inflacionarias que generan una economía que
está creciendo y una tasa de desempleo que se acerca al límite después
del cual la escasez de trabajadores provoca aumentos de precios.
Nada se mueve más rápido que el dinero. Ante esta nueva situación
económica (y de hecho, anticipándose a ella) los inversionistas mudaron
su dinero masivamente de EE UU a Europa. En lo que va de año, 35.600
millones de dólares entraron a los fondos de inversión europeos (una
cifra récord) mientras que 33.600 millones salieron de sus rivales
estadounidenses. Desde enero, las bolsas europeas han superado en las
americanas tanto en aumentos del precio de las acciones que cotizan como
en el volumen de los flujos de fondos que reciben.
Estos movimientos reflejan la expectativa de que las grandes empresas
exportadoras de EE UU van a ver menguados sus ingresos y ganancias y,
por lo tanto, el valor de sus acciones debido al “dólar duro” que
encarece su producto en el exterior. Según una encuesta de la revista
Duke/CFO, dos tercios de las empresas exportadoras estadounidenses
señalan que el aumento del valor del dólar ya les ha perjudicado.
Pero hay otro factor que va a tener un enorme impacto. Desde hace
varios años, las empresas estadounidenses no financieras han venido
acumulando gigantescas cantidades de dinero en caja. Ese dinero está
disponible para comprar otras empresas. Y, ahora, el euro más barato
hace que las empresas europeas también sean más baratas para quienes
estén llenos de dólares. Viene una ola de adquisiciones de grandes
empresas europeas.
Estos son solo algunos de los efectos de la devaluación del euro. Hay
muchos más. Pero, en resumen, ¿es la devaluación del euro buena para
Europa? Sí.
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