ANGEL OROPEZA
Según
Freud, uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX y padre de la teoría
psicoanalítica de la personalidad, la “proyección” es un mecanismo de defensa
psicológico por el que las personas atribuyen a otras sus propias virtudes,
defectos y carencias.
Una de
sus variedades, conocida como “proyección negativa”, se presenta cuando la
persona adjudica a otras conductas, sentimientos o intenciones indeseables que
realmente son propios pero que se dirigen hacia alguien externo, para que no
generen ansiedad o amenaza a la propia integridad psíquica. Es por ello que la
proyección negativa no sólo es típica de personalidades paranoides, como
observaba Freud, sino que opera generalmente como mecanismo de defensa en
situaciones de conflicto emocional o amenazas de origen interno o externo. De
manera muy sintética, durante una proyección el individuo coloca en el otro lo
que le es propio.
Durante
las últimas semanas, ha sido recurrente en el discurso de Nicolás Maduro la
referencia a la “doble banda” para referirse a la oposición. No se trata por
supuesto de ninguna reseña sobre juegos de billar o estrategias de fútbol, sino
la acusación -sin pruebas, por supuesto- que la alternativa democrática
venezolana estaría desarrollando una estrategia “perversa”, que consistiría en
buscar atajos inconstitucionales a la vez que se prepara para las cruciales
elecciones de finales de este año.
La “doble
banda”, en este sentido, vendría siendo un sinónimo de falso o de “doble cara”:
la cara democrática y la cara militarista o anticonstitucional.
El
problema es que una cosa son las palabras y otro muy distinto las conductas. Y
éstas últimas parecieran de manera inequívoca apuntar a que quien está jugando
definitivamente a la doble banda no es otro que Maduro y su gobierno. Y esto es
así, pues mientras las “pruebas” que demostrarían la participación de la
oposición democrática organizada en actos de insurrección son cada vez mas
risibles y extravagantes, los violaciones a la constitución (¿qué otra cosa son
los “atajos inconstitucionales”?) están a la vista de todos.
La
resolución 8610, que autoriza a la fuerza armada a usar armas de fuego en el
control de manifestaciones públicas (violatorias de varios artículos de la
Constitución, entre ellos el 68 y el 239), la utilización partidista de la
fuerza armada nacional (prohibida por el articulo 328), la formación de milicias
y cuerpos paralimitares armados (en contra del artículo 329), la política
intencional de discriminación en función de la identificación política
(prohibida en el artículo 21), el uso de la tortura y otros tratos inhumanos a
las personas (condenada en el artículo 46), la violación sistemática de las
comunicaciones privadas para beneficio partidista (artículo 48), la política de
censura y control de los medios de comunicación (art. 57 y 58), las
limitaciones para manifestar y protestar (art. 68), y las amenazas al libre
funcionamiento de las organizaciones y partidos políticos (artículo, 67) son
sólo unos pocos ejemplos de la “doble banda” de un gobierno que aspira le
reconozcan como democrático pero basa su fortaleza en todo lo contrario.
Cuando el
gobierno dice estarse preparando para las elecciones, pero actúa como si
quisiera que ellas no ocurriesen; cuando persigue y amenaza a quienes van a
competir electoralmente con él; cuando hace todo para enrarecer el ambiente e
impedir que las parlamentarias se realicen con un mínimo de paz y respeto a la
voluntad popular; cuando habla de lo electoral pero le aterra lo que sabe que
puede ocurrir y hace todo por evitarlo, es él quién juega a la estrategia
cínica de la doble banda. Lo demás es simple proyección.
@angeloropeza182
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