TRINO MARQUEZ
El decreto del
presidente Barak Obama, en el cual sanciona a un grupo de siete violadores de
los derechos humanos, ha servido para que la vocación antinorteamericana de la
izquierda cavernícola instalada en el gobierno, erupcione con la fuerza de un
volcán. En esa eclosión hay mucho de nacionalismo trasnochado y exageración
premeditada en busca de ocultar los verdaderos y graves problemas nacionales.
Cada oficialista adapta el libreto general a sus propias conveniencias, intentando
sacar el mayor provecho individual.
Nadie
puede creer que Obama pretenda invadir a Venezuela. ¿Por qué hacerlo si ni
siquiera ha querido bombardear con aviones estadounidenses los territorios de
Siria e Irak controlados por un grupo de asesinos tan peligroso como el que forman
el Estado Islámico? ¿Cómo es eso de que un mandatario que ha retirado las
tropas norteamericanas de Afganistán e Irak puede estar pensando en atacar a
Venezuela? ¿El mismo Presidente que propició, hasta lograrlo, el diálogo con
Cuba, y que presiona a Israel para que modifique sus relaciones y dialogue con
los palestinos, va a enemistarse con toda América Latina por asaltar una nación
modesta como la nuestra? Todo suena a farsa y exageración. Los rojos crean una
tormenta artificial para que cada quien pesque en río revuelto
Nicolás Maduro, acosta de su poderoso enemigo externo, trata
recuperar su menguada popularidad y evitar que la inflación, la escasez y el
desabastecimiento terminen de sepultarlo. Intenta opacar la importancia de las
elecciones legislativas para amortiguar el duro revés que podría sufrir. Diosdado
Cabello no quiere dejarle todo el protagonismo a su competidor. En este torneo
antinorteamericano no puede quedarse atrás. Utiliza su espacio natural, la
Asamblea Nacional, para colocarse entre los más antiimperialistas del régimen.
Aprovecha el episodio para amenazar a los diputados opositores. Los llama
apátridas y traidores porque sus colegas de la acera del frente no se prestan a
servirle de comparsa. El general Vladimir Padrino López muestra su garra
antimperialista organizando movilizaciones y simulacros bufos La fiscal Luisa
Ortega Díaz se siente en la obligación de evidenciar que es una militante más comprometida
con la revolución bolivariana que todos los dirigentes del PSUV juntos. El
ministro de Educación, Héctor Rodríguez, también se ve llamado a cumplir con su
deber revolucionario obligando a los niños a escribir cartas antiimperialistas.
Mientras todo este teatro del absurdo transcurre, el país sigue hundiéndose sin que
Maduro y sus colaboradores den ninguna señal de estar en capacidad de detener
la caída y revertirla. La inflación de los dos primeros meses del año no ha
sido anunciada por el BCV, cuando su obligación es informar durante los
primeros días de cada mes sobre lo ocurrido en esta materia en el mes anterior.
Los economistas que saben de números calculan que los precios escalaron por lo menos 15% en el bimestre. La Canasta
Alimentaria se disparó hasta colocarse en más de Bs. 20.000 al mes, tres
salarios mínimos. La crisis de los hospitales y la insuficiencia de medicinas
continúan agravándose. La carne de res, que hasta ahora se había encarecido
pero no había escaseado, ya no se consigue en los frigoríficos. La inseguridad
personal -tan bien documentada por el reportaje de las valientes periodistas y
el camarógrafo de Antena 3 que vinieron a Venezuela- sigue causando estragos.
Por donde se le mire, la situación del país es caótica y sin que se vislumbren
salidas.
En
el plano internacional, la estrategia de Maduro ha sido un fiasco. Salvo los
camaradas de siempre – los hermanos Castro, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael
Correa y Cristina Kirchner- los apoyos han sido de un frío polar. Fuera de este
círculo de amigos interesados, al gobierno de Maduro nadie lo toma en serio en
el exterior. Nadie muerde el anzuelo, ni deja confundirse por patrañas.
Venezuela no colapsará porque los Estados Unidos la invadan, sino porque la
incompetencia, el atraso y la corrupción de sus actuales gobernantes la
colocaron al borde del abismo. Si la nación sobrevive es porque cuenta con esa
fuente de riqueza inagotable llamada petróleo, que sigue proporcionándoles
inmensas fortunas a los jerarcas del régimen.
La
incorporación de Felipe González a la defensa de los derechos humanos colocará
en un nuevo plano la lucha de la oposición. Al Gobierno no le será fácil seguir
engañando a quienes todavía creen en el mundo que en Venezuela hay una
democracia estable.
@trinomarquezc
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